«La gran característica de Luis Enrique y el cuerpo técnico es que las ideas externas no nos condicionan»
«La psicología deportiva no es definitiva, pero es otro granito de arena que puede ayudar al rendimiento»
«Me consta que en el Sporting está Emi (Emilio González Nosti), lo conozco muy de cerca, un gran profesional y están tardando mucho en aprovecharlo para el primer equipo»
Verano asturiano. Nubes con algo de orbayu en un mes de julio que dice adiós. “A ver como viene agosto”, dice el entrevistado. Tras la reflexión está Joaquín Valdés (Oviedo, 1965), psicólogo del combinado nacional y sombra de todo lo que sucede en el vestuario de La Roja. Lo hace mientras posa ante el escudo del Sporting, el club que hace 21 años le abrió las puertas y supuso su incursión en el mundo del fútbol. Además de un profesional contrastado, el asturiano es buen conversador. Tanto que, cuando se da cuenta del final de la charla, ha transcurrido toda una mañana. Por el medio analiza con miGijón la Eurocopa, la figura de Luis Enrique o algunas de las facetas más desconocidas de su vida.
¿Le ha dado tiempo a descansar?
Si, si. Llegas, estás con la familia, en tu tierra, puedes desconectar y ya me encargo yo de buscar mis formas para esa desconexión.
Pienso en las semifinales de la Eurocopa y la eliminación ante Italia. ¿Es la parte más compleja de gestionar para un psicólogo?
Todo depende del grupo de trabajo en el que estés. En ese sentido, Luis Enrique es un ganador nato, pero también una persona capaz de gestionar la derrota creciéndose ante ella y buscando rápidamente la motivación y el siguiente punto al que amarrarse. No quiere decir con esto que pase y ya está, pero se gestiona de una forma mas fácil cuando trabajas con personas como él.
Tengo la sensación de que un psicólogo en las buenas pasa más desapercibido que en las malas.
(Risas). Me gustaría que pasara desapercibido tantos en unas como en otras. Nuestra función es mantenerse en un segundo plano lo máximo posible porque los protagonistas son los jugadores o los entrenadores. La mejor forma de trabajar desde la psicología es la de aparecer lo menos posible porque eso va a genera más confianza y tranquilidad al deportista con el que trabajas. Reconozco que estando en el Barça, la Selección, etcétera llame la atención mi trabajo, pero intento en la medida de lo posible no potenciar más todavía ese protagonismo.
¿Cómo se gestiona un grupo humano como el de la Selección Española?
Al final cualquier grupo humano en cualquier ámbito requiere de un líder que tiene que tener la característica de saber gestionar. De hecho, bajo mi punto de vista hay diferentes tipos de líderes: los hay más gestores que líderes, más líderes que gestores… Por ejemplo un entrenador puede ser mucho más líder porque apela más al tema motivacional y no tanto a cuestiones puramente deportivas, estratégicas, de cómo afrontar un partido… Hay otros entrenadores que son más de contenidos en cuanto a como se va a llevar el encuentro, la lectura de la parte estratégica, técnico-táctica y también pueden tener un buen resultado. Para mi la excelencia está en ser capaz de combinar esa parte de gestión con la de liderazgo, tener una gran capacidad de conocimiento de cómo trabajar en aspectos puramente deportivos y luego ser capaz de gestionar aspectos de arrastre, influencia… En ese sentido Luis Enrique es un gran ejemplo de estas dos formas de liderar.
Dicen que donde hay un psicólogo aumenta el rendimiento deportivo. ¿Lo comparte?
Sería tirar piedras contra mi tejado (risas). La psicología deportiva no es definitiva, pero es otro granito de arena que puede ayudar al rendimiento. En la teoría del rendimiento hay cuatro aspectos: técnicos, tácticos, físicos y psicológicos. Para poder rendir, hay que puntuar lo más alto posible en cada uno de ellos y todos son entrenables. Es decir, puedes ser físicamente, tácticamente y técnicamente un portento que, si psicológicamente no eres capaz de expresarlo, no vas a poder demostrar todo ese talento y el esfuerzo que has llevado a cabo. A la inversa, igual: puede ser un portento psicológico, pero si no tienes una buena forma física y un talento técnico y táctico, tampoco. Por ello entiendo que la combinación de estos aspectos es lo que puede conseguir el máximo rendimiento.
¿Su trabajo ha adquirido más importancia por la pandemia? Los jugadores es inevitable que sientan respeto por el virus, sobre todo, viendo lo que pasó con Sergio Busquets.
Se ha añadido un aspecto más. Es una situación para la cual no estábamos preparados: hay que afrontar, tener en cuenta y llegado en ese momento, por ejemplo, en la Eurocopa hubo que tomar cartas en el asunto también a nivel psicológico. No sé si consigues solucionarlo, pero como mínimo aminorarlo y en la medida que lo aminoras puedes evitar que el rendimiento baje y conseguir lo que ocurrió. Tuvimos tal cantidad de adversidades que cada vez que conseguíamos superarlas, nos hacíamos mucho más fuertes y cada día que pasaba superábamos una más. La sensación que tenía el equipo en la Eurocopa fue la de que nada iba a poder con nosotros.
Lo que es seguro es que en ese cuerpo técnico hay sentimiento rojiblanco por los cuatro costados.
Rezuma asturianía porque tenemos algún compañero que no es rojiblanco, es del Oviedo y, por otro lado, hay cierto sentimiento rojiblanco porque unos cuantos de los que estamos ahí tenemos pasado rojiblanco.
Luis Enrique fue uno de los primeros entrenadores en apostar por un psicólogo dentro de su staff técnico. ¿Al principio se sentía un elemento extraño en los vestuarios?
En absoluto porque cuando empecé con Luis Enrique había estado como psicólogo en el Sporting de Gijón. Empecé en el año 2000 y ahí sí que fue un poco más pionero porque hablamos de hace 21 años donde no había la experiencia de profesionales que lo hubieran hecho. Hubo que ir rompiendo más barreras, pero siempre buscando, observando y adaptándose a las necesidades del momento. Un psicólogo no trabaja siempre igual y, aunque llevo muchos años con Luis Enrique y lo hacemos de la misma forma, en el caso de otros entrenadores me he adaptado a sus necesidades. La mejor característica que podemos tener es la de la adaptación.
¿El seleccionador es tan fiero como lo pintan o hay mucho de coraza?
Es una persona súper cercana, afable… Lo que pasa que no tiene nada que ver la imagen que se ha proyectado con la real del día a día. Con él se trabaja a tope cuando hay que estar a tope y divirtiéndose muchísimo cuando toda divertirse.
¿Hay un ensañamiento con el seleccionador por parte de los medios de comunicación por ser un tipo tan directo?
No sé si hay enseñamiento. Luis Enrique tiene una idea de trabajo y la lleva a cabo al margen de lo que se piense, opine o diga. Puede gustar más o menos, pero lo tiene claro. Asumimos que el mundo del fútbol tiene este tipo de situaciones donde todo el mundo entiende, sabe u opina y hay que aprender a respetar todo esto, pero la gran característica de Luis Enrique y el cuerpo técnico es que las ideas externas no nos condicionan. Lo fácil sería cuando la opinión está en contra, suavizar, pero no es nuestro método porque hemos visto que, en la medida en la que creemos, aunque los principios son complicados acabamos consiguiendo lo que perseguimos.
Sé que puede sonar a frase manida, pero ¿es un ejemplo de superación? Lo digo por el trago que superó recientemente con el fallecimiento de su hija, algo que nunca es fácil y ante lo que muchos no son capaces de levantarse.
Es un ejemplo de superación, pero no solo por lo que le ha ocurrido sino por lo que ha sido siempre. Desde el momento en el que lo conozco me doy cuenta de que no es casualidad todo lo que ha conseguido porque es un ejemplo de superación continua en todos los ámbitos. Como deportista y como entrenador llega a donde llega porque es un trabajador incansable, una persona tenaz, cuando se marca un objetivo va a por él a tope y sabe escuchar, rodearse y tiene todas las características de ese líder que se persigue en la mayoría de la literatura acerca del liderazgo.
Y un gijonudo nato hasta en su mascarilla.
(Risas) No te quepa la menor duda de que donde quiera que está hace gala de su asturianía y de sus orígenes en Gijón. Es una de las mejores banderas que puede tener tanto Gijón como Asturias porque se encarga de demostrarlo, muchos más que cualquiera de los que vivamos aquí de manera más continua.
Dentro de todas las experiencias que ha tenido con él –Barça, Roma, Celta, Selección Española- ¿Cuál ha sido la más dura, la más exigente y cual la más reconfortante?
El momento más duro, sin lugar a dudas, ha sido cuando ocurrió lo de la hija de Luis (Enrique) y entre los reconfortantes, ha habido muchos, pero todavía creo que vendrán más: final four, mundial…
¿En alguna ocasión se ha planteado decirle que no a alguna de las propuestas o a usted también le gustan los retos?
Estoy en el sitio justo en el momento adecuado. No solo tengo la suerte de trabajar sino el privilegio de hacerlo en lo que más me gusta y con quien más me gusta. No tengo ninguna queja, al contrario. Esto no quiere decir que no se pase por momentos complicados, pero ahí pienso en cualquier persona que trabaja en algo que no le gusta. Con lo cual, nada de quejas y hacia delante.
¿Qué pensó el primer día que lo vio subido a un andamio para dirigir los entrenamientos?
Esto es algo que solo tiende a la lógica. Luis Enrique es una persona innovadora. El fútbol siempre ha sido como muy conservador a la hora de hacer las cosas. Si se puede llevar algo a cabo y mejorar las cosas, aunque no se haya hecho nunca, eso no le va parar. Es curioso como algo tan sencillo y simple como subirse en una plataforma para tener una visión global del entrenamiento que hace que tengas un feedback inmediato de lo que está ocurriendo se hubiese convertido en algo tan llamativo. Para mi raya el ridículo, pero son esas cosas que sabías que iban a suponer un antes y un después. Lo que pensábamos es como no se le ocurrió a nadie antes.
Uno de los capítulos más desagradables que nos dejó el torneo fue la confesión de Álvaro Morata sobre las amenazas e insultos que había recibido su familia. ¿Este tipo de situaciones cómo se trabajan desde la psicología?
Lo que se busca es ver en qué medida el jugador puede estar afectado y en la medida que lo esté intervenir o no. A Álvaro Morata le preocupaba, pero no hasta el punto de que le pudiese condicionar su rendimiento. Sí era importante manifestar en voz alta que hay cosas que no tiene sentido. Como dijo en su momento Luis Enrique, es algo que hay que denunciar y tomar cartas en el asunto. De la misma forma que a él pudo no afectarle, a otros jugadores sí.
¿Hasta qué punto los entorno de los profesionales son importantes?
Son básicos y por eso es muy importante cuidarlos. Para Luis Enrique la valoración a la hora de tener gente a su alrededor no es exclusivamente técnico táctica sino también la convivencia porque son muchas horas las que tenemos que pasar juntos y al final puedes ser un gran profesional en conocimiento y una persona problemática en la convivencia. Alrededor del equipo se mueven fisioterapeutas, médicos, comunicación, staff técnico… Un montón de personas que están en contacto continuo con los jugadores. No es casualidad que luego se hable del grupo humano que teníamos y que todos comentaban que era excelente, con gran ambiente, buena convivencia… Eso no garantiza que ganes partidos pero aumenta la probabilidad.
Volvamos al inicio, a esa incursión en el mundo del fútbol hace 21 años a través del Sporting con Marcelino García Toral en el filial y Pepe Acebal en el primer equipo.
Fue una época muy ilusionante, un momento de iniciar el trabajo con un equipo de futbol profesional. Aunque años atrás habían estado Jesús García Barrero y Rosana Llames, cuando entro no quedaba nadie que hubiese trabajado con ellos. De alguna forma tuve que adaptarme a las necesidades del momento: qué era lo que podía hacer falta y en función de eso ir dando ese trabajo. Estaba con el primer equipo, filial y categorías inferiores; algo inabarcable y tuve que priorizar. Además de la primera plantilla, trabajé en temas de formación con jugadores, entrenadores y tuve los primeros contactos con Marcelino, una persona que le dio mucha importancia a mi figura en aquellos años que estuvimos juntos. Mantengo una gran relación con él y siempre me tiene muy en cuenta en ese sentido.
Dos décadas después el primer equipo rojiblanco no cuenta con un profesional, sí el fútbol base. Sin embargo, en ocasiones se ha optado por coaches, motivadores. ¿Usted diría que esto es intrusismo laboral?
Con el clero hemos topado (risas). Es un punto que ha dado mucho que hablar para los psicólogos durante todos estos años. Consideramos que hay mucha gente con gran preparación y a veces no titulada para hacer distintos trabajos, pero ha habido un cajón desastre donde se ha sustituido a una figura sin conocimientos lógicos de lo que debe ser. Ha habido una pretensión de hablar y decir que el psicólogo del deporte es solo para cuando hay problemas y eso es desconocer totalmente lo que es la psicología, intentan trabajar con nuestras herramientas y no duran mucho. No está nada reglado y no digo que todo lo reglado esté bien, pero si quiero ir al dentista me gusta que tenga la titulación. Tener la formación no te garantiza que sea un gran profesional, pero tenemos que fiarnos de algo. Lo que pido es que quien este trabajando en estos aspectos sea alguien formado en el rol que tenga que desempeñar. Me consta que en el Sporting está Emi (Emilio González Nosti), lo conozco muy de cerca, un gran profesional y están tardando mucho en aprovecharlo para el primer equipo porque es conocedor del fútbol como entrenador y de la psicología como psicólogo. Tenemos una gran relación y están desaprovechando una gran figura.
¿La salud mental es la gran olvidada? Acabamos de ver el ejemplo de la estadounidense Simone Biles.
No es la gran olvidada porque todo el mundo reconoce la importancia de la salud mental en los deportistas, lo que está muy olvidado es la intervención. No escuchas a ningún entrenador, ni a un solo deportista que no emplee la terminología psicológica pero, curiosamente, lo que no se mira es como intervenir sobre ese tipo de cosas. Es como si dices en todo momento que no estás bien físicamente, que te falta pulmón para llegar al final del partido… Automáticamente piensas en un preparador físico. Sin embargo, en el ámbito psicológico todo el mundo piensa esto, pero parece que la solución la tiene que dar el entrenador. Se han dado grandes pasos, a nadie le extraña oír hablar del psicólogo del deporte, pero no todos los clubes lo tienen. Hace muchos años dije que, aparte del interés en mi trabajo, ser una persona con cierta repercusión me da la responsabilidad para fomentar la psicología del deporte. Cuanto menos se critique mi labor, mejor puede ir la labor psicológica para poder incorporarla.
La inteligencia emocional, saber gestionar las emociones ¿Es la asignatura pendiente del deporte y, si me apura, de la vida?
Este momento de la pandemia ha sacado a relucir la repercusión mental que tiene la vida diaria, más aún después de la situación que estamos viviendo actualmente. Se ha llegado a un punto en el que ya no hay que hablar de tener una patología para trabajar con un psicólogo, para poder reconocer que puede tener una vida normal, pero que en un un momento dado tiene situaciones emocionales difíciles de gestionar. ¿Esto quiere decir que los psicólogos somos capaces de gestionar nuestras emociones y somos superhombres? Ni mucho menos, como en cualquier profesión tenemos esos conocimientos, pero siempre puede ayudar mucho asesorar a otras personas para poder gestionar esas emociones.
Quien no le conozca vinculará su carrera al fútbol. Sin embargo, fue judoka profesional alcanzando el grado de séptimo Dan, ha sido entrenador de judo y profesor de esquí. ¿Por qué el judo y el esquí?
Empecé a hacer judo con Shu Taira en el Colegio Loyola de Oviedo cuando tenía seis años y me enamoró. Hasta los 11-12 años estuve federado en judo, gimnasia deportiva, balonmano y futbito. Me gustaban todos, pero no deje lo que no me gustaba sino que me quedé con lo que más me gustaba, el judo: competía, empecé a dar clases y, a mis 56 años, me sigo sintiendo judoka. Con otros maestros, queremos juntarnos una vez por semana para trabajar de cuestiones técnicas, me desconecta. En el esquí empecé con 20 años. Me gustó tanto que paso el verano esperando que llegue el invierno. La montaña es mi terapia actual, me gusta salir en bicicleta y tengo una casita en Felechosa donde desconecto. Hice mi curso de profesor de esquí en Candanchú y estoy vinculado a la Escuela de Fuentes de Invierno. No tengo tiempo para dar clases, pero cuando voy suelo dar algún tipo de formación a los monitores. Además mi hijo se ha hecho monitor y estoy encantado en ese ambiente. Siempre he buscado trabajar en lo que más me gusta y, en ese sentido, lo he conseguido. He hecho de mis aficiones, trabajo, lo cual me hace disfrutar mucho más de todo ello.
También ha ejercido como psicólogo en el tenis, la natación, el atletismo o el golf. ¿Entre todos ellos hay algún nexo de unión?
Entre estos y cualquier otro deporte. Cuando empecé en el Sporting se hablaba de que el psicólogo del deporte tenía que ser especialista en el deporte concreto con el que trabajaba. Siempre he dicho que para nada, un psicólogo del deporte es especialista en motivación, liderazgo, autoconfianza o variables psicológicas y se dan en todos los deportes. Lo que tengo que saber es de las emociones que provoca ese deporte. Me ayudó haber sido competidor, pero esto no quiere decir que para ser psicólogo deportivo haya tenido que ser deportista. Sí que debe informarse y formarse sobre el deporte en el que trabaja para hablar el mismo idioma que el deportista.
A. DAMIÁN FERNÁNDEZ
¿El Mundial de Qatar y los JJOO son sus únicas asignaturas pendientes?
No, porque si algún día consigo llegar también a tener esas experiencias voy a buscar otra más. Creo que son competiciones que están ahí y son muy motivantes, pero el siguiente reto sería otro mundial, otra olimpiada… Es lo que ves en deportistas de gran nivel: Indurain, Jordan, Messi… Querer más. El día que deje de motivarte hacer más cosas, será la crónica de una muerte anunciada.
El hecho de haber trabajado en lugares tan diversos ¿hace que valore más cuando retorna a casa?
Totalmente. Conoces sitios, culturas, personas, pero soy muy aldeano. Valoro muchísimo volver a casa, tenemos una calidad de vida envidiable a pesar de los problemas que puede haber hoy en día, soy muy de Asturias. A veces vas a grandes ciudades donde te brindan grandes oportunidades, pero pienso que es para un rato. Volver a casa con mi familia, mi gente, mis sitios es lo que realmente me atrae y estoy encantado.