La «falta de planificación» y los «retrasos» en la ejecución del proyecto, denuncian, pueden comprometer que el alumnado desarrolle el próximo curso en el centro educativo

Las familias del alumnado del Colegio Los Campos, en Gijón, han estallado ante ante la posibilidad de un «desahucio educativo» por el que sus hijos e hijas se vean obligados a dejar atrás su centro debido a las obras que se llevan a cabo en el espacio, financiadas con fondos europeos y gestionadas por el Ayuntamiento. Tal y como trasladan las familias mediante un comunicado, la «falta de planificación» y los «retrasos» en la ejecución del proyecto pueden comprometer que el alumnado desarrolle el próximo curso en el centro educativo, y denuncian la «ausencia de una alternativa clara».
En el mismo comunicado también hablan de «falta de transparencia y diálogo institucional», así como de lo que consideran una «gestión ineficiente» por parte del consistorio, recordando que se ha estado «cerca» de perder la financiación europea al incumplirse los plazos establecidos. Desde la Consejería de Educación del Principado se ha planteado a la comunidad educativa la posibilidad de habilitar una zona del propio centro actualmente en desuso para continuar el curso, una opción que, según estas familias, no implicaría riesgos para los menores, pero de la que sin embargo carecen de «información clara».
Las obras, iniciadas en enero de 2025, tienen como objetivo transformar Los Campos en un centro “de última generación”. Así lo explicaba en su momento el concejal de Infraestructuras Urbanas y Rurales del Ayuntamiento de Gijón, Gilberto Villoria, quien señaló a principios de este año cómo los trabajos se desarrollarían en dos fases para compatibilizar la actividad educativa con las reformas. Entre las actuaciones previstas se incluían ya entonces mejoras en eficiencia energética, redistribución de espacios o revestimientos y protección contra incendios, con una fecha prevista de finalización fijada en marzo del próximo año. El concejal aseguró hace meses que los trabajos iban “en plazo” -algo negado por las familias- y que se preveía avanzar a la siguiente fase durante el verano.