Las terminales de Gijón, Oviedo y Avilés son las que concentran el malestar de los trabajadores, a los que el consejero de Fomento, Alejandro Calvo, ha prometido que se revisarán las deficiencias y se tomarán medidas
Falta de servicios, andenes pequeños, visibilidad reducida, robos y hurtos esporádicos… El catálogo de problemas que acumulan las estaciones de autobuses asturianas, especialmente las de Gijón, Oviedo y Avilés, es ya largo, conocido y, hasta la fecha, irresuelto. Por ello este martes, durante el Pleno de la Junta General del Principado, una representación de trabajadores de la empresa ALSA, a los que ha dado voz la diputada del Grupo Mixto Covadonga Tomé, aprovechó para exponer a todos los integrantes del Gobierno asturiano esa lista de problemas, y reclamar la toma de medidas que potencien la seguridad tanto de los propios empleados, como de los viajeros.
De las tres terminales reseñadas, la de Gijón es la que, sin duda, aglutina el mayor volumen de quejas. Su situación geográfica, encajonada entre grandes bloques de viviendas, a orillas de las calles Llanes y Ribadesella, la convierten en caldo de cultivo para atropellos, pequeños choques y riesgos a la hora de que los autobuses maniobren. Más allá de eso, Tomé aprovechó para incidir en el incremento que se ha dado de «incendios locales y agresiones», por no hablar de «un importante aumento de robos y hurtos«. Algo que la diputada achacó a «la dejadez creciente en materia de seguridad» del Gobierno autonómico, si bien reconoció que no se trata del único agente responsable de ello.
En respuesta a tales palabras, largamente planteadas por la representación sindical de la plantilla de ALSA, el consejero de Fomento, Alejandro Calvo, reaccionó asegurando que las deficiencias en cuestión serán revisadas, y que se tomarán medidas para atajar los distintos problemas localizados.