El proyecto de revitalización cultural pensado para el palacio continuará con una exposición fotográfica que sucederá a ‘Orto y Ocaso’ y alguna programación puntual en Tabacalera durante el verano
Hay edificios, formas, arquitecturas… Que contribuyen a conformar el carácter y la historia de una ciudad. Y si el imaginario de Barcelona, por ejemplo, está modelado por las curvas de la Sagrada Familia, Batlló o el park Güell, todos en Gijón tenemos guardada (y bien guardada) en la retina la silueta que dibujan las almenas de las dos torres del Palacio de Revillagigedo en la plaza del Marqués, un emblema visual del perfil de la ciudad e indiscutible protagonista del patrimonio local. Sin embargo, más de uno admitirá que solo es capaz de identificar su aspecto exterior y que sus visitas de puertas para adentro han sido cuestión casi anecdótica. Lo cierto es que el espacio monumental se replegó en sí mismo en los últimos años con una escasísima actividad que lo ha hecho permanecer alejado del gran público.
Por eso mismo, la concejala de Cultura, Juventud y Museos, Montse López Moro, habla de «deuda histórica con los gijoneses» cuando recuerda las negociaciones que hicieron posible al Ayuntamiento hacerse cargo del palacio durante un año y «reabrirlo de par en par» con una programación de interés y un nuevo «atractivo para la ciudadanía». El deber además era doble: había que recuperar el palacio, pero también poner a disposición de la gente parte del patrimonio histórico de su ciudad del que había sido privada por una larga labor en los trabajos de restauración durante décadas, además de la escasez de espacios que pudieran albergar colecciones museográficas municipales extensas, porque un museo no solo muestra, también conserva y recupera silencioso.
Y en ese sentido, elegir la colección de ‘Orto y Ocaso’ con sus quinientas reliquias de vidrio y loza fabricadas en ese Gijón industrial de siglos XIX y XX para forjar este retorno, se ha vivido como «cerrar un círculo» desde el área de Cultura, un «auténtico ejemplo en el buen hacer de nuestros museos «, precisa Moro. Los más de 15.000 vecinos y visitantes que se han pasado por el palacio en estos dos meses desde su apertura corroboran que algo ha cambiado. El ‘lavado de cara’ ha vuelto a despertar un interés que permanecía dormido; se vuelve a hablar del palacio.
La alegría por el Revillagigedo forma parte de algo más grande. Se suma al proyecto de la ya archiconocida «vía gijonesa», una unión de fuerzas por parte del sector cultural de la ciudad que busca relanzar equipamientos, colecciones, actualizar ideas, programas, un poco de aire fresco y poner en valor como se merece la riqueza cultural de la que se nutre la historia de Gijón, ya que «muy pocas ciudades de nuestra dimensión pueden presumir de tener una actividad tan amplia». Se trata de un reto a gran escala que el actual Gobierno se ha puesto por delante, del que aún queda mucho que ver y que ya ha conseguido ilusionar a una ciudad que espera ansiosa ser testigo de esa revitalización que, como admite la edil en Cultura, «durante los últimos años se echaba en falta».
Ella capitaneará la tripulación del futuro cultural que busca forjarse para el municipio, una posición que confiesa afrontar con una mezcla de «responsabilidad, ganas e ilusión» y en la que tiene mucho que decir sobre el resto del ‘equipo’. Explica que el Ayuntamiento «tiene la suerte de contar con grandísimos profesionales que forman parte de la Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular«. Ellos son quienes «conocen el terreno y las necesidades en las distintas dimensiones de la gestión cultural» y están más que «preparados» para lo que tienen por delante.
A lo técnico también suma «lo político». A Moro se le ocurren ejemplos de una «excelente labor» con las conversaciones que «la Alcaldesa, Carmen Moriyón, y el concejal de Relaciones Institucionales, Jorge González-Palacios» mantuvieron con la Fundación Cajastur, propietaria del Revillagigedo, para la gestión gratuita del palacio y la intención de ambas partes de prolongarlo. Defiende sin fisuras que se pueden contemplar los primeros frutos de una vía gijonesa ya puesta en marcha con «hechos tangibles», llámese Revillagigedo, llámese residencias artísticas del palacio de San Andrés… O Tabacalera. A la espera de ultimar trabajos de reforma en el enorme espacio, ya se habla de la icónica fábrica de tabacos del barrio alto como punta de lanza de cara a convertir a Gijón en núcleo cultural de referencia nacional.
En verano se sucederán las visitas puntuales y las programaciones de algún proyecto para ir abriendo boca previo a la gran inauguración que merecerá. De hecho, la fachada del edificio formará parte de una instalación artística dentro del Festival Arcu Atlánticu, otra importante cita en la agenda cultural de los meses de calor. A los pies de Cimavilla, en el Revillagigedo continuarán mostrando los extensos fondos municipales que aún quedan por desvelar cuando termine ‘Orto y Ocaso’ en septiembre. Cambiarán las piezas de vidrio por la fotografía. Forma la tercera punta de este tridente el Museo Casa Natal de Jovellanos, cuyo sello ya quedó impreso en el reestreno del palacio. Prometen que solo acaban de empezar.