
«La premisa de que “toda la vida se hizo” es algo que debería comenzar a formar parte del pasado»

Leo esta semana unas declaraciones del director de Gestión Forestal del Principado de Asturias, dependiente de la Consejería de Medio Rural y Política Agraria, en las que se insiste en un mantra al que le quiero dedicar el artículo de esta semana. Este señor habla de mantener las masas arboladas «limpias» para poder evitar incendios. ‘Limpias’, esta es la palabra. Supongo que muchos de los que leéis este artículo también habréis escuchado en numerosas ocasiones a algunos responsables públicos, generalmente políticos, más que otra cosa, diciendo lo mismo para los ríos: el otro mantra habitual de que «hay que mantener los ríos limpios para evitar inundaciones». Y me detengo un momento en este aspecto.
Ahora que ya han pasado unos meses de la terrible tragedia de la DANA en Valencia, deberíamos insistir a nuestros queridos políticos en que un río no se desborda porque tenga un bosque de ribera, o madera muerta, se desborda porque la zona de flujo de ese caudal va mucho más allá del cauce. Un río no es una carretera de hormigón, es un elemento vivo, que se transforma constantemente, y el problema de que un río se desborde no es el río, es la planificación territorial y urbanística, y los encargados de aprobar esta planificación que, pese a conocer estos datos, se empeñan constantemente en imponer decisiones de ubicación de espacios urbanos e industriales en vegas, o terrenos donde es probable que esto suceda, que un río desborde. Y, por cierto, un río equilibrado con vegetación de ribera, meandros, islotes y piedras en su lecho ejerce mucho más equilibrio y seguridad frente a un proceso de crecida o “avenida” que un lecho de hormigón liso y laxo, como está más que demostrado. Así que los ríos limpios sí, pero de basura y vertidos contaminantes, no de vegetación. Y ahora volvamos al otro ecosistema.
Conviene empezar por insistir que todos los datos que arrojan las investigaciones y sentencias judiciales respecto a las causas y orígenes de los incendios en nada tienen que ver con la situación de las masas boscosas, y en mucho si tienen que ver con un mal entendido concepto de limpiar a base de quemar el monte por una parte del sector primario, ganadero fundamentalmente. Este dato, que sale a la luz año tras año y con cada investigación, forma parte de esos temas tabú de los que la administración pública, y menos aún los políticos, quieren hablar. Ese concepto del fuego como herramienta tradicional de mantenimiento de pastos, con la premisa de que «toda la vida se hizo» es algo que debería comenzar a formar parte del pasado. En general el “toda la vida se hizo” suele ser la justificación de mantenerse aferrado a no cambiar con los tiempos y, sobre todo, con los estudios y avances científicos. Toda la vida se hizo lo de ir 4 guajes en la parte de atrás de un Renault 7 sin cinturón, y no por ello era buena idea; también toda la vida ser tiró la lavadora al río o la cabra del campanario, y barbaridades de ese tipo y, por suerte, ya no se hace. Pero volvamos a situar el artículo. En cuanto al tema de los incendios y las masas arboladas, conviene tener claro que una masa arbolada, una explotación forestal y mucho menos un bosque, en Asturias, no arden por su propio pie, sino que en la inmensa mayoría de los casos es de manera intencionada.
La mal llamada ‘maleza’ o, mejor dicho, el ‘sotobosque’, es esa vegetación que crece bajo los árboles, diversa, más o menos prestosa, pero necesaria como lugar de cobijo de especies de fauna, como captadora de agua, como aporte de materia orgánica al suelo y un largo etcétera, y eso hay que gestionarlo, restaurarlo y en muchos casos conservarlo, no limpiarlo. Los bosques y las masas forestales se deben limpiar de basura, de latas de cerveza, de plásticos de uso ganadero y en general de cualquier resto material que algún ser humano haya decidido arrojar allí. Entiendo que el Director de Gestión Forestal del Principado piense en unos términos productivistas cuando se refiera a la explotaciones forestales, pero debemos tener mucho cuidado, ya que además de los espacios protegidos y de las explotaciones forestales, está la mayor parte del territorio de bosque de Asturias, y entiendo que no deba necesariamente protegerse, puesto que ello dificultaría las actividades del sector primario, pero tampoco debe ponerse a disposición de empresas para que sea la fuente a esquilmar, puesto que es un recurso que también se puede agotar, y si esto ocurre, en un entorno natural bastante castigado ya por los efectos de la presión antrópica, sería un gravísimo problema.
Es innegable que si los humanos requerimos energía (que es de lo que va todo esto) estamos ‘obligados’ a obtenerla de nuestro entorno, y en un proceso como en el que nos encontramos de supuesto cambio (supuesto, porque la curva de consumo de energías fósiles continua aun hoy, en 2025, ascendiendo) a otras formas de obtención de energía, la obtención de energía a través de la biomasa (aprovechamiento continuado de los recursos vegetales) es un asunto complejo y si no se hace barajando lo que nos jugamos a nivel medioambiental, puede suponer otro desastre más. Limpiemos nuestros bosques y ríos, sí, pero de la basura que depositamos en ellos.