«Hubo gente que desafortunadamente traspasó con mucho los límites de una vida más o menos alocada, en algún caso con un final dramático»
Recientemente ha presentado Juanele, ídolo sportinguista, su biografía. Tuvo el ‘Pichón de Roces’ una vida de éxitos deportivos, aunque no exenta de dificultades y polémicas. Y es que la vida de futbolista profesional se supone un camino de rosas, a poco que las lesiones le respeten a uno, pero lo cierto es que no siempre es así. La lista de futbolistas que dejaron muestras de indudable calidad en el campo y de controversia fuera de él es larga y viene de antiguo: Manuel García ‘Garciona’, que se negó a hacer un desplazamiento con el equipo para obligar a que el club aceptara su traspaso al Real Madrid por 300.000 pesetas, el mismo Garciona que en San Mamés les dijo a los porteros del estadio que un chaval que iba con ellos no era del equipo y solo pretendía colarse en el campo. Ese chaval era un joven jugador sportinguista, Falo Biempica, y solo tras la intervención de algunos directivos se pudo aclarar que únicamente era un broma y que Biempica era un jugador más del Sporting. Independientemente de faltas de disciplina como las vividas cuando Manolín Argüelles al abandonar un partido a falta de diez minutos para la conclusión – eso sí, con un 3 a 0 a favor- porque sus compañeros “no le pasaban balones” o el de Adama Touré cuando hizo lo propio en un encuentro del filial porque consideraba que el entrenador Abelardo no le ponía en su sitio y dejando de lado la afición a la vida disoluta que tuvieron algunos futbolistas rojiblancos como Alfredo Megido u Óscar Ferrero, o la desaparición vivida con el guardameta hispanoargentino Esperante durante seis días en octubre (que el jugador achacó a un problema estomacal que le impedía hasta acercarse a un teléfono) y que concluyó con que Ángel Viejo Feliú optara por darle la baja un año y medio después de haber llegado al club, hubo gente que, desafortunadamente traspasó con mucho los límites de una vida más o menos alocada, en algún caso con un final dramático. Estos son dos ejemplos manifiestos de ello.
El centrocampista tolosarra Jesús Narro Sancho llegó cedido al Sporting por parte del Real Madrid. Fue el primer futbolista del Sporting al que se le aplicó la llamada “cláusula del miedo”, por entonces conocida como “cesión a la inglesa”, pues era una práctica habitual incluir tal cláusula en las cesiones de los clubes británicos, con la condicional de no participar en partidos contra el Madrid. Intervino únicamente en catorce encuentros de la temporada 1952-53 y marcó dos goles. Tras su regreso al Real Madrid comenzaron sus desgracias, no solo deportivas, también personales. En el club blanco no contaba para el entrenador y, cansado de pedir ser cedido, no conseguía que Santiago Bernabéu ni ninguno de sus directivos le prestaran, siempre según su versión, la debida atención. Y no se lo ocurrió otra cosa más que despotricar en un famoso programa radiofónico contra la directiva del club merengue, a la que acusó de estar más pendientes “de hacer negocio que del fútbol y de sus jugadores”. Fue apartado y sancionado tres meses de empleo y sueldo. Y evidentemente, tras una temporada en blanco, se desvinculó del equipo madridista para firmar por el Real Murcia, club en el que había jugado previo a su fichaje por los de Chamartín. Pero un accidente automovilístico acabó allí con su carrera en su primera temporada. Debido al exceso de velocidad, el coche que conducía invadió una acera atropellando a tres personas, falleciendo una de ellas y dejando a las otras dos con graves secuelas. Fue condenado por ello, pasó unos meses en prisión y dejó el fútbol para siempre.
Curiosamente, otras declaraciones radiofónicas, esta vez del jugador sportinguista Alfredo Megido, pudieron cerrarle la puerta del equipo madridista cuando sonaba en muchas quinielas para fichar por los blancos. Tras un empate a doses (con doblete del avilesino) en Chamartín, Santiago Bernabéu declaró que el Sporting había tenido mucha suerte. La respuesta de Megido no se hizo esperar . “Bernabéu chochea”. Dice la leyenda que eso le cortó definitivamente cualquier opción de poder vestir la camiseta del Real Madrid. Las del Barcelona y el Atleti se cerraron como consecuencia de la conocida fama a las salidas nocturnas del extremo sportinguista, que era la razón por la que Pasieguito pidió a la directiva rojiblanca que lo vendieran a cualquiera que pagara por él. Harto de sus indisciplinas (Pepe Ortiz tuvo que ir a buscarlo en más de una ocasión por las discotecas gijonesas) no le quería en el Sporting. Finalmente fichó por el Granada, donde dicen que se dejó ver más por los tablaos del Sacromonte que corriendo la banda de Los Cármenes.