“Saúl es súper competitivo y estoy convencido de que estará en París 2024”
“Todos los Juegos Olímpicos los hemos preparado en Trasona porque el agua es diferente, bastante dura”
“Mi padre falleció por COVID y en la entrega de medallas rompimos a llorar porque sabían lo que habíamos pasado”
Miguel García (Luanco, 1973) luce un buen moreno y no es precisamente por una prolongadas vacaciones. El entrenador que ha llevado al K-4 que lidera Saúl Craviotto a la plata, descansa unos días en casa. Pasea por Trasona entre las felicitaciones y abrazos de algún compañero por el gran resultado de los Juegos Olímpicos. Un lugar especial para el hombre que en 1994 llevó a España al bronce en un Campeonato del Mundo en México y que, en las dos últimas décadas, se ha convertido en la sombra de Craviotto. Desde uno de los pantalanes donde tanto tiempo pasa, cambia la piragua por la conversación con miGijón.
El embalse de Trasona. Podríamos decir que aquí empezó todo.
En mi caso todo mi mundo gira casi alrededor de este embalse. Paso aquí muchas horas, más que en ningún sitio. Cuando empecé, entrenaba en un club muy cerca de aquí, en un embalse que se llama La Granda, pero todas las competiciones importantes han sido aquí. De hecho, todos los Juegos Olímpicos a los que hemos ido los hemos preparado aquí, con lo cual, es mi casa.
¿Un lugar talismán?
Al principio lo decíamos casi de broma. Aparte de que por temas coyunturales lo preparamos en Trasona y va muy bien, es verdad que es un agua diferente. Es bastante dura y eso hace que sea difícil hacer buenos tiempos. No es algo que solo lo apreciemos nosotros sino que, a nivel nacional, todo el mundo que viene a Trasona sabe que las condiciones son complicadas. Tiene algo de especial y nosotros intentamos sacarle partido.
A ver si van a tomar nota otros equipos.
Últimamente vienen algunos países. Portugal estuvo con nosotros, conozco a su entrenador porque estuvimos compitiendo juntos. La Selección argentina, la belga… Es pequeño con lo que no se puede masificar. Si tuviera 1.000 metros más sería perfecto, pero es lo que tenemos.
¿Le ha dado tiempo a cargar pilas?
Más que a cargar pilas, lo que he notado ya es el relax de haber cumplido el objetivo, de haber pasado el estrés de la competición. Sí es cierto que con la familia en casa, disfrutando de mi gente estoy con las pilas al 60%, necesito un poco más (risas).
Para llegar a esta plata ha habido que sufrir mucho.
Mucho. Ha sido un ciclo muy complicado por muchos motivos: la pandemia, cuestiones de régimen interno… Teníamos seis deportistas muy buenos para hacer el K4, con lo cual eso complica. Bendita complicación porque, por otro lado, eso va hacer que la embarcación sea mejor y más competitiva. Es cierto que hubo detalles que no son de recibo y esperemos que no vuelvan a suceder.
Nos hemos acostumbrado a ver el piragüismo siempre peleando por lo más alto. ¿Eso hace que cualquier logro por debajo del oro parezca menor?
Si, además lo hemos vivido en estos Juegos. En Río y en estos, aunque los resultados no han sido tan brillantes como en los de 2016, somos la federación que más metales aporta al medallero de España. Si miramos la perspectiva desde Atenas, cita en la que David Cal empezó a sacar medallas, da la impresión de que siempre que España está en unos Juegos está obligada a sacar medalla cuando llevábamos una sequía de 30 años. Hay que tener los pies en el suelo. Digo que lo hemos vivido ahora mismo porque el quinto puesto de Arévalo y el séptimo de Saúl a la gente le supo a muy poco. Es cierto que queremos medallas y nosotros íbamos con la intención de que, en el mejor de los casos, aspirábamos a un bronce en el K1 porque para nosotros sería como un oro ya que no hemos podido preparar esa distancia. De hecho, es la primera cita donde ningún deportista ha conseguido sacar dos medallas. La gente cada vez se especializa más y una distancia como el K1-200 y el K4-500 son muy diferentes con lo que es muy difícil aspirar a dos metales.
Lo ha ganado prácticamente todo con este combinado.
Además todo muy variado. Desde distancias de 200 hasta 500 metros, desde K1,K2 hasta K4. La verdad es que hemos tocado un abanico muy amplio de distancias y combinaciones.
Dicen que usted era el más emocionado en la entrega de medallas. ¿Es cierto?
Sí lo es. En mi caso con la pandemia falleció mi padre y en ese momento hizo que todo aflorase. Los veía a ellos y ellos a mí, sabían de la situación y todos rompíamos a llorar. Hay un detalle: siempre que acaba una competición, la primera persona a la que llamo es a mi mujer, antes incluso de verlos a ellos, y ni yo ni ella somos capaces de articular palabra durante 30-40 segundos, solo se escuchan sollozos de la emoción. Era especial y así lo viví.
Hay algo que me ha llamado la atención. Tiene parte de ‘culpa’ en los logros obtenidos. Sin embargo, para los entrenadores no hay metal. ¿Esto no es injusto, sobre todo, si lo comparamos con otros deportes como el fútbol?
Nosotros lo vivimos con normalidad porque es lo de siempre, no conocemos otra cosa. Sin embargo, es cierto que sería un detalle bonito ya que formamos parte de ese equipo de una forma muy intensa y, en el caso del piragüismo, convivimos durante muchas horas. Es un reconocimiento y un recuerdo. Hay veces que las medallas pasan, pero ya no sabes ni como son (risas). Al Comité Olímpico Internacional no le cuesta nada.
En lo que no habrá dudas es en su capacidad de liderazgo. Así se lo reconocen sus pupilos. Supongo que eso también es parte del éxito.
Si no hay cierta complicidad es muy complicado sacar esto adelante. En nuestro deporte pasamos muchos días fuera de casa en Sevilla, Portugal o competiciones. En la convivencia siempre hay problemas: roces, momentos duros, buenos, malos… y hay que intentar capear eso. Desde los 16 años que entré en el equipo nacional hasta los 28 y el mismo año de mi retirada que empecé con el equipo junior (Saúl, Hernanz, Castañón..), llevo viendo situaciones de este tipo. Intento aprender de esa experiencia que tuve como deportista y como la viví y que todo vaya saliendo adelante.
Hablando de roces, ¿cómo se gestiona un terremoto interno como el que desencadenó las acusaciones de Carlos Garrote?
Nunca me había pasado. No recuerdo una situación como esta en el equipo nacional y llevo desde el año 91. Es verdad que los que se quedan fuera tienen cierto resquemor y es normal. Los deportistas son egoístas porque quieren ganar, tienen ambición y eso es difícil de contener, pero hay líneas que no se pueden sobrepasar. No se puede acusar de manipulación de tiempos porque ninguno de los implicados en la preparación estábamos en la motora de salida ni en la foto finish. Es cierto que un equipo no se forma con los cuatro mejores muchas veces. Es como si en el fútbol ponemos a disparar a gente a portería y el que más goles meta por la escuadra juega, da igual que sea defensa, portero… Una embarcación como un K4 necesita trabajar la sincronización, la empatía porque hay muchos días malos al año y si no existe ese momento en el que tu compañero te anima y te rescata… Hace un año le pasó a Toro. Estaba dentro del K4 y por problemas familiares, de adaptación entró en un momento bajo. Eso es muy complicado y no acusó a nadie de que le estuviera haciendo trampas. Es una línea que se sobrepasó solo por el hecho de decir: ‘Yo no voy, pues os vais a joder que vosotros tampoco’, fue muy feo. Tengo que decir también que siempre se habla de que la prensa busca conflictos. En este caso, todo lo contario y tengo que darles las gracias porque una vez tuvieron información se dieron cuenta de cuál era el problema y fueron los primeros en apagar el fuego.
Es verdad que no le dieron más importancia de la que requería. No al menos públicamente, pero ¿hace mella en el grupo?
El primer conflicto que tuve con los cuatro integrantes actuales del K4 fue porque querían salir a la prensa y defenderse y yo intentaba apagar el fuego manteniendo el silencio y sin entrar al toro. Después de estas circunstancias puedes salir peor o, en el mejor de los casos y no pasa siempre, con una motivación extra para demostrar que el seleccionador no se equivocó. Nos sirvió de trampolín para ir más fuertes en cada sesión. Fue muy negativo a corto plazo: Saúl bajó peso, no dormía porque no estamos acostumbrados a estar en boca de todo el mundo de esa manera, pero tengo que decir que el 95% del piragüismo español nos apoyó.
“El gusanillo siempre está ahí y tendré fuerza hasta el ciclo olímpico de París, luego ya veremos”
“Saúl preparó MasterChef como un Campeonato del Mundo: llegó al alquilar un piso en Madrid para practicar”
Hablemos de su conexión Saúl Craviotto. Dijo de usted que es el mejor entrenador del mundo y una de las personas más nobles, honestas y buenas que conocerá jamás. ¿Su relación va más allá de la de un entrenador-deportista?
Sí. Date cuenta que llevo entrenando con él desde 2001, tenía 18 años. Hemos pasado de todo: muchas alegrías y menos decepciones, pero alguna gorda y eso une mucho. También depende de la personalidad de cada uno y todas esas palabras que dice de mí puedo decirlas de él: es una persona súper competitiva, muy honesto y sincero, va con la verdad por delante y no hay dobleces. Lo que veo yo lo vas a ver tú, la frutera que le atiende, el médico que le trata cuando está enfermo… Después de tanto tiempo y tanto roce hay algo más. Es difícil que un entrenador diga que tiene amistad con el deportista y lo quiere porque la gente puede malinterpretar esto y entender que lo voy a tener en palmitas. No es el caso porque él se lo gana todos los días, los compañeros lo saben y el día que no se lo gane no voy a ser yo el que el que le diga que no se lo ha ganado y que se vaya a su casa, va a ser él el que diga hasta aquí. No es una situación que me preocupe ni que me dé miedo porque los dos nos conocemos muy bien. Va a intentar llegar a París y estoy convencido de que lo va a conseguir, pero vamos día a día.
Y a usted ¿le quedan energías para otra cita olímpica?
Ya te digo que estoy al 60%. Llevo desde los 16 años metido en esto, primero como deportista y luego como entrenador. Tengo momentos en los que estoy cansado y digo que no aguanto otro ciclo, que tengo dar un paso a un lado y ocuparme de categorías inferiores, pero también es verdad que el gusanillo y la pelea están ahí. Estoy seguro que este ciclo, al ser de tres años, va a ser muy complicado, pero muy atractivo porque no te da tiempo a bajarte cuando ya tienes que estar otra vez con la clasificación, formando el equipo… Creo que vamos a tener fuerza, por lo menos, hasta París y luego ya veremos.
Luchar por un sexto metal. Sería algo que nunca se ha escrito en la historia.
Es un reto muy complicado. Tiene dos dificultades: a nivel internacional mantenerse ahí tantos años porque Saúl ya tiene una edad, es madurito como él mismo dice y la gente que viene por detrás está pegando muy duro. Precisamente esto es lo que lo que le hace, en el día a día, estar con los pies en el suelo y esforzarse. Me acuerdo cuando llegaron Toro y Arévalo al equipo en 2012 con 18-19 años y era guerra todos los días: querían ganar todas las series de todos los entrenamientos, levantar más kilos en cada repetición… y eso genera un ambiente de superación sano en el día a día.
¿Vio un ganador desde el principio?
Tenía muy buenas condiciones físicas que era lo que se aprecia en un primer momento. Técnicamente hubo que corregir muchas cosas porque venía muy verde. Era un tío muy rápido, veloz para la altura que tenía, coordinado. Después fui descubriendo las otras virtudes en un campeón: mentalidad de ganador, llegar a la competición y crecerse, algo que no significa no ponerse nervioso sino que los nervios son necesarios en los últimos tramos de preparación de cara a las competiciones y cómo es capaz de transformarse en esas citas que son tan especiales como unos Juegos. En su caso cada vez se complica más, no solo por todo lo hablado antes, sino porque se le exige lo mismo. Creo que estos Juegos le costaron más que otros por la presión que hubo sobre su figura. Espero y deseo que los de París, si se gana esa plaza, los disfrute un poco más y que no haya tanta presión sobre él.
Lo que está claro es que el uno al otro le han cambiado la vida.
Sin duda. Es algo que esta ahí y somos consientes de ello.
Han compartido tanto que creo que solo le falta ir con él a MasterChef.
(Risas) Sería como cerrar el círculo. Me acuerdo que cuando fue no sabía cocinar absolutamente nada, te lo digo yo. En las primeras conexiones vi en Saúl que estaba preparando el programa como si fuera un Campeonato del Mundo: iba a casa a cocinar, estuvo en Casa Gerardo, nosotros comíamos en Casa Ovidio y se metía en la cocina y le enseñaban temas culinarios e incluso cuando estaba en Madrid, a la hora de grabar todos vivían en un hotel, pero se alquiló un piso para ir a la compra y empezar a practicar cosas por las noches porque no podía mientras estaba en el hotel. Estuvo preparando unos Juegos culinarios (risas). Dejó el listón demasiado alto, no me conviene presentarme a nada de eso.
Pero si se lo pidiera, ¿se lo pensaría?
Claro. Soy valiente y no me rajo, pero no sé si estaría a la altura.
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