
Como no hay mal que por bien no venga, el incremento de la quema de carbón en Alemania y Polonia está haciendo que el puerto de El Musel se haya convertido en un polo de recepción de carbones procedentes de todo el planeta para su posterior distribución por Europa
Debo confesar que cada vez que leo una noticia de un derribo de una central térmica en nuestro país me causa tristeza, indignación y mucho estupor. No acabo de entender la prisa y la furia con que echamos por tierra infraestructuras energéticas que tanto costaron levantar.
A lo largo de los dos últimos años hemos podido ver caer las torres de refrigeración de las centrales térmicas de La Robla (León), de Vellilla del Río Carrión (Palencia), Compostilla (Ponferrada), Andorra (Teruel), y la última en Soto de la Barca (Tineo). Dentro de poco le tocará su turno a la de Lada (Langreo). Todas ellas eran instalaciones en perfecto estado de uso y muy costosas. Estamos hablando de millones de euros echados a la basura por el método de derribo más grosero, irresponsable y kamikaze por parte de nuestros dirigentes socialistas y comunistas de los últimos años (PSOE, Sumar y Podemos).
El actual Gobierno español es el principal defensor, dentro de la Unión Europea, de las políticas energéticas diseñadas por Naciones Unidas en la Agenda 2030 y una de las principales consecuencias de dichas políticas está siendo la progresiva eliminación de los combustibles fósiles. Dentro de este esquema parecen no tener cabida ni futuro nuestras centrales térmicas y las grandes empresas eléctricas (que son las dueñas de las centrales) se han lanzado alegremente a una carrera de derribo de las mismas. Ni siquiera se ha buscado un uso alternativo a la quema de carbón, como pudiera ser la combustión de gas o de biomasa. Simplemente les han puesto dinamita y hasta luego.
Mientras tanto, en Alemania y en Polonia, que también son miembros de la Unión Europea y firmantes de la Agenda 2030, año tras año se baten récords de quema de carbón en sus térmicas, incluso se construyen nuevas centrales. No creo que los gobiernos de Alemania y Polonia sean menos conscientes de los problemas climáticos del planeta. Eso sí, como no hay mal que por bien no venga, este incremento de la quema de carbón en Alemania y Polonia está haciendo que el puerto de El Musel se haya convertido en un polo de recepción de carbones procedentes de todo el planeta para su posterior distribución por Europa, mejorando sustancialmente las cifras de tráficos en nuestras instalación portuaria. Al menos algo ganamos en nuestra querida Asturias, y en concreto en Gijón, gracias al transporte marítimo del carbón de otros países.
Las imposiciones de la Agenda 2030 están muy bien sobre el papel, pero no tiene sentido cumplirlas a rajatabla en España y en Europa cuando los principales países contaminantes del planeta (China, Estados Unidos y la India) se las siguen pasando por el arco del triunfo. Estos tres países siguen considerando que las alternativas energéticas a los combustibles fósiles no están suficientemente desarrolladas y sus precios aún son muy elevados, por lo que su eliminación radical supondría un serio problema para su industria y para sus economías. Por lo tanto han decidido establecer prioridades y la primera de ellas es la necesidad de disponer de energía abundante y barata. Las energías renovables aún no cumplen esas condiciones: ni son abundantes ni son baratas.
En España, sin embargo, la estrategia de nuestro gobierno es otra. Aquí somos más cumplidores de la Agenda 2030 que nadie. Da igual que los ciudadanos paguemos una electricidad carísima, da igual que nuestra industria no pueda competir con la industria francesa por los precios que paga por su factura eléctrica. Todo esto es secundario para nuestro gobierno socialista y su socio comunista. Lo importante es quedar bien ante ese ecologismo radical e impostado que parece desconocer o no tener en cuenta los problemas reales de la población española y de nuestras empresas.
Como consecuencia de que cada vez producimos menos energía eléctrica, no nos queda más remedio que comprar dicha energía en el extranjero y se da la paradoja de que cada año importamos más energía eléctrica procedente de Marruecos que, recientemente, ha abierto una gran central térmica en Tánger (a 20 km de Cádiz aproximadamente).
Otra de las fuentes de energía que en España es considerada por los ecologistas como negativa y contaminante es la energía nuclear. Mientras que en nuestro país se fomenta el cierre de las pocas centrales nucleares que nos quedan, al mismo tiempo nos dedicamos a comprar a Francia energía eléctrica de origen nuclear producida en las centrales de este tipo que funcionan en el país vecino a pleno rendimiento. Significa que este mismo año la Unión Europea ha reconocido el carácter de “energía verde” a la energía de origen nuclear. Pero el gobierno “progresista” español está por encima de estas matizaciones y mantiene su cruzada contra este tipo de energía barata y abundante.
No puedo terminar estas líneas sin acordarme de nuestra minería de carbón. De cómo se hizo desaparecer todo un sector productivo que era la piedra angular de la economía asturiana. En mi opinión, la brutal reconversión minera se llevó a cabo en Asturias de una manera precipitada, sin tener en cuenta intereses estratégicos de España como es la autonomía energética, nuestra independencia frente a terceros países. Con el carbón disponíamos de una fuente de energía autóctona. Y ahora que nos toca padecer las consecuencias de la guerra de Ucrania y de los demás factores de inestabilidad internacional que hacen que se dispare el precio de la factura eléctrica me acuerdo de todos los pozos mineros de nuestras cuencas que hoy están rodeados de silencio, que parecen fantasmas gigantescos y de los miles de mineros que vivían a su alrededor generando riqueza y prosperidad.
Ahora, esas poblaciones mineras se encuentran con mucha menos vida, con muchos comercios cerrados a cal y canto, y con una fuerte dependencia de las pensiones de la minería. Pero todo tiene su fin, y algún día esto último se acabará. ¿Cómo será entonces el futuro para la Cuenca del Nalón, del Caudal, Narcea, Degaña o Tineo? Por todo ésto, no entiendo el derribo de las centrales térmicas.