La asociación Clowntigo trabaja con niños, adultos, ancianos y personas de cuidados paliativos en Gijón y Oviedo. Esto es lo mejor y lo más duro de su trabajo
Por realidad o por ficción, todo el mundo sabe de la existencia de los payasos de hospital, pero quizá no todo el mundo sabe que es un trabajo como tal. Francisco García-Bernardo es el coordinador de Clowntigo, una asociación de payasos que trabaja en el HUCA (Hospital Universitario Central de Asturias), en el Hospital Cruz Roja de Gijón y en el ERA (Establecimientos Residenciales para Ancianos) en Oviedo.
García-Bernardo afirma que el trabajo de payaso no está lo suficientemente valorado, pero «ha mejorado». «La gente dice ay, los payasinos, sí, qué majos que vienen a animar la tarde. Esto es un trabajo«, expresa.
Es cierto que Clowntigo empezó como algo voluntario, pero poco a poco se fueron profesionalizando y ser clown es un trabajo remunerado dentro de las artes escénicas. «Seguimos dejando un espacio al voluntariado, pero esto requiere muchas horas de ensayo y mucha formación, tanto musical, psicológica para saber tratar con niños y ancianos, como en improvisación, escucha y saber moverse en un espacio actuando», explica el coordinador de la asociación.
No hay una formación específica y reglada para ser payaso, pero «eso no impide que haya grandes payasos, igual que hay grandes actores y actrices de teatro que nunca han pasado por una escuela», dice Vanessa González, payasa de hospital en Clowntigo.
«La labor en los hospitales debería estar más potenciada por el sistema sanitario»
Francisco García-Bernardo explica que dentro del sector sanitario también cuesta que les reconozcan su trabajo a veces. «Las enfermeras y auxiliares sí nos reconocen mucho, porque son los que nos ven. Los médicos no nos ven tanto y no son conscientes de lo que podemos aportar. Tenemos que ganarnos el aprecio de todos y conquistar a los de arriba, que son los que al final te dan el permiso, es un trabajo lento, pero estamos en ello, poniendo en valor nuestro papel«.
«Un hospital no deja de ser un lugar complicado, pero los payasos tienen la capacidad de transformarlo en otra cosa durante un momento, es mágico y sanador. La labor en los hospitales es muy importante, debería estar más potenciada por el sistema sanitario, que a veces se llena la boca de la palabra humanización«, recalca González.
«Tenemos que saber acompañar a nuestros enfermos»
Vanessa González cree que el trabajo de payaso, «a nivel de interpretación, es el más duro». «Es en el que más te expones tú mismo, no es tanto navegar por un personaje con un carácter, sino sacar cosas de tu personalidad que fomentas o aumentas y con la técnica payasa se trabaja mucho con el fracaso, muestra mucha debilidad y fragilidad, todo eso que socialmente tendemos a esconder. Quizá eso es lo más duro, enfrentarte a todos esos miedos que te hacen frágil y mostrarlo al público«, cuenta.
Ella explica, como ejemplo de esta vulnerabilidad, que «un miedo muy grande cuando sales a escena es que no se rían con algo que haces. Además, hay una idea de que con el payaso te tienes que reír y no es necesariamente así, tienes que sentir, es un viaje de emociones y no tiene que ser siempre risa o alegría».
Tampoco son bien recibidos siempre en las habitaciones. Vanessa y Francisco coinciden en que «da mucho coraje cuando son los familiares los que te dicen que no, deja que decida esa persona, no digas ‘no está para esto'».
«Hace muy poco sentimos el rechazo de un familiar, no nos echó de la habitación, pero fue muy curioso el contraste, porque la paciente nos recibió encantada, era una abuela enferma y se le iluminó la cara, pero el hijo que la acompañaba en seguida nos frunció el ceño, no le gustó nuestra presencia y nos lo hizo saber», cuenta Vanessa.
«La madre empezó a hablar y acabamos cantando con ella. Él estaba muy molesto con esa situación y le decía a ella ‘no estarás tan enferma cuando estás cantando’. En esos momentos, te apetece salirte del personaje y decirle vamos a ver, ¿no ves que le estás negando este momento o te estás enfadando porque está disfrutando en un momento muy jodido de su vida? Pero no puedes. La reflexión que te llevas a casa es que tenemos que saber acompañar a nuestros enfermos«, añade.
«Gracias por regalarme salud»
La otra cara de la moneda es emocionante, cuando las personas de verdad les agradecen su valor y cómo les ha cambiado el estado de ánimo con su presencia. En este sentido, Vanessa cuenta que hace poco una anciana, cuando ya se iban de su habitación, les dijo «gracias por regalarme salud». «Por si no lo entendíamos, añadió: ‘Un poquito de la medicina de la ciencia y un poquito de la vuestra y todo sana’. Esto es lo que da sentido a que estemos aquí», explica.
Recientemente, publicaron una foto en el Facebook de Clowntigo del pie de un niño con una mariposa de papel cebolla de las que utilizan en sus actuaciones para volarlas en abanicos. «La foto tuvo muchos ‘me gusta’, pero lo más guay fue el comentario de un padre que decía: ‘Mi hija tiene esas mariposas de fondo en su móvil desde hace años, fuisteis luz y alegría para ella en una situación complicada’. Estas cosas son las que emocionan», recalca Vanessa González.
‘Vamos al hospital’
‘Vamos al hospital’ es un proyecto de Clowntigo con el que recaudan dinero para financiarse. Se trata de un vídeo en el que se muestra un itinerario en el HUCA de un caso en el que un niño entra por urgencias y acaba ingresado. No hay actores, son profesionales del hospital y los protagonistas son los propios payasos, con voces de niños que van narrando lo que sucede.
Ofrecieron a los colegios la posibilidad de comprarlo en un pack junto a una visita de una pareja de payasos. Se proyecta el vídeo en la clase y luego aparecen los payasos con material sanitario y hacen un espectáculo. «Así se desdramatizan los objetos fóbicos y las inyecciones. Además, cualquier niño se puede ver en la circunstancia de acabar en el hospital, así se acuerda del vídeo, sabe qué va a pasar y reduce el miedo, el miedo a lo desconocido. Le puede ayudar a gestionar mejor un ingreso hospitalario y saber que se puede encontrar con nosotros», explica Francisco García-Bernardo.
«Claro que pasa factura, no somos de piedra»
Los payasos de hospital trabajan viendo situaciones muy complicadas a diario, desde niños enfermos hasta personas que se encuentran en cuidados paliativos. García-Bernardo cuenta que el personaje es como una coraza y, mientras vaya disfrazado, «ya puedo ver que se cae el cielo, pero luego me cambio y vuelvo a ser Fran, entonces se te vienen muchas cosas a la cabeza».
Para saber gestionar todas estas emociones, cuentan con una psicóloga, con la que se reúnen en su local de ensayo una vez al trimestre y hacen un taller de autocuidado. Ahí es cuando ponen sobre la mesa todas estas cuestiones y sueltan todo el dolor y la pena que a veces se acumula.
«Claro que pasa factura, no somos de piedra. Sí es verdad que nos pasa un poco como a los sanitarios, suena fuerte, pero primero te impacta y luego con el tiempo te acostumbras a que te digan que fulanito falleció, aunque nunca te llegas a acostumbrar a eso del todo. Sabes que un porcentaje de niños muere, igual que en paliativos y en las residencias, son lugares donde la vida es frágil y la vida se va», explica el coordinador de Clowntigo.
Hay gente que incluso decidió dejar su trabajo como payasa por la carga emocional que tenía. «A veces hay que tomarse un tiempo, distanciarse y reflexionar si seguir o no. Esto desgasta mucho emocionalmente y al hospital hay que ir con tu mejor versión, si no es mejor que no vengas, no podemos poner más tristeza de la que hay. Esto nos ha pasado, una compañera decidió dejarlo temporalmente, luego intentó volver pero no pudo», relata Francisco.
«También hay compañeros que a la UCI no pueden bajar y otros que acaban de ser padres y ven la vida de otra manera, en ese momento impresiona mucho más ver bebés y niños enfermos, entonces se retira a esa persona de allí. Hay que controlar esas cosas», añade.
Es por eso que siempre van en parejas. «Nos apoyamos y nos sostenemos, si hay un momento de fragilidad, el compañero tiene que estar atento para poder salir airosos si alguien flaquea o se bloquea. Nuestra misión es cuidar siempre al compañero, no soltarlo nunca«, explica García-Bernardo.