Vecinos y turistas valoran el anteproyecto de una ley que, una vez aprobada, zanjará la opción de consumir tabaco en espacios abiertos de uso colectivo, incluidos recintos de espectáculos, parques, patios o marquesinas; la medida incluirá los vapeadores

Quienes practican el hábito de fumar han vuelto a perder terreno. Mejor dicho, lo perderán en un futuro no excesivamente lejano; concretamente, una vez que la próxima Ley del Tabaco, cuyo anteproyecto fue aprobado por el Consejo de Ministros este mismo martes, termine su presumiblemente larga tramitación parlamentaria. Así, si los plazos con los que se juega actualmente se cumplen, no será hasta mediados de 2026, como muy pronto, cuando comiencen a verse unos efectos que, en la práctica, supondrán expandir la prohibición de fumar y vapear, ya vigente en espacios interiores desde enero de 2011, a exteriores como terrazas de bares y restaurantes, recintos para espectáculos y complejos deportivos al aire libre, patios de centros académicos o marquesinas de transporte. Pero el que aún falte casi un año, con suerte, para que la norma entre en vigor no ha evitado que la opinión pública patria se haya polarizado, y mucho, ante semejante decisión. Y Gijón no se queda al margen de esa diferencia de puntos de vista, con sus vecinos y visitantes, fumadores o no, divididos entre quienes aprecian la medida como una forma de proteger la salud y forzar el respeto a quienes no practican el tabaquismo, y aquellos que la interpretan como una forma de represión que coarta un poco más las libertades individuales.
Sentados, precisamente, en la terraza de uno de los muchos negocios hosteleros que pueblan Cimavilla, a los valencianos Isabel Estellés y José Aparisi la noticia les ha sorprendido disfrutando de sus vacaciones en la ciudad asturiana… Y no para mal, precisamente. «Nosotros somos antitabaco, así que estamos de acuerdo; de hecho, fumar debería estar prohibido en todas partes, menos en casa«, sentencian, tajantes. Sus motivaciones van más allá de lo concerniente a la salud, pues abarca «la peste que se queda en la ropa, incluso cuando estás en una terraza y tienes a alguien fumando al lado; no es nada agradable». Esa última problemática es una de las varias, si bien no la principal, que motivan al gijonés David Rodríguez a compartir el apoyo de los anteriores a la incipiente norma. El asunto ha dado mucho de que hablar en conversaciones con sus amigos, pero este joven gijonés de 27 años tiene claro que «lo que dicen algunos de mis colegas, de que es lo mismo que beber alcohol, y no se prohíbe, no es verdad; tú consumes una cerveza o una copa en una terraza, y no perjudicas a nadie, pero fumar, y estás haciendo que el que tienes al lado fume también, aunque no quiera». Su pareja, la langreana Estela Alegre, que le intercepta en la plazuela de Jovellanos, es de la misma opinión… «En mis grupos no fumamos ninguna, y se nota mucho cuando salimos y nos sentamos al lado de gente que sí lo hace; aparte de insano, es asqueroso y una falta de respeto», declara.
«La gente es muy resiliente; no me parece que, cuando se prohibió fumar dentro, hubiese un encierro en casa en masa, y tampoco va a pasar ahora»
Henar Mariño

Claro, que también hay otros enfoques para el problema… Por ejemplo el que representa Carlos Javier López, usuario de una de las terrazas que pueblan el cruce del camino de Ortañu con la calle de las Cruces. «Sinceramente, estoy en contra de que se prohíba», admite, antes de hacer un gesto con la mano, abarcando la extensión de mesas y sillas, y de añadir que «con todo este espacio, en un sitio tan abierto, no creo que se fastidie a nadie«. Lo que sí cree imperativo es apostar por «la educación, por fomentarla; por ejemplo, enseñando que, si se te sienta al lado una familia con niños pequeños, mejor no fumes, aunque estés en exteriores». A pocos metros del anterior, acodados en el mismo establecimiento, Jorge Andrés Jaramillo y Carlos García debaten amistosamente con su colega Manuel Ángel García sobre el particular. Porque, mientras los dos primeros se postulan críticos con la Ley del Tabaco que podría llegar a ver la luz, por «recortar libertades» y «perjudicar a los hosteleros«, el segundo está «totalmente a favor; si el que está a tu lado no fuma, no tiene por qué tragarse tu humo«. Claro, que para los tres el tema gana complejidad cuando Jaramillo pone sobre el tapete el asunto de los vapeadores, que «no pueden molestar a nadie«… Una reflexión sobre la que sus camaradas declinan pronunciarse.
Ortañu arriba, justo antes de llegar a la intersección con Emilio Muñiz y Maximino Marino Fernández, Eloy Rubiera y Henar Mariño simbolizan la dicotomía que la prohibición produce, incluso, en un mismo hogar. «¡De casa se sale fumado!«, zanja Mariño, antes de darse la vuelta y fingir ignorar la aportación de su marido… Que, aunque prudente, no coincide en visión con su mujer. «A mí me parece excesivo; vi bien que no se dejase fumar dentro de los bares, de las oficinas, y tal, pero en las terrazas… ¡Y el vapeo! Es que me parece que muchos bares van a perder clientela…«, asevera… Tocando una tecla que hace que Mariño vuelva de golpe a la conversación. «¡Eso no es así! La gente es muy resiliente; no me parece que, cuando se prohibió fumar dentro, hubiese un encierro en casa en masa…«. Un apunte que, sin embargo, no comparte la palentina Pilar Ruiz; sentada en el exterior de un bar sito en la calle Gregorio García Jove, cigarrillo en mano, advierte, risueña, de que, «si ya salgo poco, como me dejen sin poder fumar fuera, ni te cuento…». Tal anécdota revela a las claras cuál es su opinión sobre el tema… «En una terraza abierta no molestamos, y siempre se debe ser respetuoso; si tengo un niño al lado, no voy a hacerlo, claro. Pero de ahí a prohibir… Va a ser que no», concluye.
«Antes iba mucho a festivales, ahí sí que la gente que fuma era un incordio, con todos pegados y tragando humo ajeno, pero… ¿Qué mal puede hacer en una marquesina, o en una terraza?»
Alicia Paniceres

Aunque las terrazas hosteleras sean el escenario de limitación más visible, la norma en tramitación abarca, como se ha dicho, otros lugares. Y sobre ellos tiene mucho que decir Alicia Paniceres, de regreso por el Muro a su casa de La Arena con su hijo, el pequeño Yago, firmemente cogido de la mano. «Ahora ya no tanto, pero antes iba mucho a festivales y, la verdad, ahí sí que la gente que fuma era un incordio, con todos pegados y tragando humo ajeno«, rememora. Menos tolerante se muestra en lo concerniente a las marquesinas y, sí, también a las terrazas; y eso que no es fumadora… «Me parece que me he fumado un ‘pito’ en toda mi vida, pero tampoco hay que pasarse. ¿Qué mal puede hacer alguien que lo hace esperando a que pase el bus, o tomándose un vino en una terraza amplia, al aire libre? No lo veo lógico», plantea. Claro que, si de flexibilizar la norma se trata, María Sedeño, quien lleva once años residiendo en Gijón, es de las que creen que es un error meter en el mismo saco tabaco tradicional y vapeadores. «Se habla mucho de que hay estudios que dicen que es malo, y tal, pero no me ‘trago’ que sea tan perjudicial para la gente de alrededor como un ‘pito’, o un puro; por eso no pienso que haya que incluir vapear en esa norma que va a salir. Es pagar justos por pecadores», critica, sin querer revelar si ella misma vapea, fuma o todo lo contrario.
En fin… Los testimonios anteriores dejan clara la existencia de dos polos, no sin cierta aristas, en la opinión pública de la ciudad. Sin embargo, en tan ecléctico conjunto también hay hueco para puntos de vista más pintorescos… Y, todo sea dicho, bastante menos respetuosos en la forma de ser expresados. Los máximos representantes de ellos son los miembros de un grupo de cinco amigos, cuatro de ellos jubilados, que disfrutan de unos vinos y unas tapas en la terraza de un local emplazado a poca distancia de la plaza Mayor. «¿Que me van a dejar sin fumar fuera? ¡Había que matar a todos esos que prohíben!«, espeta uno, arropado por las carcajadas de la mayoría de sus compadres. Dicho eso, y tras arrojar algún que otro insulto, uno de sus compañeros hace su propia aportación, indicando que «todos esos, lo que quieren es llevarnos a todos a su forma de pensar; eso, en mi casa, es ir camino de una dictadura«. Ni qué decir tiene que ninguno accedió a dar su nombre…
Ya era hora. Primero que incluso los fumadores, en teoría, dicen que hay que dejar de fumar en una terraza si hay niños. La realidad es que luego no se hace, y además, no solo a los niños les molesta el fumar, a mí también me molesta que mientras me como un desayuno me estén echando el humo a la cara.