La pequeña, que falleció en 2019 a causa de un osteosarcoma, sigue alimentando la alegría del gijonés, convencido de que, «en el plano espiritual, está viva; cada día hablamos de ella, y nos reímos y recordamos»
Labrarse una trayectoria deportiva de la talla de la de Luis Enrique equivale a haber lidiado muchas veces con el triunfo, cierto, pero también, y mucho más a menudo, con el fracaso. Sin embargo, ni todas las derrotas, las eliminatorias, las lesiones y los contratos finalizados del mundo podrían haber preparado al gijonés para el que ha sido, hasta la fecha, el golpe más duro que la vida le ha dado. El 29 de agosto de 2019 un osteosarcoma, una forma de cáncer de hueso, acababa con la vida de su hija, Xana, de tan sólo nueve años. Una pérdida inimaginable, pero que no ha impedido al ex seleccionador nacional, y actual entrenador del Paris-Saint Germain, seguir sonriendo con el recuerdo de su pequeña, disfrutar de la vida por respeto a ella y, sobre todo, sentirse del tiempo, aunque escueto, del que pudo gozar a su lado.
«¿Yo me puedo considerar afortunado o desgraciado?«, se pregunta el técnico en una entrevista recientemente publicada en el perfil de la red social X (la antigua Twitter) ‘Fútbol en Movistar Plus+’. Se trata, por supuesto, de una duda retórica… En una fracción de segundo Luis Enrique confirma que se considera «afortunado, muy afortunado. Mi hija Xana vino a vivir con nosotros nueve años maravillosos«. Y es que, pese al prematuro y fatal desenlace, el atleta gijonés y su familia atesoran «mil recuerdos de ella, vídeos, cosas increíbles…», que contribuyen a alimentar esa presencia incorpórea de Zana en sus vidas. No ha sido, eso sí, un proceso fácil, y Luis Enrique relata cómo su propia madre, la abuela de la pequeña, «no podía tener fotos de Xana». Algo que cambió en el momento en que le explicó que la difunta «está viva; en el plano físico no está, pero en el espiritual está, porque cada día hablamos de ella, y nos reímos y recordamos«.
En fin, un poderosos motivo para que el laureado entrenador siga adelante, máxime a tenor de que, confiesa, «pienso que Xana todavía nos ve«. He ahí, sin duda, la razón elemental. A fin de cuentas, se pregunta Luis Enrique… «¿Cómo quiero que Xana piense que vivimos esto?«.