No cabe en la cabeza de una sociedad que aspira a la igualdad tener un callejero urbano en Gijón donde sólo el 8% de sus calles contengan nombre de mujeres
Hace unos días, paseando por el barrio del Llano, me paré frente al rótulo de la calle La Argandona y me dió por pensar quién sería esa mujer y por qué tendría ese apodo. Esto ya me había ocurrido hace algunos años con la calle Leoncio Suárez donde estuve viviendo felizmente otros pocos. Soy de esas personas curiosas que nos gusta saber el cómo, cuándo y por qué de las cosas, y el callejero playu no iba a ser una excepción. Lo curioso es que, observando los rótulos de las calles gijonesas, me di cuenta de que algo estaba fallando. Supuestamente en el callejero se recoge parte de la historia de la ciudad, de sus personajes ilustres, de su paisanaje y su momento histórico. Pero, ¿por qué hay tan pocas calles con nombre de mujer? ¿Dónde están nuestras poetas, científicas, médicas, maestras, arquitectas, pintoras, periodistas, escritoras…?
Concluyo ante estas preguntas sin respuesta que las mujeres de antes y de ahora seguimos conviviendo con la desigualdad en el mapa urbano y que también refleja una exclusión histórica fruto de un sesgo patriarcal evidente.
Indagando en la información acerca del callejero me encuentro con que en la actualidad hay aproximadamente 1.500 vías, calles, plazas y paseos en Gijón de los cuales únicamente 129 llevan nombre de mujer, y de éstas, 25 toman su nombre de vírgenes y santas (que nada tengo en su contra, pero es inquietante).
Pero volvamos al hilo que me lleva a escribir acerca de la invisibilidad de las mujeres en nuestro callejero. La calle “La Argandona” situada entre Río de Oro y Santa Justa, resulta que corresponde a la mismísima Doña Xosefa Jovellanos, pero lo tremendo de esa denominación es que fue tomada de su marido, Domingo González de Argandona, y no de su nombre de pila. Total, que entre pitos y flautas, Xosefa tiene una calle con su sobrenombre, que resulta que es de su marido y que la anula de pies a cabeza. ¿Conocen a alguien que sepa quién ye La Argandona? Yo hasta ahora no. Pues sepan que Xosefa de Jovellanos fue la primera mujer escritora en asturiano, ilustrada, defensora de las causas sociales y fundadora de la escuela para niñas “Nuestra Señora de los Dolores” para favorecer su acceso a la educación, en tiempos en los que sólo ese privilegio era otorgado a los varones.
La primera calle con nombre de mujer que tuvo Gijón fue la de María Bandujo, pariente lejana de Melchor de Jovellanos, tras ella vino el turno de la calle Adosinda (nieta de Pelayo) seguida de la calle Concepción Arenal, ya por el año 1902. Sólo unos puñaditos más de mujeres han protagonizado el callejero gijonés desde entonces. Dicho esto, creo que estamos en deuda con las mujeres que han sido relevantes en nuestra historia pasada y reciente y que han quedado en el olvido a conciencia y a sabiendas. Si no tenemos figuras de referencia de mujeres en nuestros callejeros estamos potenciando el estereotipo de que las mujeres no debemos dedicarnos a actividades de relevancia pública, al menos ese es el mensaje encubierto que se traslada.
Reflexiono acerca de las posibles medidas a adoptar para equilibrar semejante despropósito. Se me antoja acertado el compromiso por parte de los ayuntamientos la consideración de marcar como prioritaria la tendencia hacia la paridad a la hora de dilucidar la nomenclatura de nuestra calles. No cabe en la cabeza de una sociedad que aspira a la igualdad tener un callejero urbano en Gijón donde sólo el 8% de sus calles contengan nombre de mujeres. Lanzo el guante malva a quién me lea. No es de recibo que tengamos que realizar labores de investigación personal para saber quiénes fueron La Argandona o La Pondala. Hoy escribo por ellas, por nuestras olvidadas, nuestras invisibilizadas, nuestras Xosefas acalladas. Hoy lanzo el guante malva a quién me lea.
“Porque hay una historia que no está en la historia que sólo se puede rescatar escuchando el susurro de las mujeres” (Rosa Montero. Historia de mujeres)