«Los jóvenes “sportsmen” gijoneses de principios del siglo XX entendían al deporte como un conjunto de actividades que trascendían lo puramente lúdico y que ello conllevaba una práctica multidisciplinar»
Sabido es que el Sporting nació con el ánimo de ser un club polideportivo, en origen fundado por un grupo de chavales. De la primera alineación conocida del Sporting, ninguno de los componentes del equipo llegaba a la mayoría de edad: trece años tenían Ramón Muñiz y Cesáreo Casariego, catorce Óscar Muñiz, con quince años contaban Constantino Palacio, Félix Alonso y José Morilla, de dieciséis estaban Anselmo López, Manuel Muñiz, Loyola Pineda y Laureano Antuña y el mayor de todos era Conrado Pineda, que tenía entonces con diecisiete años. No fue un caso peculiar en la historia del fútbol, ni mucho menos. Así, el Aston Villa fue fundado por un grupo de cuatro jóvenes de la Birmingham Bible Class y con un primer equipo conformado por adolescentes de la Cruz Villa Wesleyan Chapel. De los pupilos de la Christ Church Sunday School nació el Bolton Wanderers y los chavales que estudiaban en la Saint Domingo’s Methodist Church fueron los primeros jugadores del Everton. Ni las islas británicas ni el resto de Europa fueron un caso único. El América de México, por ejemplo, fue fundado por un grupo de niños de trece años. Hoy es el club más laureado del país azteca.
Pero, pese a que el fútbol fuera el motor principal en el nacimiento del Sporting, los jóvenes “sportsmen” gijoneses de principios del siglo XX entendían al deporte como algo global, como un conjunto de actividades que trascendían lo puramente lúdico y que ello conllevaba una práctica multidisciplinar. Buena prueba de ello son las diferentes secciones que tuvo el club rojiblanco desde, casi, su nacimiento. En 1908 ya aparece en el diario El Comercio la noticia de que el club sportinguista organizaba una carrera de aros (en su época, un deporte más y hoy reducido a la categoría de juego) por el paseo de Begoña. La primera de las secciones creadas por el club fue a iniciativa del propio Anselmo López y se llamó Arte y Sport. Su finalidad era la que el propio nombre definía, difundir las facetas artísticas de los miembros de la entidad y promocionar otros deportes y juegos, como el anteriormente señalado. Así, tal sección organizó desde el año 1908 juegos florales poéticos, carreras de aros o de velocidad para niños y niñas de la ciudad, incluso en el propio campo de El Molinón. Un año más tarde, en 1915, aparece la sección de natación, por impulsada por los hermanos Barroso Ablanedo y tras ésta llegarán las de gimnasia, atletismo, boxeo, hockey sobre patines, balonmano y rugby. Todas ellas hoy, desafortunadamente, desaparecidas y sobre las que ya hemos escrito en su día.
Pero lo cierto es que el Sporting aún pudo disponer de dos secciones más. El que fuera jugador y entrenador del primer equipo, Germán Menéndez Gancedo, propuso al club crear una sección de ajedrez. El presidente de turno desestimó tal ofrecimiento al no considerarlo “propiamente un deporte”, por lo que Germán acabó formando dicha sección en el Grupo Covadonga, entidad deportiva de la que también era socio. Y, por supuesto, el Sporting también tuvo sus opciones de tener un equipo de baloncesto. Bajo las presidencias de Plácido Rodríguez y Tino Graña, se firmó un pre-contrato para la adquisición del Gijón Baloncesto. La situación financiera de ambas entidades, finalmente, hizo que la operación no pudiera llevarse a cabo. También se trató, años más tarde, de recuperar la desaparecida sección de balonmano. Tampoco se pudo.
No es menos cierto que con el fútbol no nace el deporte en Gijón, con anterioridad el ciclismo, la pelota vasca y los bolos autóctonos asturianos, en su modalidad de “cuatriada” eran los dominantes entre los gijoneses y muchos de los que fueron jugadores sportinguistas destacaron en ellos. Conrado Pineda, uno de los fundadores del Sporting, era también ciclista y participó en pruebas organizadas por la Unión Velocipédica Española. Marcelino de la Cuesta fue un apasionado, igualmente, del ciclismo, llegando a competir en diversas carreras, Ramón Moré, que perteneció a la plantilla del Sporting en 1916 y era hermano del famoso pintor Mariano Moré, presidió durante muchos años el Club Ciclista Gijonés. Román Soto, el portero de los siete penaltis de Santander, fue un experto jugador de “cuatriada”, obteniendo numerosos trofeos en campeonatos en distintas localidades asturianas, Amadeo Sánchez, el portero y luego entrenador de los dos primeros ascensos, fue también un amante y buen jugador tanto de pelota como de bolos. Luis Álvarez Sirgo fue un portero gijonés que estuvo siete temporadas en la plantilla rojiblanca durante los primeros años del Sporting y que después se convirtió en un reconocido pelotari, llegó a ser durante diez años (desde 1958 hasta su fallecimiento) presidente de la Federación Asturiana de Pelota. Además, fue directivo sportinguista, ejerciendo el cargo de vocal en la junta presidida por Víctor Manuel Felgueroso. Cuando falleció, el 27 de junio de 1968, era el socio número 1 del Sporting. Y es que hay numerosos ejemplos de ello: ni el fútbol absorbió toda la actividad deportiva con su aparición, ni era el único deporte por el que sintieron pasión los gijoneses. A su muerte, Esperanza Sorribas Molleda, uno de esos personajes icónicos de Gijón, injustamente conocida como “la loca de las palomas”, poetisa de profundos ojos azules que entregaba un amor y cariño sin parangón hacia estos animales, le dedicó un sentido poema que publicó el diario El Comercio.