Mientras PSOE y PP discuten por el alcance y recursos del Plan CER, la Fundación ‘Amigos del Perro’, gestora del centro, solicita con urgencia un mayor compromiso municipal para atajar un problema que, alerta, «es incompatible con la salubridad»

A menos que uno presente una severa falta de empatía y de cariño hacia el reino animal, es difícil, muy difícil, no sentirse enternecido ante la imagen de un gato. Enternecido… Y, si el felino en cuestión está físicamente cerca, tentado de dedicarle alguna palabra. Y una caricia. Y también, quizá, de darle una porción de comida. Todo normal, todo lógico, todo humano… Y todo, en suma, parte de la raíz del problema que, en estos momentos, acosa a Gijón. Con más de dos centenares de colonias de gatos callejeros registradas dentro de las fronteras del municipio, más las muchas otras que, presumiblemente, existen fuera de control, el crecimiento constante de tales poblaciones hace tiempo que se ha convertido en un foco de inquietud que, desde el Ayuntamiento, tratan de paliar con los sucesivos Planes de Captura, Esterilización y Retorno (CER). El último de ellos era aprobado este mismo martes por la Concejalía de Medio Ambiente, en manos del PP, con una dotación de 99.939,95 euros, una duración de un año y la clasificación de «alta intensidad«. Sin embargo, mientras en el PSOE ponen en duda la capacidad de dicha apuesta, y los populares se defienden de tales ataques esgrimiendo el aumento presupuestario en comparación con Planes CER anteriores, las consecuencias directas del problema las sigue sufriendo el Albergue de Animales de Serín, primera línea de respuesta ante una problemática que, por imparable, está tensionando las capacidades de un centro ya de por sí llevado al límite.
«Por estas fechas la situación siempre es bastante lamentable, porque en víspera de verano es cuando se producen más abandonos, tanto de perros como de gatos, pero lo de superpoblación de los segundos se está volviendo insostenible«, advierte Alicia Quesada, presidenta de la Fundación ‘Amigos del Perro’, encargada de la gestión del Albergue. Con sólo ocho voluntarios bajo su autoridad, su labor se centra, o debería centrarse, en administrar las dependencias del citado equipamiento, cuya capacidad de alojamiento teórica es de unos doscientos perros y alrededor de cincuenta gatos. Ninguno de esos topes se ha alcanzado –ahora mismo en Serín se da cobijo a 125 canes y a 45 felinos-… Pero tampoco sería factible. Así lo detalla Quesada al afirmar que «es lo de siempre; hay animales que no pueden estar alojados en la misma jaula que otros, por agresivos, así que eso nos resta potencial». Al fin y al cabo, en el Albergue se reciben «unas diez llamadas diarias para recoger animales abandonados«, muchas de las cuales, directamente, no pueden ser atendidas. Y, por si todo eso fuese poco, el frente de las colonias de gatos continúa abierto, en franco avance y sin que abunden los recursos propios para revertir esa dinámica por medio de esterilizaciones. La única fórmula, por otra parte, que, aunque lenta, ha demostrado ser eficaz para ello.
«El fenómeno del abandono ha cambiado, pero sigue ahí; si antes se daba más en zonas rurales, ahora se ha trasladado a la ciudad»
Alicia Quesada, presidenta de la Fundación ‘Amigos del Perro’
Quesada es tajante cuando se le pregunta por este asunto. «No se puede dejar el peso de la esterilización de miles de gatos en manos de una protectora, que está siempre bajo mínimos«, sentencia. Con esa frase saca a la superficie la que es, por emplear el símil animal, una de las patas del problema: la necesidad de más recursos públicos. En otras palabras, la urgencia de que se inyecten a los Planes CER profesionales, herramientas y, sobre todo, dinero, los tres ingredientes primordiales que, debidamente combinados, han probado su efectividad en otras ciudades de España aquejadas del mismo mal. Pero, como se ha dicho, esa es sólo una pata. De entre las cruciales, la otra es la del compromiso social… Y esa sí que es muy difícil de atacar. «El fenómeno del abandono ha cambiado, pero sigue ahí; y, si antes se daba más a menudo en zonas rurales, ahora se ha trasladado a la ciudad«, ahonda Quesada. La casuística es de lo más variada: una pareja que se separa, el nacimiento de un niño, una tragedia en la familia, la pérdida de interés… Por cualquiera de esas razones, y por muchas más, «la gente abandona a sus mascotas, o lo intenta. Y no debería ser así; el Albergue tendría que ser para los animales que verdaderamente lo necesiten«.
Claro, que, cuando se piensa en abandono, la imagen que más a menudo acude a la mente es la del perro dejado atrás en una cuneta, u olvidado en la vivienda ya desalojada. Sin embargo, los gatos también son susceptibles de sufrir ese desprecio… Y no es raro que muchos de ellos terminen en las colonias urbanas, registradas o no. Su llegada hace de contrapeso a las, hasta la fecha y a juicio de Quesada, insuficientemente eficaces campañas de esterilización. Pero es que, a mayores, y rescatando lo descrito al inicio de este texto, no escasean los ciudadanos que, al ver a esos gatos callejeros, les dan comida, agua, cariño y, en suma, unas condiciones aptas para sobrevivir… Y procrear. También en ese punto el compromiso social debe ser firme. «Cueste más o menos, los miembros de las colonias regulares están castrados, por lo que, conforme envejecen y mueren, esa agrupación desaparece«, matiza la presidenta de ‘Amigos del Perro’. Basta que se cuelen unos pocos ejemplares abandonados no controlados y que, a mayores, se les cuide, para que todo lo logrado se pierda de un plumazo. Y los efectos podrían llegar a ser bastante incómodos… A fin de cuentas, «no es sano tener tantos gatos en una ciudad. Es incompatible con la salubridad«.
«Hay que identificar las colonias, esterilizarlas… Y lograr que el vecino se haga responsable de su mascota»
Alicia Quesada, presidenta de la Fundación ‘Amigos del Perro’
Un alegato parecido hizo este martes la concejala del PSOE de Gijón María Caunedo, al criticar al área municipal de Medio Ambiente, encabezada por el edil Rodrigo Pintueles, porque el presupuesto de este año para el Plan CER ya estaba agotado a seis meses de diciembre, y afeando la supuesta negativa del titular de dicha Concejalía a destinar más dinero en un momento previo a la inminente temporada de celo. Sólo unas pocas horas después, el aludido Pintueles contraatacaba anunciando la aprobación del nuevo Plan CER, elevando el montante total para el ejercicio de 2025 a 120.000 euros, una cuantía «muy por encima de los 18.000 euros dedicados en el mandato anterior de PSOE e Izquierda Unida (IU)». Un tira y afloja político que, en la práctica, poco importa a Quesada y a su equipo de voluntarios. Máxime después de que, hace pocos días, se confirmase que, finalmente, no se construirá un nuevo Albergue en Serín, sino que se ampliará el actual… Toda vez que se llegue a un entendimiento para ello con el Consorcio para la Gestión de los Residuos Sólidos de Asturias (COGERSA), propietaria del terreno. «Lo de ese nuevo centro es algo constante, incumplido por unos Gobiernos tras otros; quizá un día llegue uno que lo cumpla, y por eso no me preocupa tanto como lo de las colonias«, zanja. «Esa sí es una cuestión prioritaria. Hay que identificarlas, esterilizarlas… Y lograr que el vecino se haga responsable de su mascota. A día de hoy, es mucho más importante«.