Borja Fernández, coordinador de Unión Rural Asturiana (URA) es una de las voces que se alzó frente al protocolo aplicado por el Principado de Asturias frente a la tuberculosis bovina. Hablamos con él para que nos cuente su punto de vista y analizamos la situación
En Tineo, el corazón ganadero de Asturias, los nervios ya no son sólo tensión: son un nudo en la garganta. El protocolo de control de la tuberculosis, anunciado por el Principado, ha puesto a los ganaderos en pie de guerra. La medida que obliga al sacrificio de cualquier vaca que reaccione a la prueba de tuberculina, aunque no esté infectada, ha desatado una tormenta. Los ganaderos, más acostumbrados al trabajo en el campo que a las peleas burocráticas, sienten que los empujan a la ruina. “Nos están matando, matan a nuestras vacas, nuestra forma de vida”, afirma Borja Fernández, coordinador del sindicato agrario Unión Rural Asturiana (URA). “Nos están destrozando generaciones de esfuerzo.”
La orden es clara: si una vaca reacciona de manera sospechosa a la prueba de tuberculina, se lleva al matadero. “Antes, una vaca ‘dudosa’ pasaba una segunda prueba. Ahora, si la reacción es positiva, no hay opción, se mata, y punto”, explica Fernández, claramente indignado. Él alzó la voz en la reunión que tuvo lugar en Tineo, la semana pasada, entre ganaderos y Principado para defender a los suyos. La medida no distingue entre animales enfermos y los que presentan una leve reacción inmunológica. El protocolo, dicen, es demasiado rígido, como si se tratara de una máquina que no sabe de matices ni de contexto. Pero para los ganaderos, cada vaca es más que un número: es sentimiento, dinero, tiempo y esfuerzo invertido.
El problema no es únicamente el sacrificio de animales, sino el impacto económico que tiene para el ganadero. “En una explotación de leche, una vaca vale muchos euros. No porque produzca leche, sino porque ha costado años de inversión genética. Si la matas sin más, pierdes esa vaca y todo lo que has trabajado”, explica. Sacrificar a varios animales puede matar a una explotación: “Con lo que te dan por una vaca, no compras ni la mitad de lo que valía en el mercado”.
En Tineo, este sacrificio preventivo no es una medida aislada: es el comienzo de lo que podría ser el desmantelamiento de toda una comarca. “Si te vacían la explotación, la parálisis es inmediata. No puedes mover animales, no puedes vender nada. Es un golpe mortal para cualquier ganadero”, aseguran desde URA.
Si algo está claro en este conflicto es que, para los ganaderos, la culpa no está en las vacas, sino en la fauna salvaje. “El foco de la tuberculosis está en los jabalíes, en los tejones, no en el ganado. Y lo sabemos. Lo han dicho los propios técnicos. Pero, ¿qué hace la administración? Nada”, denuncian. En un claro señalamiento a las autoridades afirman que mientras se desmantelan explotaciones enteras, las autoridades siguen sin tomar medidas efectivas contra los animales salvajes. La tuberculosis sigue avanzando y el ganado bovino está pagando el pato. “La solución no está en matar más vacas, sino en controlar la fauna. Hacer los estudios que faltan, ampliar los muestreos. Pero la administración no se toma en serio este tema. Están esperando que las vacas se mueran solas, mientras el virus sigue circulando en el monte”, acusa Borja.
Lo que más ha molestado a los ganaderos es el autoritarismo con el que se han impuesto las medidas. La directiva de URA se enteró del cambio de protocolo por los propios ganaderos, nadie les avisó. Parece que les hayan tomado por idiotas, y ni mucho menos. Ni siquiera hubo reunión previa, no les consultaron nada. En los pueblos no se hacen las cosas así: hablan, negocian, pactan y adoptan soluciones. Las organizaciones agrarias, que deberían ser la voz de los ganaderos, se vieron relegadas a un papel secundario. “Si las organizaciones hubieran estado unidas desde el principio, quizás la administración no hubiera podido hacer lo que ha hecho. Pero, claro, la desunión en el sector ha hecho que pasen por encima de nosotros como si no existiéramos”, afirma el coordinador, señalando la falta de unidad dentro del propio sector.
“La administración sabe que está desbordada, pero no quiere dar el brazo a torcer. Y algunos, desde dentro del sector, en lugar de defendernos, están aplaudiendo todo esto porque siguen a los intereses del gobierno”
Una de las propuestas que más defienden los ganaderos es la restauración de la segunda prueba que permite descartar que un animal reaccione a la tuberculina sin estar realmente enfermo. “Es la solución. Es fácil y eficaz. Pero no la quieren hacer porque, claro, es más sencillo sacrificar que hacer un análisis más exhaustivo”. Esta técnica, que consiste en una vacuna de control para descartar enfermedades sin consecuencias para el animal, podría salvar muchas vacas saludables. Sin embargo, el protocolo impide esta posibilidad, lo que convierte el sacrificio masivo en la única opción disponible para la administración. “Es un sinsentido. Sacrificamos vacas sanas, animales valiosos, cuando hay una alternativa sencilla. Y lo peor es que no lo hacen por salud pública, lo hacen por una cuestión de costes y comodidad”. Aún tienen esperanza de que se revierta la medida.
El problema, según los ganaderos, no se limita a una cuestión técnica: hay una fuerte carga política en el trasfondo. “La administración sabe que está desbordada, pero no quiere dar el brazo a torcer. Y algunos, desde dentro del sector, en lugar de defendernos, están aplaudiendo todo esto porque siguen a los intereses del gobierno”, asegura Borja. La división en las organizaciones agrarias ha hecho que algunos se alineen con las políticas del Principado, mientras otros luchan por frenar el protocolo a toda costa. Esta división afecta a la unidad del sector y también debilita la presión sobre el gobierno para que modifique las medidas.
La batalla que se libra en Tineo es mucho más que una cuestión sanitaria. “Lo que está en juego es el futuro de toda una comunidad. La ganadería asturiana no es sólo un sector económico, es la columna vertebral de nuestra cultura, de nuestros pueblos, de nuestra identidad”. El miedo es claro: si la administración no recula, este ataque a la ganadería podría ser el principio del fin de muchas parroquias asturianas. “Lo que pasa en Tineo no es un problema aislado de los ganaderos de Tineo, es un problema de Asturias. Si caemos aquí, caerán todos. Y todo por una prueba mal hecha y una política sin estudios”, concluye Borja, consciente de que la lucha, si no se soluciona pronto, puede terminar siendo la última que muchos ganaderos den. Por eso, conscientes de todo lo que se están jugando, han organizado una concentración para este miércoles, a las diez de la mañana, frente a la Junta General, porque no son idiotas y no se rinden.