El Ayuntamiento afirma que está ultimando los pliegos del contrato, pero tanto en la Plataforma de Bernueces como en la Federación ‘Les Caseríes’ temen que el proceso se demore más allá de la fecha prometida

«Estamos en lo de siempre: prometer, prometer, prometer… Pero, a la hora de cumplir plazos, imposible; y tiene mala pinta». Con esa resignación en la voz, y una mueca desencantada en el rostro, Hugo de la Fuente, presidente de la Plataforma de Bernueces, revisa los detalles del proyecto de instalación de las ansiadas cámaras de videovigilancia en la zona rural de Gijón, mientras se pregunta, como tantos y tantos vecinos de dicha área, cuándo se materializará de una vez por todas. Una duda razonable que, por el momento, no tiene una respuesta precisa. Y es que, aunque a principios de febrero la concejala de Seguridad Ciudadana, Nuria Bravo, aseguró que dicho sistema de seguridad estaría colocado «en abril, a más tardar», para tratar de atajar los asaltos a viviendas, los pliegos aún están en fase de redacción, y es poco probable que lleguen al Pleno de este mes, fijado para dentro de dos días. Usando la aritmética, y sumando a ese hecho los tiempos lógicos que toda licitación y obra necesitan, los temores de De la Fuente parecen plausibles.
El proyecto en cuestión es ciertamente ambicioso. En total, se desplegarán en el término municipal gijonés 73 dispositivos, de los que veinticuatro irán a parar a Cimavilla, Fomento y a la avenida Gaspar García Laviana, y los 49 restantes, a las parroquias rurales de Castiello de Bernueces, Cabueñes, Cenero, Deva, Lavandera, Santurio y Somió, además de las áreas de La Pedrera y Granda. Todo ello, por un presupuesto diferenciado de 109.623 euros para la parte urbana, y de 171.643 para la rural. 281.266 euros de inversión en total. Una cantidad que «nos sonaba bien», como también resultaban sugerentes las características del despliegue. «Nos hablaron de unas cámaras muy avanzadas, que hacían un control exhaustivo del coche, que registraban la matrícula de una cámara a otra… Todo eso queda muy guapo, pero la realidad es que pasa el tiempo y no tenemos nada. Evidentemente, hay unas normativas y unos plazos, pero es que ni siquiera está licitado», protesta De la Fuente.
«Era horrible aquello de marchar de casa con la duda de si, cuando volvieses, descubrirías que habían entrado, habrán matado al perro…»
El Ayuntamiento ha confirmado ese punto. En un escueto comunicado, el Ejecutivo local reconocía esta misma mañana que «están ultimándose los pliegos para que salga próximamente la licitación». Y es precisamente esa antepenúltima palabra, ‘próximamente’, la que más exaspera a los vecinos de la zona rural. «A este paso, las tendremos para septiembre, como siempre«, vaticina el presidente de la Plataforma. Su único consuelo es que, por el momento, lo que hasta hace unos meses fue una verdadera oleada de robos en inmuebles se ha calmado sensiblemente. «Ya no hay tantos como hubo, pero siguen pasando; supongo que los ladrones estarán ahora en otras zonas, pero en cualquier momento pueden volver a tener interés por Gijón», comparte. Y eso es lo que inquieta, y mucho, a los lugareños, que aún tienen frescos los recuerdos de aquellos tiempos. «Era horrible aquello de marchar de casa con la duda de si, cuando volvieses, descubrirías que habían entrado, habrán matado al perro…«, rememora De la Fuente. Ahora «estamos más tranquilos, sí, pero sabemos que algo hay, y eso inquieta. A mí me asaltaron la casa dos veces, y dije que a la tercera me iría».
Aunque más comedidos en sus manifestaciones, tampoco en la Federación de Asociaciones de Vecinos Rurales ‘Les Caseríes’ las tienen todas consigo. «La preocupación es constante», afirma su presidente, Miguel Llanos. También él recibió la promesa de que en abril llegarían esas cámaras que, como todos, aguarda «como agua de mayo», si bien su optimismo es mayor, y confía en que, de un modo u otro, o se cumpla el plazo, o se retrase lo mínimo posible. «Serían de gran ayuda», concede. Hasta ese momento, también él reconoce que la actividad de los delincuentes ha bajado. «Se empezó a notar ese descenso cuando se anunció que había caído la ‘banda del Mercedes’ en Barcelona«, aclara Llanos. Así y todo, hace escasas semanas hubo un nuevo asalto a un chalet, en la parroquia de Castiello. «Cuando llegue esa videovigilancia, todos dormiremos más tranquilos; ojalá no tarde más de la cuenta», concluye.
Ahora resulta que por el miedo de unos cuantos dueños de chalets en zona rural tendremos que vivir un Gran Hermano en el que nos controlen a todos los que vayamos a Castiello.
Habrá que preguntarse si el motivo de los asaltos es el dinero B que muchos empresarios tienen en sus casas ¿o es para robarles la tele? ¡venga ya!
Que se paguen ellos una seguridad privada o que se vengan a vivir a la ciudad en la que no están aislados y pasarían mas desapercibidos o que guarden su dinero en el banco, pero me temo que eso no es posible legalmente.