Sus ojos vigilaban Atocha de la mañana a la noche, esos mismos ojos vivarachos pueden verse hoy en el Museo Nacional de Antropología de Madrid. Allí está desde hace unos días «La Prina», recibiendo visitantes
La conocida imagen de Ángela Pidal Martínez «La Prina», tomada en 1940 por Pedro González, pudo convertirse en el póster oficial del arguyu playu en muchos hogares de Jovellanos City. Mas las humildes solitarias pocas veces cuentan con el marketing adecuado para competir por las paredes con el «El beso del Hotel de Ville», inmortalizado por el fotógrafo francés de la cotidianidad: Robert Doisneau, en 1950. O «El almuerzo sobre el rascacielos» cuya autoría se le atribuye a Charles C. Ebbet en 1932, cuando decidió cazar el instante de unos trabajadores sentados en una viga a 250 metros de altura.
Lo cierto es que la foto de Ángela descalza, de negro riguroso, con una merluza en vilo con la ayuda de tres dedos y el cigarrillo apagado entre sus labios, llegó a La Casa de la Memoria cedida por el Museo del Pueblo de Asturias. Y con su poderosa mirada contempló durante meses el tránsito por Atocha encolada en la última de sus fachadas. Nació en esa calle Ángela y trabajó duramente desde guaja. Conoció a Angelín «el Pecín» y novatos e ingenuos decidieron casarse casi felices. Contaban que «el Pecín» era heredero sin herencia del general Juan Prim y Prats o eso se comentó toda la vida entre la vecindad del barrio alto. Fueron Prim y «La Prina» hasta que Ángela enviudó joven y tuvo que batirse el cobre entre la Fábrica de Tabacos y la venta de merluza y bocarte de ventana en portal de portal en ventana.
Sebastián Miranda quiso que «La Prina» formase parte de su Retablo del Mar en la única eternidad permitida. Falleció Ángela en su barrio a consecuencia de una caída en San Juan Bautista y su memoria e imagen fueron recuperadas por Anina Hood como póster callejero. Sus ojos vigilaban Atocha de la mañana a la noche, esos mismos ojos vivarachos pueden verse hoy en el Museo Nacional de Antropología de Madrid. Allí está desde hace unos días «La Prina», recibiendo visitantes. «Triunfando» en la capital, donde viven los hijos de «los astures de bien». Y como buenos asturianos sentiremos con Ángela como excusa, esta vez, otra vez, esa extraña fascinación por la ciudad de los gatos.