Ya van siendo varios los municipios de España que han descolgado de su callejero el nombre de quien, por muchos años, fue el Jefe del Estado de este país y artífice al parecer indubitable del fracaso de un intento de golpe militar que podría haber acabado nuevamente con un régimen democrático en España.
La versión de esto último, o al menos la que nos cuenta la historia oficial sin que podamos disponer hasta la fecha de la documentación correspondiente para un mayor esclarecimiento de aquel episodio tan de nuestra historia, no parece pesar lo más mínimo para que esos municipios desistan de retirar ese honor al actual rey emérito.
Pesan más los supuestos casos de corrupción que le hicieron abandonar el país y acogerse a una dictadura extranjera que ese supuesto papel ejemplar jugado en la madrugada del 24 de febrero de 1981, bastantes horas después de que fuera ocupado militarmente el Congreso de los Diputados por casi 300 guardias civiles al mando de un personaje de esperpento.
Desde el pasado 27 de abril ya es oficial en Gijón que la Avenida de Juan Carlos I se llame a partir de ahora Avenida de José Manuel Palacio, primer alcalde demócrata de la ciudad, fallecido en 2005, a quien se le debe la recuperación del Cerro de Santa Catalina –uno de los ámbitos de esparcimiento más bellos de la ciudad-, la puesta en marcha de las primeras empresas municipales, la elaboración del Plan General que ordenó el futuro urbanístico, los planes de erradicación del chabolismo que tanto nos acongojó en nuestra niñez y el crecimiento de las zonas verdes con parques como Los Pericones.
Se podría pensar con esta medida que Gijón y otras ciudades del país están un poco más cerca de la Tercera República, pero seguimos echando de menos que en esa histórica villa que erradicó de su callejero los viejos nombres de la dictadura no se haya reparado el nombre de la calle del 14 de abril, que ese trío de militares facciosos de la fotografía descolgó un 21 de octubre de 1937 de una de las esquina del edificio del antiguo Instituto Jovellanos, en la calle de Begoña, según apreciamos por la vista parcial de la fachada de la vieja Escuela de Comercio. Posiblemente no hubo fecha más celebrada en la historia de este país, ni en la de Gijón -según consta en las crónicas- que la de ese día, al que cada año se le dedican homenajes y conmemoraciones.
«La República había venido por sus cabales -escribió Antonio Machado, que vivió el 14 de abril izando la bandera tricolor desde el balcón del ayuntamiento de Segovia-, de un modo perfecto, como resultado de unas elecciones. Todo un régimen caía sin sangre, para asombro del mundo. Ni siquiera el crimen profético de un loco, que hubiera eliminado a un traidor, turbó la paz de aquellas horas. La República salía de las urnas acabada y perfecta, como Minerva de la cabeza de Júpiter».
Que esa fecha no tenga nombre en los callejeros de España denota que arrastramos una gran deuda con el primer periodo democrático de nuestra historia.
Félix Población es periodista, escritor e investigador de la memoria histórica