Dos años después de fundar en Gijón el laureado Abarike, esta reina de los fogones regresa a Madrid Fusión reconocida por su defensa de una hostelería sostenible, decidida a cautivar con sus creaciones… Y convertida en la nueva embajadora de BMW Triocar

Cada vez que Lara Rodríguez Díaz, ‘Lara Roguez’ (Gijón, 1984), observa el calendario de 2025 y deja que su mirada se deslice hasta la cuadrícula correspondiente al mes de abril, una sonrisa ilumina su rostro. Y no porque sí, ni mucho menos, sino por una razón de peso elevado… Y fácilmente comprensible. Será entonces cuando Abarike, el restaurante que esta veterana cocinera regenta en la céntrica calle Melquíades Álvarez de Gijón desde 2023, cumpla su segundo año de vida, confirmando así la validez de un proyecto único en la ciudad que, hoy por hoy, ostenta no pocos méritos, reconocimientos y galardones. Pero el éxito no debería quedar encerrado dentro de un pequeño marco, sino expandirse hacia el exterior. Con esa convicción en mente, los próximos días 27, 28 y 29 de enero Rodríguez acudirá a la capital española para compartir una porción de lo que Abarike es en materia de filosofía creativa, sostenibilidad y, por supuesto, cocina. Será en el marco de Madrid Fusión, evento al que concurrirá el lunes como una de las seis finalistas del Concurso de Bocadillos de Autor con su lobster roll de langosta, paso previo a sus dos sesiones de cocina en vivo para la delegación del Principado fechadas para el martes, y al que será el plato estrella: La posibilidad de que Abarike sea elegido Restaurante Revelación en Sostenibilidad, imponiéndose a los otros dos aspirantes nacionales. En fin, una experiencia prometedora a punto de comenzar, y que coincide en el tiempo con un segundo gesto igualmente ilusionante para Rodríguez y su equipo: el haber sido seleccionada nueva embajadora del concesionario BMW Triocar por su uso del scooter eléctrico BMW CE-04.
Quedan menos de dos meses para que su criatura gastronómica, Abarike, cumpla dos años. Aunque pueda parecer un momento aún algo temprano, ¿se atreve a hacer un balance de la experiencia hasta la fecha?
Por ahora, está yendo muy bien; arrancamos con muy buena acogida. Claro, pensemos que abrí Abarike recién llegada de un proyecto, El Kraken, que en noviembre de 2022 había obtenido el premio a Mejor Restaurante de España. Todo eso llama, aunque este es un proyecto disferente, con más personal, más propio… A los dos meses ya vino una delegación de Guía Michelín y nos incluyó en ella; en menos de tres años tenemos tres chapas. Y el año pasado la revista Tapas nos incluyó como una de las veinticinco mejores aperturas en España. Creo que no nos podemos quejar.
Todo ello lo ha logrado, en buena medida, enfatizando el potencial de cierto concepto que gana adeptos día tras día: sostenibilidad.
Sí, ese fue un poco el objetivo. Desde el principio quisimos centrarnos en la sostenibilidad, la trazabilidad de los productos, la elección de proveedores de cercanía, el consumo energético que hacemos en Abarike… AENOR no los certificó con la máxima puntuación, la Azafrán, a mediados del año pasado, y nos dieron el certificado en la máxima puntuación, la Azafrán. Y, ojo, hicieron falta muchos meses de duro trabajo para reunir la documentación y concurrir a ellos, pero salió bien. Y nos alegra.
Aun así, todavía abundan los hosteleros reacios a abrazar esa idea de un negocio sostenible. Alegan que equivale a más esfuerzo, mayores costes, menor rentabilidad… ¿Qué les diría a esos compañeros de gremio?
Mira, pienso que, a veces, hay que ganar un poco menos, pero ser un poco más conscientes. Al final, está claro que el producto de cercanía suele ser más caro, pero es que no lo estás comprando a mayoristas, o agrandes buques factoría, sino a pequeños pescadores, que son los que están están desapareciendo. Ya no es sólo la conciencia de dejar de destruir el mar; es la responsabilidad de ayudar a preservar un modo de trabajo, una forma de vida que da sustento a muchas familias. La flota asturiana está desapareciendo, da pena verla, y eso son muchos sueldos que alimentan bocas. Aparte, opino que, si todos tuviésemos esa conciencia, serviríamos mejor producto. Muchas veces se engaña al comensal; se vende pulpo como local cuando, en realidad, viene de Mauritania o de Marruecos. Por eso no se aplica una trazabilidad. Y dará más dinero y hará que se trabaje menos, porque se requiere menos plantilla, pero al precio de cargarse algo muy valioso. Y es un dolor.

Confío en que ese escenario no amargue la ilusión que le supone regresar a Madrid Fusión…
¡Qué va! Tengo unas ganas… Terribles. En 2021 me nominaron a Cocinero Revelación, y me pilló totalmente de sorpresa, porque era algo que siempre había visto ahí, a lo lejos; como no te puedes presentar, sino que te nominan unos críticos a los que no conoces de nada… Lo recuerdo con mucho cariño. Y ahora, con lo de Restaurante Revelación en Sostenibilidad… Siendo sólo tres los negocios de toda España que compiten… Y en la quinta edición de ese premio, además… En fin, que antes de tu segundo año te hayan nominado a algo así es la confirmación de que algo estamos haciendo bien.
¿Tan bien como espera que sea considerado su bocadillo de langosta, el lobster roll?
(Ríe) ¡Oye, que a la gente que lo ha probado le ha encantado! Al final, es hacer algo un poco distinto.
Sí, pero… Combinar el concepto de bocadillo, algo tradicionalmente sencillo y humilde, con un manjar como la langosta… ¿Cómo se come, nunca mejor dicho, semejante fusión?
Viajo, o intento viajar, mucho, y confieso que los Estados Unidos me encantan. Y en Chicago los lobster rolls son una cosa muy habitual. Hay miles de sitios con que sirven bocadillos de langosta, de bogavante… Un día, pensando en cómo llevar Abarike un poco más a las casas, se me ocurrió hacer esos bocadillos, usando un pan gourmet, mantequilla francesa, metiendo ingredientes que en los hogares no sueles tener… Probamos, empezamos, y… ¡Madre mía, qué bueno está!
La prueba del bocadillo será el lunes; la elección del Restaurante Revelación en Sostenibilidad, el miércoles. No obstante, entre medias el martes cocinará para el Principado allí mismo, en Madrid Fusión. ¿Impresiona asumir esa responsabilidad?
Claro, aunque lo que más hay es ilusión. En cuanto me llaman de Turismo siempre cojo el teléfono; hasta ahora, me han mandado a sitios muy chulos. Aunque, claro, como vas de de embajador de la cocina asturiana, tienes que dejar Asturias lo más alto que puedas. Al final, se trata de llevar un poco de Asturias, con esa tradición que no podemos ni olvidar, ni omitir, e incluyendo en ello un poco de Abarike. Creo que a la gente le va a gustar.
Y… ¿Puede desvelar algo del menú que cocinará en las dos sesiones del martes, la matutina y la vespertina?
Es secreto. Sólo diré que será un plato muy asturiano, aunque con ese toque de Abarike de hacer cosas diferentes y divertidas. Ah, y que el bogavante, de alguna manera, tendrá su protagonismo.

Ya que lo menciona, volvamos a Abarike y, más concretamente, a la clientela, tanto de su restaurante como del conjunto de la hostelería asturiana. En los últimos tiempos la cocina autóctona ha obtenido varios espaldarazos; la reciente designación de la cultura sidrera como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO es, en cierto modo, un ejemplo de ello. Sin embargo… ¿El ciudadano de a pie sabe apreciar ese potencial?
Si hablamos de cocina tradicional, sí. Si pasamos a la innovación, no, rotundamente. De hecho, en Abarike, pese a estar al lado del Ayuntamiento de Gijón, la mayor parte de nuestra clientela fija es de fuera de Asturias. Son personas que vienen del País Vasco, de Cantabria, de Madrid… Algunos sólo vienen a comer y a pasar el día. Esa gente sí notamos que valora más nuestro estilo, pero los nativos siguen siendo más de sidrería. Las cosas más tradicionales gustan, y cuesta sacar a los asturianos de ahí. Y muchas veces es por esa creencia de que gastronómico, o innovador, es igual a caro… Y no es así. Claro, depende de lo que comas; si pides langosta y una lata de caviar, te sube la cuenta, pero yo también voy de picoteo, y pago lo mismo que lo que se paga en Abarike por comer bien. Tenemos que quitarnos esa mentalidad. De verdad, lo bueno no tiene por qué ser caro.
Aunque suponga alejarse de los fogones brevemente, este 2025 recién iniciado también la ha visto convertirse en embajadora de BMW Triocar. Claro, saltar de la cocina a ser la imagen de un scooter eléctrico es algo que sorprenderá a muchos… ¿Cómo se gestó esa colaboración?
Uno de los puntos sostenibles que planteamos para optar al certificado de AENOR fue la manera utilizada por la plantilla de Abarike, que es de cinco personas, para ir a trabajar, para acudir a los catering… Es un tema, el del transporte, al que le damos mucha importancia; de hecho, aquí todo el equipo viene en vehículo eléctrico o en bicicleta, y las furgonetas que alquilamos son siempre eléctricas. Y, de pronto, unido a todo eso contactamos con BMW, que le está dando mucha importancia a su catálogo de eléctricos. Decidimos unir sinergias, y ahora estoy viniendo con esta moto, la misma que usa la Policía Local, y que es una maravilla. Una batería me da para dos semanas, y recargarla me cuesta 1,70. ¡Es una locura!
En fin… Abarike y BMW son el presente, Madrid fusión es el futuro inmediato… ¿Qué le depara el mañana un poco más allá?
El 2025 va a ser nuestro año. Fijo. Tiene que serlo. De hecho, en marzo concurriremos en Barcelona a otro premio a la sostenibilidad en el Zero Challenge, patrocinado por Bodega Torres. Si sale bien, acudiremos a la final internacional, también en la Ciudad Condal, así que… ¿Cómo no voy a estar emocionada?