Los Cuñaos y el Burbia, locales que llevan pocos meses abiertos en el barrio, atraen diariamente a decenas de clientes procedentes de todo Gijón y de fuera para comer en sus locales por sus menús con precios muy ajustados no exentos de calidad; de los 9 euros del de la sidrería con tres platos, al único de la cafetería a 4, ambos con postre

El Coto es de siempre un barrio con muchos y buenos establecimientos hosteleros. Un ecosistema en el que es difícil destacar cuando llegan nuevos proyectos. Pero Los Cuñaos y el Burbia han conseguido en muy poco tiempo no sólo conquistar clientes entre los vecinos de la zona, sino a comensales de todo Gijón e incluso del resto de la comunidad y de fuera de Asturias. ¿La razón? La elaboración de menús económicos y de buena calidad.
Situado en la calle Feijoo, la sidrería Los Cuñaos abrió sus puertas en agosto en el local que ocupaba el Mesón Valverde, que llevaba unos años clausurado. Al frente del negocio, Gabriella Gros, Joel Gómez Díez y Jordan González. «La idea del menú barato salió por casualidad, al tener que ponerme yo en la cocina, que no tenía mucha experiencia. Pensamos en hacer algo simple, un entrante y un plato fuerte de segundo, pero la gente empezó a decirme sobre la posibilidad de elegir y decidí meter dos primeros y dos segundo. Fue un éxito, porque el bar se llenó», relata Gros. Su precio era de 7 euros.
«Ahora cambiamos un poco el sistema. Lo pusimos a 9, pero con un plato más: en vez de primero y segundo, es primero, segundo y tercero», explica la cocinera, que confirma que esos 2 euros por un plato más fueron bien aceptados por los clientes. «Esto está siempre lleno», afirma, hasta el punto de dar «entre 90 o 120 menús al día».
«Había que arriesgar»
El 15 de noviembre fue cuando abrió al público el Burbia, un conocido local del barrio «que llevaba 4 o 5 meses cerrado», explica Eva González Iglesias, propietaria del Xerrón, popular bar-cafetería que el mes que viene cumple 20 años de vida en El Coto, en la calle Feijoo, y cuñada de la impulsora de este negocio situado en la calle Quevedo, Yunilda Viso. Desde los primeros días se encuentra echando una mano con el establecimiento hostelero y fue ideóloga del menú de 4 euros: «Siempre lo tuve en la mente y había que arriesgar».
Éste consiste en «un plato, plan y postre, por 4 euros. Todos los días es variado, de lunes a viernes, y el sábado consiste en carne guisada de ternera y los domingos, en arroz con marisco». Alitas de pollo, fabes con almejas, garbanzos con gambas, fabes pintes, patatas a la riojana, fabada o espagueti boloñesa son algunos de las elaboraciones que viene ofreciendo por semana, con gran éxito, también para llevar, que es «la mayoría de lo que sale», porque para mucha gente es más rentable que cocinar, sobre todo si viven solos». «El último día que pusimos fabes con almejas vendimos 53”, relata González Iglesias, que explica «que es todo casero y la gente lo valora».
Pero, ¿cómo es posible que salgan a cuenta menús tan ajustados de precio? «Hay que investigar mucho, es la clave», expone Gros. «Darle mucho a la cabeza», añade Gómez Díez. Así, ponen el ejemplo de que «tenemos hasta cinco proveedores de pescado. Hay que hacer un estudio del mercado, nos llegan todos los días ofertas de la lonja y hay que analizar cuál sale más rentable para ir a buscarlo a ese sitio».

«Hay que hacer malabares», responde González Iglesias, que busca siempre «los mejores ingredientes porque luego nosotros también comemos de ahí y el cliente si ve que es muy barato pero no calidad, no vuelve». Confiesa que el margen de ganancia con el menú es mínimo, «pero se lleva el beneficio de que luego vienen por aquí y toman un vinín. Se gana por otros lados».
Desde Los Cuñaos confirman que también la apuesta por una materia prima de calidad es fundamental. «El producto es clave, porque, por muy barato que esté, si no está bueno, yo no vuelvo», avisa Gros, que también hace hincapié en la importancia de «la atención». El local también trabaja bien la carta, «que es donde ganas dinero de verdad», con «un cocinero experto en arroces», lo que hace que, sobre todo para las cenas «salgan arroz con bugre, arroz amariscado, paella valenciana, todo».
Difusión por las redes sociales
La evolución en los dos locales fue espectacular en estos meses. «Mi madre es la encargada de ir a comprar la carne y recuerdo que las dos primera semanas compró 5 kilos. Ahora ya vamos por 25 kilos de carne guisada», asegura, con reservas para el sábado pasado de «Valladolid y León» después de conocer el bar por redes sociales a través de un ‘tiktoker’ que acudió al Burbia.
También tuvo repercusión en Internet la propuesta de Los Cuñaos por el trabajo de otro influencer. «Ya nos conocía la gente, pero al día siguiente de que subiese el vídeo fue exagerado, dimos 150 menús», recuerdan. «De mano no nos esperábamos este boom», confiesa Gómez Díez, que cuenta como en los primeros momentos «fuimos bien recibidos por muchos obreros, sobre todo, y gente que trabaja por la zona».

El perfil de cliente en el chigre es variopinto. «A primera hora, a la una de la tarde se llena de trabajadores, que son los que más rápido tienen que comer, y luego vienen familias con niños o jubilados, que son los que más llevan el menú para llevar, porque muchos lo reparten entre comida y cena, y chavales, muchos chavales», apunta Gros. El fin de semana, cuando el menú sube a 15 euros, con platos más elaborados como pulpo a la brasa, codillo o secreto ibérico, no decae en asistencia, al reves, «es más fuerte».
En el Burbia sucede lo mismo, con un perfil de cliente que va “desde chavales de 20 años a señoras de 70”. En definitiva, comensales que llenan los dos establecimientos y ayudan a potenciar la hostelería del barrio hasta el punto de atraer gente de otras zonas de Gijón y de fuera. «La gente trae gente», valora Gómez Díez, uno de los tres propietarios de Los Cuñaos, que ya estudian abrir un nuevo local con el mismo concepto en El Llano.