Las catorce agrupaciones denuncian que no han recibido las autorizaciones municipales y critican la «barrera burocrática» con la que lidian; Divertia informa de que «no se ha conseguido un lugar definitivo» para los ensayos, pero confirma que «el proceso habitual ya está en marcha»
Estando como estamos a 16 de octubre, quedan aún cuatro meses para que Gijón vuelva a teñirse con los colores, la música, la alegría y la folixa propias de cada nuevo Antroxu. No obstante, a pesar de ese aparentemente largo lapso por delante, la festividad en cuestión ha cobrado protagonismo este jueves… Y no para bien. Las catorce charangas encargadas de amenizar el Carnaval gijonés han hecho público en sus respectivas redes sociales un escrito consensuado con el que, desesperadas, critican que aún no han obtenido los permisos municipales para comenzar los ensayos, y reclaman al Ayuntamiento más agilidad en la tramitación de dichas licencias, toda vez que el tiempo apremia y la ‘hora cero’ se aproxima… Un proceso que, aseguran en la empresa de festejos Divertia, encargada de expedir las autorizaciones en colaboración con la Concejalía de Medio Ambiente, «ya está en marcha», después de que fracasase el intento de hallar un espacio definitivo para que las agrupaciones practicasen sus espectáculos sin importunar a los vecinos.
«Esta situación pone en riesgo la preparación, la calidad y la propia continuidad de nuestras actuaciones«, advierten las charangas en el texto, revelando así su desgaste al toparse con una suerte de «barrera burocrática» que ralentiza la obtención de permisos. En este punto, conviene recordar que, en ausencia de un lugar unificado en el que ensayar, las formaciones en cuestión tiran de inventiva, resolución y buenas dosis de solidaridad para dar con espacios en los que hacerlo; así, aquellas incapaces de disponer de un local propio suelen recurrir a las instalaciones de los colegios públicos operativos en la ciudad, una solución práctica, si bien no ideal… Que, no obstante, entraña un riesgo: el de denuncias de los lugareños por exceso de ruido, toda vez que los ensayos deben hacerse fuera de los horarios lectivos y, a menudo, hasta horas nocturnas no contempladas en la normativa municipal. De ahí que los permisos resulten imprescindibles para evitar incidentes… Y que su falta llene de temor a los participantes. Los mismos que, en el escrito, reclaman a las Administraciones «que escuchen esta reivindicación y actúen con rapidez para devolver a las charangas el espacio que merecen«.
El guante arrojado por las agrupaciones, y del que se están haciendo eco varios partidos políticos y cientos de ciudadanos de a pie en las redes, ha obtenido respuesta por parte de Divertia. Consultados sobre el particular por este periódico, los responsables de la empresa municipal de festejos han afirmado que «se demoró el permiso porque se estaba intentando conseguir un lugar definitivo» para los ensayos, algo que, «por el momento, no se ha logrado«. Precisamente por eso, y a fin de no retrasar más la situación, «el proceso habitual está ya en marcha, para que puedan empezar a practicar cuanto antes«. Unas declaraciones con las que se espera aplacar el malestar que invade a los miembros de las charangas, pendientes del calendario, y plenamente conscientes de que «un Antroxu no se prepara en tres meses; es una forma de vida durante todo el año, una manera de compartir arte, amistad y cultura popular, y cuando acaba un Carnaval, empieza otro«. Por todo lo anterior concluyen recordando a propios y a ajenos que «cada año generamos ilusión, participación ciudadana y un ambiente único que siguen y aplauden miles de gijoneses«.