El grupo asturiano mezcla folclore, electrónica y feminismo en sesiones «para todos los gustos»

Detrás de Les Greques están Paula y Marina. Una desde Mieres, otra desde Gijón. Juntas forman un dúo de pinchadiscos que mezcla música, memoria y militancia con un enfoque muy propio: feminismo, folclore y fiesta. “Empezamos en 2019, un poco de broma, con la tontería”, cuenta Marina. Pero lo que comenzó como una propuesta improvisada para animar un evento por el 8M, pronto se convirtió en algo más serio: “A partir de ahí, nos empezaron a surgir eventos, vinculados sobre todo al feminismo y a este resurgir de recuperar el folclore, la tradición, lo cañí quizás”.
Les Greques no son DJs al uso. En sus sesiones hay rumba, copla, flamenco y yeyé, pero también electrónica, funk, cuevas y Rodrigo Cuevas. “Queríamos reivindicar a todas esas mujeres que en España, desde principios del siglo XX, habían estado haciendo música y espectáculo”, explican. Y así surgió su concepto de “espeleología folclórica”: bucear en la historia pop para sacarla a bailar de nuevo.
Entre Rocío Jurado y Rodrigo Cuevas
Su repertorio es deliberadamente ecléctico. “Lo que más nos gusta: música tipo España años 60, un poco el yeyé, la rumba, flamenco… pero no nos cerramos a ningún estilo”. En sus sets puede sonar desde Manolo Escobar hasta Califato ¾, pasando por Rodrigo Cuevas, a quien admiran: “Es una manera de acercar una música que a lo mejor, de manera más orgánica, a mucha gente no le podría interesar, y él le da una vuelta que la hace muy atractiva, muy actual”.
Ese juego entre lo clásico y lo moderno no es casual. Les interesa resignificar, pero también hacer pedagogía con la música que durante años fue tachada de “casposa”. “La copla, por ejemplo, es algo que la gente asocia a lo oscuro, a lo rancio. Pero muchos letristas eran homosexuales, y las letras tienen significados ocultos. O el cuplé, que reivindicaba la libertad de las mujeres”. Todo eso lo recogieron en sus fanzines Tronío y Poderío y Orgullo y Poderío, pequeños tesoros en papel que reúnen decenas de biografías de artistas olvidadas. “Lo vendimos todo. En 2020 hicimos otro y la recaudación íntegra la donamos a Xega”.
Folclore, fanzines y feminismo
Entre pinchas y fanzines también han montado su propio colectivo: Floreros, una plataforma para “dar difusión a las mujeres que hacen cosas dentro de Asturias”. El pasado septiembre organizaron una jornada completa en Teverga: taller de fanzines, conciertos, sesión vermú y música por la noche. Ahora tienen entre manos la posibilidad de montar un festival vinculado al colectivo: “Estamos en conversaciones, pero todavía no podemos confirmarlo porque no hay nada fijo”.
Además, han participado en citas como la Folixa pola Paz o El Orgullín de Deva. También estuvieron en la presentación de la estatua de Rambal o en eventos como El niño que no fui, de Tigrillo. “Nos gusta que los eventos sean diversos, intergeneracionales y que todo el mundo se sienta a gusto”, dicen. Crear espacios seguros es una de sus máximas. “Siempre que hacemos una pinchada o un evento, intentamos que todo el mundo se sienta respetado. Lo importante es pasarlo bien y respetarnos unos a otros”.
Reivindican la fiesta y la diversidad, también en los gustos musicales. “Nos encanta todo. No somos nada rancias. Puedes poner La Plazuela y mezclarla con Raffaella Carrà o Lola Flores. Ninguna música es mejor que otra”. Critican ese elitismo que asocia ciertos géneros a una supuesta superioridad cultural.

En sus sets, lo técnico va después de lo humano: “Somos muy analógicas. Lo que más valoramos es la selección de música y saber leer al público cuando estás pinchando”. Y lo mismo con la estética. “Intentamos que la imagen también vaya acorde a la música”, explican sobre sus outfits siempre pensados para cada ocasión.
La otra cara de Les Greques es más cotidiana: ambas compaginan su proyecto musical con sus trabajos. “Paula trabaja en producción cultural y yo en Recursos Humanos”, dice Marina. Además, participa en KeepTheTalcum, un proyecto paralelo con su pareja, centrado en el northern soul y en las subculturas sixties: “Hicimos un all-nighter en Mieres y fue genial. Queremos que estas músicas lleguen a la gente, que sigan vivas”.
Después de un 2024 tranquilo, marcado por cuestiones personales, el dúo se prepara para volver con fuerza en verano: nuevas pinchadas, quizá un festival y más proyectos colaborativos: “Nos gustaría retomar la faceta de fanzines, aunque lleva mucho tiempo. Pero es algo que nos llena”.
Mientras tanto, siguen siendo fieles a su esencia: poner a bailar a la gente, sin elitismos, con memoria y con mucho poderío.