
Corrían los años noventa, pero el Antroxu ya estaba consolidado desde 1982. Las charangas ya tenían vida y ganas de fiesta. Ellas fueron las primeras en tunear espontáneamente a nuestro Rey Pelayo

Los personajes de nuestro Antroxu son tan variados como estrambóticos. Algunos están sacados de la chistera de Divertia y otros de las mismísimas entrañas de los barrios de la ciudad, ósea de las charangas.
Mientras la Sardina llega al Puerto Deportivo nadando desde ni se sabe, la estatua impertérrita del Rey Pelayo, observa como esta se hace la más mejor amiga de los charangueros. En cambio, a él, que en su vida terrenal fue tan fuerte y valiente- las leyendas cuentan incluso que se enfrentaba a los osos a mordiscos- le plantan una grúa frente al careto para enfundarlo en la última ocurrencia de las mentes pensantes encargadas de tan interesante asunto. De hecho, su disfraz es casi, casi, como un secreto de estado. Hasta que no se da por leído el pregón, nadie sabrá cómo lucirá ese grandullón de bronce y de casi tres metros.
¿Y quién fue el ideario de tan fantástico desatino? Se lo contamos.
Corrían los años noventa, pero el Antroxu ya estaba consolidado desde 1982, año en el que tuvo lugar el primer desfile que recorrió el paseo de Claudio Alvargonzález, desde el Muelle hasta el paseo de Begoña. Las charangas ya tenían vida y ganas de fiesta. Ellas fueron las primeras en tunear espontáneamente a nuestro Rey Pelayo.
Por motivos evidentes de seguridad se hace cargo de ello el Teatro Jovellanos, ahora Divertia. A partir de ese momento la empresa de festejos cuenta con profesionales, como Verticales, que son los que ahora se encaraman, ayudados por una grúa, y se parapetan ante Pelayo. De echo la mano que en este caso no mece la cuna, pero cambia de indumentaria al sufrido rey, tiene nombre y apellidos. Es Yosi Pérez Villanueva.
Esa acción se ha convertido en uno de los momentos estelares del antroxu. Ocurre justo un día después del jueves de Comadres.
A día de hoy quedan aún 21 jornadas, pero nosotros podemos viajar en el túnel del tiempo y recordar de qué guisa lució Pelayo en el año 2003, así que empecemos.
Ese fue un año muy convulso y marcado mundialmente por manifestaciones en contra de la guerra de Irak.
George Bush, por aquel entonces presidente de los Estados Unidos, apoyado por Tony Blair y José María Aznar, presidentes de Reino Unido y España, querían invadir Irak para derrocar a Sadam Husein.
Las manifestaciones en todo el mundo, con mayúsculas, no tienen precedentes a día de hoy y el grito “No a la guerra” inundó el cargadísimo ambiente. No hubo armas de destrucción masiva, como se dijo en un principio, pero sí un millón de personas fallecidas. Nuestro puntito en el globo terráqueo, no fue menos. Pelayo también tenía que protestar, así que se bajó de su pedestal para que la mismísima Miss Liberty dirigiera por unos días el cotarro antroxero desde sus “ojodolares”.