El desalojo del edificio ‘okupado’ en la plaza de ‘El Presi’ pone punto final a siete años de «malos rollos» y «tensiones» para los vecinos del barrio
Rápido, limpio y sin incidentes. Así se ha escrito esta mañana el último capítulo de la dilatada ‘okupación’ de uno de los edificios que flanquean la plaza de ‘El Presi’, en pleno corazón del barrio de El Carmen. Siete años después de que comenzasen los problemas con sus irregulares usuarios, una fuerza conjunta de Policía Nacional y Local ha supervisado el desalojo de los últimos habitantes del inmueble, hecho por mandato del Juzgado de lo Mercantil Número Tres de Oviedo, y que se ha desarrollado sin incidentes. Y, consumado en apenas una hora, el operativo ha sumido a los vecinos en un estado de alivio ciertamente palpable.
Rayaban las nueve y media de la mañana cuando, para sorpresa de los pocos traseúntes que transitaban por las calles a esas horas, los vehículos policiales convergieron en la plaza y comenzaron a tomar posiciones, con los agentes de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Nacional coordinando las operaciones, y sus homólogos de la Local, ofreciendo apoyo. Pese al mal estado del bloque, todavía permanecían en su interior tres personas, que no opusieron resistencia a las órdenes de los uniformados. Uno a uno, los ‘okupas’ fueron saliendo, y tras una ágil revisión de las condiciones en que había quedado el interior, una empresa externa, contratada por los propietarios del edificio, tapió la puerta principal, que ha permanecido abierta durante estos siete años.
«Hoy es un día de alivio y de felicidad», celebraban poco después los responsables de la Asociación de Vecinos ‘Jovellanos’. Su presidenta, Maite Martín, ha vivido de primera mano esta peripecia, tan longeva como extenuante, tamizada de exasperación, impotencia y tensión. Y es que, tal como admitía, «han sido años difíciles; quienes no han sufrido algo así no lo entenderán. Pero estábamos padeciendo problemas de convivencia importantes; la gente que estaba dentro abusaba del alcohol y de las drogas, y han generado algún que otro lío».
Revisar la trayectoria del inmueble en cuestión permite tomar la medida a ese malestar. Foco de varios altercados y, por extensión, de duras reivindicaciones vecinales, en 2018 los bomberos hallaron el cuerpo sin vida de un hombre en una de sus estancias, y dos años después se detuvo a dos hombres después de que uno de ellos agrediera a un viandante con una barra de hierro, y el otro le golpeara con la cabeza en el suelo. El historial de sucesos ligados al edificio no terminó ahí; en 2021 se detuvo a una mujer de 46 años por intentar acuchillar a su novio y a la mujer que estaba con él en ese momento, al encontrarlos juntos en una habitación, y en enero del año pasado un incendio, generado en un colchón del segundo piso, obligó a una nueva actuación de los bomberos. De hecho, los restos dejados por aquel fuego aún son visibles en el interior.
Más allá de tales hechos, los más graves registrados en este tiempo, la relación de incomodidades para con los vecinos es igualmente abultaba. «Insultaban y amenazaban a la gente, se metían en las terrazas a molestar… Era una sensación de inseguridad constante», rememora Martín. Ella misma protagonizó algunas de las reuniones con los responsables de la concejalía de Seguridad Ciudadana durante las dos últimas legislaturas. «Siempre nos decían que el bloque era propiedad de un ‘banco malo’, que el asunto estaba judicializado, que debíamos esperar… Eso agotaba los nervios de cualquiera, pero ya está hecho».
A pie de calle, en cambio, hoy las opiniones son contradictorias. El grueso de los residentes festeja la intervención, un punto de inflexión para «una película que ya estaba durando mucho». Así se expresaba Carmelo Ordoño, cuyos padres residen en las inmediaciones de la plaza, y que en más de una ocasión vio «entrar y salir a gente muy extraña, muy sospechosa; daba mala imagen, y no es agradable cuando tienes a gente querida ya mayor viviendo aquí». Dejando a un lado detalles particulares, su testimonio es compartido por no pocos de los habituales de El Carmen; uno de ellos, partidario de mantenerse en el anonimato, resumía ese sentir puntualizando que «se acabó la pesadilla; ahora nos toca respirar».
No obstante, tampoco escasean quienes nunca presenciaron ni sufrieron nada de lo reseñado. Es el caso de Anabel Fernandín, quien imparte clases particulares al hijo de una familia del barrio. «La verdad, no he visto nada extraño; es decir, sabía que había ‘okupas’ dentro, y comentaban que le daban a la droga y a otras cosas, pero ni a mí, ni a nadie conocido les pasó nada», afirmaba. Más tajante aún se mostraba David Álamo, preocupado por el hecho de que «ahora se puedan ir a otro sitio, a hacer lo que sea que hicieran aquí. La solución es poner más vigilancia y ayudar a esa gente a salir de donde están; seguro que, si se les echase una mano y se les asistiese, esto no se repetiría».
En el ámbito judicial, consumado el desalojo el Juzgado de lo Mercantil Número Tres de Oviedo procederá ahora a la fase de liquidación del concurso de acreedores de Jardines de Villameri, SL, propietaria del edificio. Si bien esta pendiente la firmeza de una última sentencia, desde el Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) han confirmado que con la nueva Ley Concursal no sería necesario esperar a esta. El concurso de acreedores se decretó en 2018, mientras que el alzamiento del edificio ya estaba resuelto desde hace casi un año; sin embargo, el estallido de la pandemia y las huelgas ocurridas en la esfera judicial retrasaron su ejecución. Acabado el proceso se pondrá a la venta el solar.