Javier Gómez Cuesta, que cumple un cuarto de siglo al frente de la parroquia, ofició en Campo Valdés una ceremonia que volvió a contar con la asistencia de Moriyón, y que, a pocos metros, fue contestada por la plataforma Asturias Laica
No hubo paz este año en la bendición de las aguas. Algo que, por otra parte, a pocos en Gijón sorprendió. Y no por el cariz religioso del acto que, como dicta la tradición local, sirve de bautismo de fuego a las festividades de San Pedro… Aunque sí por un hecho ligado a ese carácter. La presencia de la alcaldesa, Carmen Moriyón, y de otras autoridades municipales en la ceremonia que, en la mañana de este sábado, ofició en la iglesia de San Pedro y en la explanada de Campo Valdés el párroco Javier Gómez Cuesta volvió a dividir a la opinión pública, como ya ocurriese el año pasado. Y así, mientras la regidora y decenas de devotos se sumaban a la misa y a la ofrenda arrojada a las aguas del Cantábrico, a pocos metros de allí casi medio centenar de personas, encabezadas por la plataforma Asturias Laica, se manifestaban exigiendo la desvinculación total entre cargos públicos y los eventos eclesiásticos. Protesta, eso sí, que no registró incidentes ni enfrentamientos entre las partes.
La faceta religiosa de la cita estuvo marcada por un simbolismo particular; y es que Gómez Cuesta cumple este año su primer cuarto de siglo al frente de la parroquia. Un detalle que no pasó inadvertido a ninguno de los asistentes, entre los que figuraron también representantes de los grupos municipales del PP y de Vox. En su homilía, el clérigo agradeció la recuperación de la bendición de las aguas, y puso en valor el nexo de Gijón con la fe; el mismo, recordó, que posibilitó obras como la creación del Hospital de Jove. En sus palabras tampoco faltaron reproches; concretamente, a la «poca impronta» que, a su juicio, se da «a la dimensión religiosa de Jovellanos, que fue un feligrés practicante cuya fe cristiana imprimió toda su vida». La «consternación» que admitió que dicho hecho le causa no ensombreció el resto de la ceremonia, y poco después Gómez Cuesta, acompañado de Moriyón, se asomaba a las aguas para arrojar la corona floral que, de forma material, sirve de ofrenda.
Asturias Laica pidió el respeto a la «pluralidad de creencias» y al concepto de Gijón como «ciudad abierta»
Ese último gesto estuvo marcado, eso sí, por las proclamas y protestas de las alrededor de cincuenta personas congregadas en Campo Valdés, en forma tanto de ciudadanos particulares, como de diversas asociaciones y colectivos, encabezados por Asturias Laica. Tanto en sus consignas como en los folletos que repartieron entre los transeúntes, los manifestantes exigieron el respeto a la condición de Gijón como «ciudad abierta», a su «pluralidad de creencias» y, por encima de todo, al dictamen emitido por el Tribunal Constitucional el 13 de mayo de 1982, por el que se prohíbe la concurrencia del Estado como particular a ceremonias religiosas. Por todo ello, los reunidos bajo las pancartas clamaron por el regreso de la práctica instaurada por la anterior alcaldesa, Ana González, que rechazó la asistencia del Ejecutivo local a eventos religiosos, e invitaron a la actual regidora «a que tome conciencia de lo inadecuado de su comportamiento».