Durante su comparecencia, las cuatro religiosas expresaron su deseo de que “se escuche la voz de la comunidad” y señalaron que su intención es recuperar la autonomía que, a su juicio, les fue arrebatada

Nuevo capítulo en unas de las polémicas eclesiásticas más sonadas de los últimos tiempos en España. Las exmonjas de Belorado, ahora afincadas en Asturias y encabezadas por la exabadesa Laura García de Viedma, comparecieron ayer miércoles ante el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Briviesca (Burgos), donde ratificaron su denuncia contra el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, por supuestos delitos de coacciones, revelación de secretos y administración desleal. Las denunciantes aseguraron ante la jueza haber sufrido un “perjuicio fuerte y prolongado” derivado de la actuación del prelado.
Durante su comparecencia, las cuatro religiosas —Laura García de Viedma, Susana Mateo, María Paz Ana Rubín e Isabel Jiménez Moratilla— expresaron su deseo de que “se escuche la voz de la comunidad” y señalaron que su intención es recuperar la autonomía que, a su juicio, les fue arrebatada mediante una “intromisión atropellada e impuesta desde fuera”. La denuncia fue inicialmente presentada por García de Viedma y Mateo, y posteriormente ampliada por Rubín y Jiménez Moratilla. A raíz de ello, la Audiencia de Burgos ordenó la toma de declaraciones tanto a las exmonjas como al propio arzobispo.
A la salida del juzgado, Susana Mateo reiteró que el proceso busca justicia ante lo que consideran una “persecución”, y destacó la capacidad del grupo para “reinventarse” y sacar adelante su comunidad. Subrayó además la “unidad” entre las exreligiosas y su voluntad de continuar adelante “hasta que les dure la fuerza”. Por otro lado, Francisco Canals, portavoz del grupo, anunció que hoy jueves, coincidiendo con el primer aniversario del manifiesto católico que originó el cisma con la Iglesia, se publicará una versión resumida del texto original. El nuevo documento, reducido de 86 a 56 páginas, prescinde de la influencia de la Pía Unión y de las figuras del autodenominado obispo Pablo Roja y el supuesto sacerdote Francisco José Ceacero.