La protesta, fijada a las 18.30 horas, aspira a mostrar el rechazo a una decisión que, como comentan desde la Asociación ‘Jovellanos’, «carece de sentido ahora, hasta que la ubicación definitiva del museo esté lista para acoger toda su colección»
Siguen sonando los tambores de guerra en torno a la espinosa cuestión del Museo Nicanor Piñole. El próximo cierre del emblemático espacio continúan alimentando voces críticas con dicha pretensión, y de poco ha servido para aplacarlas que la concejala de Cultura, Montserrat López, haya asegurado recientemente, en declaraciones hechas a otros medios, que parte de la colección del pintor gijonés se expondrá en el Palacio de Revillagigedo desde finales del año que viene, hasta que la construcción de la sede definitiva, anexa a Tabacalera, se haya completado. Con suerte, en 2027. La opinión es clara: hasta que ese futuro equipamiento esté terminado, y sus fondos puedan ser trasladados íntegramente, el Piñole no se toca. Ni siquiera para algo tan aparentemente noble como servir de sede a la Oficina de Igualdad. Con esa idea en mente, varias entidades han convocado para esta tarde, a las 18.30 horas, una gran concentración a las puertas del museo; entre ellas, la Asociación Vecinal ‘Jovellanos’ de la Zona Centro, que ha unido fuerzas en su organización con la Federación de Asociaciones Vecinales (FAV) y con el Ateneo Obrero de Gijón para intentar frenar la polémica maniobra.
«No nos oponemos a que se busque una nueva y mejor ubicación, ya que es un honor para todos los vecinos y vecinas conservar el legado de Piñole en nuestra ciudad, pero no vemos necesario, más bien todo lo contrario, el traslado de todo el conjunto a una ubicación provisional hasta que esté lista la definitiva«, comienzan desde la ‘Jovellanos‘, cuyos directivos, encabezados por su presidenta, Maite Martín, remitieron ayer un comunicado dejando clara su posición al respecto, oposición a la opción del Revillagigedo incluida. Y es que en su memoria sobreviven tantos y tantos proyectos pasados que fueron clasificados como ‘provisionales’ y que, a la postre, se eternizaron. «Son tres años que, al final por distintos motivos, acabarán convirtiéndose en tres lustros«, advierten; esa es la razón principal para su rechazo a la clausura de la sede actual, pues «no nos gustaría que, por culpa de una mala gestión o planificación, nos viéramos despojados de una colección de inestimable valor artístico y cultural, al igual que recientemente ocurrió con el legado del escritor Luis Sepúlveda».
