“La prioridad ha de ser conseguir la igualdad en todos los ámbitos”
miGijón concluye hoy la serie de reportajes publicados en esta semana de la celebración del Día Internacional de la Mujer dedicados a las vocalías de la mujer que forman parte de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Gijón. Su nacimiento a principios de los años 90 ha sido fundamental para impulsar el papel de la mujer en el asociacionismo y el movimiento feminista. Hoy hablamos con algunas de aquellas pioneras como Tita Caravera, hoy presidenta de la AVV del barrio de La Arena, Carmen Duarte, de la AVV Fumeru del Llano o Tina Alonso, de la AVV Laviada. A sus testimonios, que nos ayudarán a entender cómo ha sido la evolución de estas herramientas vitales para los avances en derechos de la mujer, unimos a las líderes de este movimiento hoy, como Charo Blanco, actual coordinadora de las vocalías desde la FAV. Todas ellas celebran los avances conseguidos y señalan los retos futuros y el camino hacia la consecución de la plena igualdad.
Las pioneras: de la cocina a la vocalía para “sacar a las mujeres de casa”
Las primeras vocalías de la mujer nacieron en Gijón entre 1992 y 1996 en barrios como La Calzada, El Coto o Nuevo Gijón. Las pioneras que las pusieron en marcha recuerdan aquellos primeros años como “muy difíciles” porque “tuvimos que convencer a los hombres de que buscar la igualdad no era ir en su contra”, asegura Carmen Duarte, una histórica del movimiento vecinal y feminista que a sus 73 años y tras toda una vida dedicada al frente de la vocalía de la mujer de la AVV Fumeru del Llano.
“Entonces los hombres creían que una mujer no hacía nada en una asociación ni una vocalía, que tenía que estar en casa con su marido y la pata quebrada”, dice. Poco a poco, las mujeres fueron rompiendo aquellos muros que las mantenían en sus casas al frente del cuidado de la familia. ”Empezamos organizando cursos de ganchillo o manualidades. A partir de ahí, las mujeres se fueron involucrando poco a poco en la vida social y el movimiento feminista de Gijón”, recuerda Tita Caravera, actual presidenta de la AVV La Arena y una de las primeras mujeres en incorporarse al movimiento vecinal que creó en 1990 la vocalía de la AVV de El Coto, al frente de la que estuvo casi una década. Tita vivió aquellos años de impulso al movimiento feminista apoyados por los gobiernos municipales de Vicente Álvarez Areces que en 1988 creó la primera vocalía específica de la mujer, al frente de la que estuvo Gloria Ortiz.
“Los comienzos fueron muy duros porque tuvimos que convencer a los hombres de que buscar la igualdad no era ir en su contra”
En 1989 nace el consejo de Mujeres que agrupa a 22 asociaciones, en 1995 el centro Asesor de la Mujer y un año después comienzan a ponerse en marcha los primeros planes de igualdad, se ponen en marcha entre los años 1996 al 2005. Aquellos primeros años dice, supusieron “un salto muy grande” gracias a la ayuda, recuerda, de María José Ramos, primera teniente de alcalde en el gobierno municipal de Vicente Álvarez Areces entre 1995 y 1999 a la que posteriormente siguieron otras como Dulce Gallego, Begoña Fernández o Gloria Ortiz cuyas convicciones fueron fundamentales en el impulso del movimiento feminista en la ciudad. En aquellos años nació el programa Femenino y Plural que entonces supuso una herramienta fundamental para fomentar la participación femenina y que hoy sigue de plena vigencia. “Las mujeres que se apuntaban a las actividades nos decían, hay todo esto en Gijón y yo no estoy enterada”, recuerda Tita. Ahí se empezaron a tejer amistades entre ellas: para hacer excursiones, salir a caminar o tomar un café.
El camino para conseguir tener hacerse un hueco no fue fácil. Tuvieron que pasar varios años para que una mujer fuera elegida como presidenta de una asociación vecinal. “ A las mujeres siempre se nos cuestiona nuestra valía”, lamenta Tita, “mientras que a ellos se les da por hecho que saben”. Conseguido el objetivo de que las mujeres salieran de casa, el siguiente fue fomentar la emancipación de la mujer y su libertad de pensamiento. “En aquella época, cuenta Duarte, “conocí a muchas mujeres que pensaban lo que les decía el marido”. Los viajes que empezaron a organizar, también cumplieron un papel muy importante. “Las mujeres no estaban acostumbradas a ir solas a ninguna parte y en algunos casos, ni a manejar dinero”, recuerda Caravera. “A las excursiones iban solas y volvían con amigas”. Otra veterana, Tina Alonso, que con 82 años todavía sigue involucrada en las actividades de la AVV de Laviada, recuerda la lucha de aquella generación de mujeres que empezaron a denunciar la violencia de género y destaca como un hito, la creación de la Casa Malva que permitió un gran cambio: la mujer maltratada y amenazada dejó de estar escondida.
“Nos costó mucho conseguirla pero fue una cosa que mereció la pena”, resalta. Alonso destaca además, los años en que las mujeres se pusieron al frente de otras reivindicaciones llevadas a cabo en la ciudad como la petición de construcción de colegios o centros de salud. “Fuimos las mujeres las que íbamos con nuestros hijos pequeños a cortar la calle”. Preguntadas por el balance de lo conseguido y los retos a seguir, las veteranas apuntan: “No todo son avances, se han dado algunos atrás”, apunta Tita Caravera. “El otro día revisando papeles de los años 90, me di cuenta de que estamos reivindicando lo mismo”. Como factores que pueden haber condicionado este retroceso, señala el recorte de las ayudas municipales en temas de mujer. “Se nos ningunea en los presupuestos municipales, no hay una partida específica para mujeres”, denuncia. “Se han quitado subvenciones a actividades como por ejemplo las excursiones que cumplían una función muy importante de enriquecimiento cultural y socialización”, señala y que “les permitían ser ellas mismas durante un fin de semana, sin depender del marido”. Para Carmen Duarte, la lista de deberes pendientes comienza por acabar con la brecha salarial, la trata humana y la prostitución o los vientres de alquiler. Además, apunta, “tenemos que conseguir estar representadas en todos los órdenes de la vida con voz y voto. Poder hablar y decidir y que se nos valore lo que somos y al mismo tiempo, desde las vocalías, seguir proporcionando a las mujeres herramientas para se puedan ir empoderando y haciéndose a ellas mismas”.
Las que llegan, ante el reto de no perder los derechos conseguidos y seguir avanzando
El movimiento vecinal y las vocalías de la mujer tienen en nombres como Charo Blanco, presidenta de la AVV de Moreda y coordinadora de las 19 vocalías actualmente adscritas a la FAV, Josefina Pastur de El Muselín Vivo que se acaba de incorporar a la nueva junta directiva de Manuel Cañete reelegida recientemente o Virginia y Amparo que hace apenas tres años cogieron las riendas de la vocalía en la AVV Alfonso Camín de La Calzada, la nueva sabia que se enfrenta desde las vocalías a los nuevos retos. “Aquellas pioneras que vivieron cosas muy duras, hoy empujan a las nuevas”, cuenta Charo Blanco. Sin embargo, apunta, “el problema que tenemos es que la generación de mujeres jóvenes que deberían de coger el relevo, están ahora en otras batallas, como las AMPAS, asociaciones o sindicatos”.
“Tenemos que seguir proporcionando herramientas para que las mujeres se sigan empoderando”
Charo se encarga de informar y coordinar la oferta de cursos y talleres que llegan a través de la Oficina de Igualdad y los cursos del programa Femenino y Plural. Con la perspectiva del tiempo y los logros conseguidos, destaca la importancia de la participación femenina no solo a través de las vocalías sino también de otras actividades organizadas desde los colectivos vecinales. “Las mujeres son el motor de las asociaciones porque a diferencia de los hombres que prefieren pasear o tomar algo en el chigre, prefieren socializar”, resume. “Y al mismo tiempo, debido a que somos más inquietas, hay una búsqueda constante de formación e información”.
Los objetivos para los que se crearon las vocalías de la mujer siguen estando hoy vigentes. Sin embargo, las líderes actuales trabajan con varias dificultades añadidas: el envejecimiento de la población y el aumento de la soledad no deseada en el caso de las mujeres mayores y en el de las jóvenes, su incorporación al mercado laboral sin haber conseguido una corresponsabilidad del hombre en el cuidado de los hijos y las tareas en casa. “Queda mucho por avanzar porque todavía hay mucho machismo”, asegura Josefina Pastur, de El Muselín Vivo. Además, añade Amparo Suárez, de la AVV Alfonso Camín: “Debemos de ejercer una labor de vigilancia para no dar pasos atrás. Lo que se consiguió pende de un hilo, nuestros derechos no se pueden perder”.