Contra la Cooficialidad ha deformado su razón de ser en una turba de personas que no tienen otra cosa mejor que hacer que meterse con otros sin conocerlos
TURBA (RAE): Muchedumbre de gente confusa y desordenada
La opinión pública asturiana nunca dejará de sorprenderme. Desgraciadamente, muchas veces en su vertiente más negativa. Desde hace tiempo, la plataforma Contra la Cooficialidad ha estado jugando entre dos aguas: la crítica legítima hacia una decisión política y la descalificación ad hominem de nuestros paisanos que no son de su cuerda. Su último objetivo, una compañera de miGijón. Una foto de su cara y su perfil en redes, bajo el texto “no te enrolles, te puedes definir con una sola palabra: pesebrista”, es la carnaza simplona que esta plataforma suelta a sus tigres para que hagan sangre a cuenta de una persona que no conocen, cuya brillante trayectoria laboral habla por sí misma. Pero la turba ataca y, lo peor, parece disfrutar del escarnio.
Muchas veces me pregunto qué poso le queda a alguien que descalifica de forma gratuita a otra persona en redes. Entiendo que sucesivamente se dirigirá a su pareja, hijos o padres, para hablar de las banalidades cotidianas o que continuará su jornada laboral como si nada, para seguir de forma natural con el resto del día. Entiendo que en ningún momento se pregunta el daño que hace, o si son correctos sus argumentos. Dirimir justicia o injusticia no es su responsabilidad, porque en la cabeza de estos usuarios, las redes son la selva y ellos los exploradores que se abren camino a machetazos.
El peor enemigo de lo que se supone que reivindica esta plataforma son sus formas. En este medio, dicho grupo ha tenido voz para exponer sus legítimas ideas acerca del uso o no uso de la lengua asturiana. Pero ese no es el tema. Hablamos de respeto. Hablamos de convertir un discurso cívico de oposición de ideas en Salem 1692, o de forma más reciente, en el Macarthismo americano de los años cincuenta.
Contra la Cooficialidad ha deformado su razón de ser en una turba de personas que no tienen otra cosa mejor que hacer que meterse con otros sin conocerlos, en llamarles vagos, aprovechados, y eso es lo más suave que se puede leer en sus comentarios. Sin la persuasión, como dijo el gran Unamuno, nadie convencerá a nadie. Eso es así desde el principio de los tiempos.
Agustín, me parece que exageras. Es un tuit que no va a ningún lado.
No exagera ni un ápice.Se empieza por un tuit y se va creando una cadena de odio contenido. Ahora son tuits,pero hace unos años eran calumnias transmitidas por radio o periódicos de la época. ¿Recuerdas a Joseph Goebbels?. Pues se empieza por ahí, y van apareciendo,los Inda,Villarejo,Ferreras y demás calaña. Por eso,compañero Carlos hay que denunciar cualquier situación de este tipo. Me encanto tu artículo Agustin.