Usuarios de la terminal de autobuses protestan por la gestión de las esperas hecha por el personal auxiliar y de seguridad, que obligó a trasladar las colas de los andenes a la calle Ribadesella
Desde su inauguración, allá por diciembre de 1941, la estación de autobuses de Gijón se ha ganado un lugar en la memoria y el corazón de generaciones enteras de vecinos y foráneos, seducidos por su inconfundible estilo ‘art decó’; el mismo que, pese a las reiteradas peticiones para dotar a la ciudad de una terminal intermodal, alimenta las peticiones de preservación del edificio. Sin embargo, recientemente el complejo ha vuelto a protagonizar cierto malestar entre sus usuarios; eso sí, esta vez no ha sido por las limitaciones de su equipamiento, sino por la decisión del personal auxiliar y de seguridad, que obligó a varios viajeros a continuar las colas en la cercana calle Ribadesella, alegando que era la única forma de que los autobuses pudiesen girar y acceder a las dársenas.
Tan pintoresco suceso se produjo al mediodía de este mismo martes en el andén número uno, el mismo que da servicio a los vehículos que enlazan Gijón con Oviedo. Con el espacio del mismo notablemente lleno de personas, aunque no abarrotado, los profesionales de seguridad y de apoyo que ejercen su labor en la terminal ‘invitaron’ a la media docena de pasajeros del final a abandonar la estación y proseguir la cola en la calle en cuestión. Es más, dicho personal llegó a desplazar en varias ocasiones a los afectados de una ubicación a otra, equipaje mediante, hasta encontrar lo que comprendieron que era un punto en el que los autobuses podrían girar y entrar en el lugar sin problemas. Y eso, a pesar de que habría sido posible ganar espacio en el andén pidiendo a aquellos que aún lo ocupaban que se juntasen un poco más, a la vista de los amplios huecos entre unos y otros.
«Seguramente hicieron lo que tenían que hacer, pero esto no es serio; que te echen de la estación porque los autocares no caben es algo que cuentas, y no te creen», se quejaba una usuaria, expresando un parecer compartido por varios de sus acompañantes en la calle Ribadesella. Más vehemente se mostró uno de sus acompañantes, quien aseguró que «lo de este sitio no pasa ni en Afganistán; es una vergüenza para Gijón tener que andar así, encajando piezas para que los coches pasen». Tampoco faltó quien se lo tomó con humor, como cierta joven que reía mientras recordaba que «no me mandaban a la parte de atrás de la fila desde que iba al colegio». Finalmente, una cuarta afectada resumió el sentir general de todos al insistir en que «necesitamos la intermodal, y a la de ya. No puede ser que la ciudad más grande de Asturias tenga un chiringuito de playa por estación».
