Los mineros movilizados denuncian que la dirección asturiana de la compañía «está absolutamente desautorizada», y recalcan el «descrédito» que pesa sobre el actual presidente de la misma, el ex consejero de Industria del Principado Enrique Fernández
El sector de la minería asturiana vuelve a estar en pie de guerra… Y los ‘combates’, metafóricamente hablando, han regresado a las calles. Casi veinte días después de que las negociaciones entre Hulleras del Norte, SA (HUNOSA) y la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) se rompiesen sin haber alcanzado un acuerdo para definir un plan de empresa viable para la primera, casi tres centenares de mineros se han concentrado este martes en Oviedo para exigir al Gobierno nacional un compromiso real que garantice el futuro de la compañía. Y el escenario de la movilización o ha sido otro que las oficinas de HUNOSA en la capital asturiana, ante las cuales, y bajo estricta vigilancia de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional, la plantilla, representada por sus representantes de Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT), ha criticado que la dirección de dicha empresa pública, presidida por el ex consejero de Industria Enrique Fernández, «está absolutamente desautorizada».
Tanto el secretario general de Industria de CCOO en Asturias, Damián Manzano, como su homólogo de UGT, José Luis Alperi, comparecían ante los medios de comunicación para insistir en que, «tras más de tres años de retraso en la elaboración de un plan de empresa, y nueve meses de negociación, todo el trabajo se ha tirado por la borda y a la basura por la dirección de la empresa aquí, en Asturias, que está absolutamente desautorizada». La cuestión no es en absoluto menor, ya que, en la actualidad, HUNOSA da trabajo a nada menos que a 600 profesionales; de ellos, 430 forman parte del propio organigrama de la compañía, mientras que los restantes están adscritos a diversas subcontratas. De ahí la frustración de ambos sindicatos, y de los propios mineros, al constatar que, según su parecer compartido, los acuerdos presuntamente alcanzados entre HUNOSA y las organizaciones sindicales, representantes de la plantilla, «parecen no tener validez más allá de Pajares».
Así, con esta primera movilización los trabajadores exigen, en primer lugar, que la SEPI habilite una interlocución de primer nivel verdaderamente competente. Una carencia que, afirmó ayer Manzano, «no nos extraña» en tanto en cuanto el actual presidente de HUNOSA, el citado Fernández, «ya fue reprobado aquí, en Asturias, y hoy está siendo reprobado por su plantilla». Tal sentencia bebe directamente del malestar que, a finales de noviembre, suscitó la anulación, por parte de la SEPI, del principio de acuerdo para fijar el plan de empresa que habían alcanzado la hullera y los sindicatos, un golpe que dejó herida de muerte la confianza de la plantilla en Fernández. «Si yo estoy en una mesa de negociación, hago un acuerdo con los sindicatos y digo ‘Señores, lo pueden ustedes trasladar a las asambleas y a los trabajadores porque esto, vamos a tirar por ello, vamos a desarrollarlo’, y a la siguiente reunión tengo que decir que no hay nada de lo que dije en la anterior, creo que la credibilidad, cuando menos, queda muy, muy, muy mermada», destacó, por su parte, Alperi.
En este sentido, el líder autonómico de UGT reiteró que desde la SEPI han buscar la fórmula necesaria para dar viabilidad a la compañía, y deberá ser una persona autorizada la que diga cuales van a ser las líneas de la negociación a partir de ahora. Eso, de cara al futuro, porque en el momento presente «los preacuerdos que se habían alcanzado se han tirado por la borda», poniendo en tela de juicio «proyectos de futuro clave, con la posibilidad de generar empleo estable y de calidad, y con la opción de hacer una transformación a una empresa energética y medioambiental». Y para evitarlo, ruegan por un mayor intervencionismo. «Resulta que TRAGSA es medio propio de la Administración. ¿Por qué HUNOSA no puede serlo, si también se aprobó, también se acordó y no hay manera de que lo desarrolle», se preguntan los movilizados.
Mientras tanto, la desesperación es palpable en el discurso de sindicatos y empleados. No es de extrañar, pues, que tales actores se confiesen entristecidos al constatar, como concluyó ayer Manzano, que «ni hay futuro, ni hay alternativas, ni hay transición justa de la que, a boca llena, oímos hablar un día sí y otro también, en este caso, al actual Gobierno que, en última instancia, es el responsable de que SEPI tenga un desinterés absoluto en HUNOSA».