Se calcula que cerca de 4.800 personas han repoblado el medio rural asturiano en un año de pandemia
Dos años de la revolución de la España Vaciada: el Gobierno anuncia 10.000 millones para los pueblos y los vecinos dicen que las medidas no llegan
La voz de Noelia de Prado, al frente de La Cuadra de Antón de Gijón durante dieciocho años, transmite tanta calma como su estilo de vida. Hablar con ella es transportarse a la aldea de Sela de Loura, en plena Reserva de la Biosfera, en el concejo de Vegadeo. Aunque es pianista, lo fue todo como restauradora, consiguiendo los sellos de calidad más importantes en sostenibilidad, entre ellos la certificación del Instituto de Turismo Responsable, avalada por la UNESCO. Como en el cuento de Jack London, desde niña escuchaba en su interior la llamada de lo salvaje. Natural de Sama, se crío en El Carbayu (Ciañu), y esa infancia la marcó: “Tenía una voz en la cabeza; no puedo irme ahora, pero el día que me jubile, me voy al pueblo”. Sin embargo, los planes se adelantaron y en plena pandemia dio un giro a su vida, para irse al medio rural a gestionar la ganadería ecológica Casa Cabo, con doscientos años de tradición. Noelia es una de las 4.800 personas que se calcula que han vuelto al pueblo en Asturias en el último año. Hemos hablado con alguno de ellos y no se arrepienten, si acaso, de no haberlo hecho antes.
Mirar al origen
La pandemia mundial del coronavirus marcará para siempre nuestras vidas y también la forma de vivirlas. En plena crisis sanitaria Alfonso Menéndez dejó su trabajo estable en una multinacional y su piso en Oviedo, para plantarse en la aldea de Santullano, en Somiedo. Allí se puso al frente de un proyecto para embotellar el agua de un manantial del Parque Natural, la Fuente del Oso. La empresa se llama Agua de Somiedo y es la primera que comercializa el agua en envases biodegradables de cartón. “No echo nada de menos, sabía adonde iba y lo que buscaba”, relata.
El Ministerio de Agricultura acaba de publicar una campaña bajo el título “Mira al origen”, con la que busca dar más visibilidad y valor al medio rural. Sobre todo, desde la ciudad. La gijonesa Verónica Gutiérrez se adelantó cinco años a la campaña. Volvió al pueblo de su familia, la Güeria de Urbies, en Mieres, donde hace justo un año daba a luz a su hija. Ella es una de las razones por las que se ha embarcado en un proyecto de repoblación del valle minero. La Caleyuca es el nombre del bar-tienda que Verónica está preparando para una familia que se traslade a vivir al pueblo. “Hay que concienciar a las personas para que vuelvan al medio rural. Igual que en los años 50 y 60 se concienció para todo lo contrario: el que se quedaba en el pueblo y tenía ganadería era un paleto, les decían que no había futuro… A esas generaciones las engañaron bien, en los pueblos nunca se pasará fame, siembras cuatro patates y comes. En la ciudad, si no hay dinero, olvídate”.
La otra cara de la pandemia
Los alcaldes de los concejos rurales asturianos cuentan por decenas y centenas el número de empadronamientos recibidos desde la pandemia, es como un sueño hecho realidad. En campaña electoral, sin tener ni idea de la que se le venía encima, el ahora presidente del Principado, Adrián Barbón, señalaba el despoblamiento como “el gran reto” del medio rural y del conjunto de Asturias. Un año después, crisis sanitaria mediante, nombraba al experto en desarrollo rural Jaime Izquierdo Comisionado para el reto demográfico de Asturias. Se estrenaba con un discurso en el Congreso de los Diputados advirtiendo de que la Covid-19 ha venido a avisarnos de que vamos mal, muy mal. “Podríamos decir que con la COVID-19 a la humanidad le ha dado un infarto y por eso parece más que aconsejable cambiar de vida y buscar unos hábitos más razonables. Es necesario repensar los modelos de distribución territorial del poblamiento para que sean más equilibrados, y tratar de avanzar hacia una sociedad y una economía sostenible más satisfactoria y más equitativa”.
Dos años del grito de la España Vaciada
Entre tanto, se cumplen dos años del grito desesperado de la España Vaciada, que llevó a las calles de Madrid una manifestación multitudinaria procedente de zonas despobladas de todo el país. Pedían medidas urgentes contra el abandono de los pueblos. Aquella protesta se concretó en el aterrizaje de un diputado de Teruel Existe en el Congreso, así como la creación de una sección específica dedicada al Reto Demográfico, como parte del Ministerio que dirige Teresa Ribera.
Coincidiendo con esta efeméride, la ministra compareció en el Senado para hacer balance y anunciar un plan de recuperación: 130 medidas frente al reto demográfico y una inversión de más de 10.000 millones para desarrollar políticas activas en los territorios rurales. Se refirió al plan como “el mayor esfuerzo inversor realizado nunca en el ámbito rural”.
Los colectivos que lograron poner la España Vaciada en los titulares de prensa y en la agenda política no lo ven tan diáfano. Dicen que el discurso no se está trasladando a la práctica, por dos razones fundamentales: la descoordinación entre administraciones y la lentitud burocrática. La presidenta de Fademur, la federación que aglutina a las asociaciones de mujeres rurales del país, pidió también en el Senado que se tenga en cuenta la voz de los pueblos cuando se toman decisiones que les afectan: “Hay muchas sombras, especialmente cuando se siguen tomando decisiones que nos afectan a quienes estamos en el territorio sin tener en cuenta nuestra voz”, explicó, haciendo referencia a recortes en servicios básicos como escuelas, transporte público y atención sanitaria.
La vida en el pueblo
Noelia, Alfonso o Verónica no han acabado en el pueblo por casualidad. Esa necesaria mirada al origen por la que ahora clama el Gobierno lleva mucho tiempo en su retina. En su restaurante, Noelia de Prado siempre defendió los valores sostenibles. Fue la primera sidrería y el tercer restaurante de España en calcular la huella de carbono y compensar sus emisiones. En su cocina sólo entraba producto ecológico y autóctono. En realidad, en Vegadeo continúa con esa filosofía, pero ahora pegada a la tierra. “Creo que la ganadería enlaza con lo que hacía antes, es el mismo modelo de sostenibilidad. Ahora me dedico a la conservación y recuperación de razas, apostando por el territorio en una zona muy rica en recursos ecosistémicos. Claro que es un trabajo duro, de desgaste físico, de atención permanente, la administración también es laboriosa… No es ninguna broma. Pero la vida en la ciudad no la echo en falta para nada. Trabajar al aire libre, en contacto con la naturaleza es impagable”.
Alfonso Menéndez está preocupado porque las empresas están dando marcha atrás con el teletrabajo. Una fórmula que a su pareja le permite vivir en Somiedo en lugar de en Gijón. “En Europa la tendencia de las empresas es mantener el teletrabajo, pero en España reclamarán la vuelta a la situación anterior. Más que una moda, creo que el regreso a los pueblos es algo condicionado, que en algunos casos terminará con la vuelta a la normalidad. No se podrán quedar, tendrán que volver a la ciudad”, comenta, menos optimista. Aunque él tiene claro que de Somiedo no se mueve. Además de la embotelladora de agua, puso en marcha antes de la pandemia una agencia de viajes (Nomadish), que es la primera en ofertar paquetes turísticos al Occidente de Asturias. También está empeñado en la protección de los teitos a través de una asociación. En Somiedo, la tierra de sus antepasados, está claro que no tiene tiempo para aburrirse.
En La Güeria de Urbiés, Verónica Gutiérrez tuvo que cerrar una semana después el casting que inició en busca de personas para regentar el bar-tienda del pueblo. Más de cien familias estaban interesadas, incluso desde fuera de España. Ella busca gente que conecte con la tradición, que entienda lo que significa el chigre en la Asturias rural y que sepa elaborar platos tradicionales. Mientras avanza con la rehabilitación de La Caleyuca, compagina la maternidad con el cuidado del ganado: “ya solo despertarse en estos entornos, desayunar al aire libre… En la ciudad también acabas cogiendo el coche para ir a hacer una compra grande, y tardas más de una hora para llegar al trabajo, mientras aquí nos quejamos por veinte minutos, es cambiar de mentalidad”, opina.
Recorrer el camino a la inversa
“Su evolución (o regresión) fue rápida. Sus músculos adquirieron la dureza del hierro y se hizo insensible a todas las penalidades comunes”. Seguramente esta era la manera de Jack London de decirnos: hay que mirar al origen. El protagonista de la historia, el perro Buck -cuyos músculos adquirieron la dureza del hierro y se hizo insensible a todas las penalidades comunes- nunca regresó a la ciudad y fue feliz al encontrar en la naturaleza la verdadera razón de su existencia. Quizás no sea tarde para recorrer el camino a la inversa y evolucionar.
Por Marta Pérez
*A quien corresponda. Nota de la autora.
La elaboración de este reportaje fue laboriosa y larga en el tiempo. No por el tipo de contenido, no por los protagonistas de la historia. Urge revisar las comunicaciones del medio rural. En todos los casos se sucedieron problemas de cobertura, tanto de telefonía, como de datos, para realizar las entrevistas. Somiedo, Vegadeo, los valles mineros… Llamadas que se cortan, conversaciones a medias, lo intentamos otro día, un audio de whatsapp. La Asturias vaciada, para volver a llenarse, necesita poder competir en igualdad de condiciones. Es un clamor. Dicho queda.