
El Sporting nace en el verano de 1905 por iniciativa de Anselmo López Sánchez y lo forman un grupo de jóvenes deportistas locales, casi niños

El Sporting nace en el verano de 1905 por iniciativa de Anselmo López Sánchez y lo forman un grupo de jóvenes deportistas locales, casi niños. Como sucede en el nacimiento de muchos grupos sociales, la consanguinidad suele estar presente en los orígenes como un elemento importante de cohesión. Junto al principal fundador hay un grupo de amigos de ámbito casi interfamiliar: los hermanos Ignacio de Loyola y Conrado Pineda Barbachano, Alfredo y Julio Bernaldo de Quirós Debrás, José y Julio Barroso Ablanedo, y Manuel, Óscar y Ramón Muñiz Álvarez-Valdés, junto a un grupo de jóvenes formado por Corsino de la Riera Acebal, Ángel Pardo Botella, Jacobo Argüelles Álvarez, Emilio Fernández Menéndez, Florentino García Sordo, Cesáreo Cadavieco Morán, José Morilla Ponga y Ángel Álvarez Fano fundan el Sporting Gijonés, hoy denominado Real Sporting de Gijón S.A.D.
Cuatro grupos de hermanos, los Pineda, Bernaldo de Quirós, los Barroso y los Muñiz, están presentes en el nacimiento de la entidad. Loyola y Conrado Pineda eran dos jóvenes de origen aragonés nacidos en Filipinas, en Manila, donde su padre ejercía como juez antes de ser destinado a Gijón. Ambos fueron grandes deportistas, muy especialmente Conrado, que, además del primer medio centro del Sporting, fue paralelamente un excelente ciclista. Conrado Pineda fue, además, uno de los cuatro jóvenes luchadores gijoneses (junto con Demetrio González “el Coloráu”, el que también fuera jugador sportinguista Marcelino Cuesta y Juan Prendes “el Quintu”) que se enfrentaron al campeón japonés Sada Raku en una serie de combates de exhibición realizados en Gijón en el teatro Dindurra en septiembre de 1910. En nuestra pequeña ciudad de principios del siglo XX también había sitio para los políglotas y al japonés le acompañó, en funciones de traductor durante su gira española, el gijonés Alberto Entrialgo, conocedor de idiomas tan dispares como japonés, chino mandarín, inglés, italiano, alemán, ruso y que (citando textualmente del diario El Nororeste) “además habla el vascuence mejor que Arana”. Volviendo a los Pineda y al margen del deporte, Conrado llevó representaciones comerciales y fue cónsul de Italia en Gijón hasta su fallecimiento. En diciembre de 1951 publicó en el diario Voluntad una serie de artículos intentando aclarar la fundación del Sporting en los que señala que fue en el verano 1905 cuando se creó, advirtiendo a la directiva de la oportunidad de celebrar las bodas de plata en 1955 y señalando que, contra lo que decía la historia oficial, él había sido el primer presidente que tuvo el club, sucediéndole en el cargo el impulsor del nacimiento de la entidad: Anselmo López. Fue contestado también en la prensa, de modo cordial pero rotundo, por los igualmente fundadores Ángel Pardo e Ignacio Lavilla, que coincidían en la fecha fundacional, pero señalaban como presidente a López y no a Pineda. Conrado Pineda murió sin poder disfrutar de los actos del cincuenta aniversario del nacimiento del club de su vida. Falleció en Gijón el 20 de octubre de 1953. Por su parte, Loyola, además de defensa rojiblanco, fue un gran aficionado a la pelota, siendo un destacado pelotari hasta que una grave enfermedad le apartó, prematura y definitivamente, del mundo del deporte. Trabajó en la empresa Chocolates La Herminia, pero una importante oferta laboral le hizo trasladarse a Madrid, ciudad en la que dejó de existir en 1934.
Los hermanos Barroso eran gijoneses de pura cepa, hijos de un prestigioso ingeniero local, mantuvieron el amor por el deporte en todas sus facetas, así como por la música, muy particularmente la asturiana. Pronto emigraron a Cuba, pero con periódicas visitas a Asturias que les permitieron mantener la ligazón con su tierra natal. Su repercusión en el deporte local fue mayor en el caso de Julio, responsable del nacimiento de la primera sección deportiva del club al margen de la futbolística: la de natación, surgida en 1915.
Los hermanos Manuel, Óscar y Ramón Muñiz Álvarez-Valdés fueron tres jugadores importantes -además de fundadores- en los primeros tiempos del Sporting. Aparecen en las crónicas periodísticas ya desde el 18 de agosto de 1907, la primera vez que un encuentro del equipo rojiblanco es aludido en prensa. Fue un partido celebrado en Oviedo frente al Club Sport Ovetense que concluyó con empate a un tanto. La alineación sportinguista estuvo formada por: Anselmo López, Óscar Muñiz, Manuel Muñiz, Constantino Palacio, Conrado Pineda, Félix Alonso, Ramón Muñiz, Loyola Pineda, José Morilla, Cesáreo Cadavieco y Laureano Antuña.
Los Muñiz eran hijos del matrimonio formado por Ramón Muñiz Álvarez y María Antonia Álvarez-Valdés de la Campa. Él, natural de Gijón, ella era de Avilés, y regentaban un importante negocio de coloniales bajo la denominación social de “Ramón Muñiz y cía”. Tuvieron cuatro hijos, María Rosario y los mencionados deportistas. Los tres mayores nacieron en La Habana y el pequeño, Ramón, lo hizo en Avilés. A los pocos meses de nacer Ramón su madre falleció y el progenitor se estableció con sus hijos en la vecina Gijón. Los tres hermanos varones se iniciaron en el deporte del fútbol en su colegio, el Inmaculada, para después pasar a formar parte del Sporting desde su misma fundación, tal y como señalamos anteriormente. Tres nombres que serían importantísimos en la historia del principal club de fútbol gijonés y su sello cultural en la ciudad continuó en manos de una hija de Manuel, Elvira Muñiz, catedrática de literatura española en la Universidad de Oviedo y que hoy da nombre a un prestigioso premio literario.
Los Bernaldo de Quirós, Alfredo y Julio, eran de una familia asturiana de abolengo, procedente de la montaña, del concejo de Quirós, y a la que Enrique II concedió a Gonzalo Bernaldo de Quirós, el título de Conde de San Antolín de Sotillo, antepasado de los hermanos fundadores del Sporting. Alfredo y Julio eran hijos del langreano Ramón Bernaldo de Quirós y de la belga Marie Debrás. El matrimonio tuvo cuatro hijos: Indalecio, Alfredo, Julio y María, todos ellos nacidos en La Felguera, pero afincados en Gijón desde su infancia. Alfredo y Julio serían jugadores del Sporting, mientras Indalecio también fue futbolista en distintos equipos locales ( entre ellos en la Juventud Sportiva, compartiendo equipo con nombres importantes del fútbol asturiano, como Ricardo Usobiaga o Antón de la Riera y otros jugadores que llegarían a vestir la camiseta del Sporting como, por ejemplo, Luis Belaunde, Bernardo de la Puente, Edmundo Morán o Federico Trabanco). Indalecio, además, formó parte de la directiva rojiblanca con tres presidentes: Anselmo López, Fernando Fernández de Quirós y Enrique Guisasola. Indalecio y Alfredo dedicaron su vida profesional a trabajar en distintas compañías navieras y Julio ejerció como responsable de rentas y exacciones en el ayuntamiento gijonés desde su juventud hasta la llegada de su jubilación.
Pero, junto a ellos, destaca el principal motor del club, Anselmo López Sánchez. Nació en Gijón, era hijo de Cresencia Sánchez Cambert, gijonesa, y Anselmo López del Valle, natural de Cenero. Pasó su infancia en su domicilio familiar de la céntrica calle Marqués de San Esteban, cerca del puerto de Gijón y de la playa de San Lorenzo, donde comenzó a jugar al fútbol. Tuvo una vida corta pero muy intensa. Fue un activo dinamizador de la vida cultural del Gijón que le tocó vivir. Perteneció a un grupo de teatro, con el que incluso se fue de gira por Castilla, organizó carreras de cintas, fue amante de la música y muy especialmente de la canción lírica y de la asturiana, perteneció a varias tertulias culturales, colaboró con distintas revistas y periódicos, siendo corresponsal de alguna de ellas, y fundó un club de fútbol que exportó el nombre de Gijón por medio mundo. Además, presidió el primer intento de crear la Federación Asturiana de Fútbol, en 1913, de muy corta duración y de la que únicamente forman parte los equipos de Gijón, Avilés y Sama.
Posteriormente, tras el nacimiento, en 1915, de la Federación Regional Cantábrica, fue nombrado secretario de la misma en el año 1917. Era un amante del deporte en su estado puro, renegaba abiertamente del profesionalismo que ya acechaba al fútbol y lo veía como enemigo del espíritu olimpista amateur que veneraba. No era un caso único, en el fútbol de finales del siglo XIX y principio del XX hubo una feroz división entre los dirigentes deportivos que lo apoyaban y los que lo rechazaban. La propia Federación Inglesa de Fútbol, en 1884, había expulsado de la competición al Preston North (el equipo que un siglo más tarde vería nacer a la estrella David Beckham) por pagar a sus jugadores, con empleos y primas extras que alcanzaban la cifra de mil libras. Incluso obligó a los clubes a informar de las profesiones y lugares de trabajo de cada jugador, para atajar el modo del mercadeo ilegal de futbolistas que suponía ofertar trabajos, en algún caso hasta inexistentes, en las ciudades del club “comprador”. Pero no funcionó, y poco después la federación claudicó y toleró el inevitable profesionalismo a partir del 20 de julio de 1885.
En España los primeros jugadores profesionales aparecieron, también “bajo manga», a finales de la primera década del siglo XX y no se generalizaron hasta la segunda mitad de los años veinte, con la salvedad del Athletic de Bilbao que incorporó a varios futbolistas profesionales ingleses antes que el resto: Simmons en 1907 y en los siguientes años llegaron Veitch, Cameron, Burns, Martin, Shoop y un tal Graham que, curiosamente, tenía su residencia fijada en Asturias. Anselmo López quería ponerle freno a esta profesionalización y así lo manifestó repetidas veces en las reuniones federativas. No hubiera podido luchar contra el gigante del dinero, pero tampoco tuvo opción, falleció en Gijón el 5 de noviembre del 1919, a los veintiocho años, como consecuencia de una tuberculosis estomacal de la que se contagió en un viaje a Madrid, realizado a principios de verano para una reunión de las federaciones de fútbol territoriales. Iba acompañado de Manolo Conde en representación de la Federación Cantábrica de Fútbol. En el viaje de vuelta en tren vino aquejado de fiebre muy alta y, tras pasarse dieciséis días consecutivos en la cama, tuvo una pequeña mejoría que le permitió realizar una operación quirúrgica en un brazo que tenía pendiente.
Fue intervenido satisfactoriamente por el doctor Eduardo Mesley en el entonces novísimo Sanatorio Covadonga, que había abierto sus puertas en el cercano año 1915. Tras su operación volvió a recaer de sus dolencias y no volvió a salir de su domicilio del número 44 de la calle Dindurra. Durante el periodo de su enfermedad, fue su sobrino Emilio López quien escribía sus crónicas deportivas como corresponsal en Asturias del periódico Madrid Sport. Su muerte causó un hondo pesar en toda Asturias y a su funeral acudieron centenares de personas, entre ellas representantes de muchos de los equipos de fútbol asturianos. Hoy, la asociación que lleva su nombre realiza ofrendas florares en su tumba cada mes de julio, coincidiendo con la celebración oficial del aniversario del Sporting.
Maravilloso artículo de investigación. Muchas gracias.