LUISA ÁLVAREZ, PRIMERA MUJER OLÍMPICA EN PIRAGÜISMO
“Con una embarcación con la que llevábamos un año nos metimos en una final y unas semifinales de unos Juegos Olímpicos. Eso, en la actualidad, es impensable”
“¿Sabes la cantidad de gente que se podría atraer a Asturias y que vayan a visitar el Museo Olímpico? Colegios, asociaciones… No lo entiendo, la verdad”
Los Juegos Olímpicos son historia, pero también ejemplo de lucha, superación y ruptura de techos de cristal. Es el caso de Luisa Álvarez (Candás, 1962), la primera mujer en competir en piragüismo en una cita olímpica. Fue hace 30 años en Barcelona 92, aunque la carrera de la candasina no anotó solo ese logro. También se convirtió en pionera en Atlanta 96, en este caso como entrenadora del equipo masculino. Tres décadas después espera con ilusión que la próxima Junta Directiva de la Familia Olímpica del Principado sea capaz de poner en marcha el Museo Olímpico mientras en su casa continúa la ropa y la pala de aquella cita para exponer. La deportista tampoco esconde su malestar con los políticos por el trato a los olímpicos, a excepción de Carreño donde se siente “querida”, y cree que “el problema es que no saben venderlo”.
Las fechas suelen ser caprichosas. 30 años de Barcelona 92 y 30 años tenía cuando compitió en la cita olímpica.
Totalmente, me fijé cuando me llamaste para la entrevista. Dije: ‘Ostras, con 30 años fue cuando estuve en Barcelona’ con lo cual, ya no tengo 30 si no alguno más (risas).
Lo curioso es que llegó a Barcelona 92 después de haber dejado el piragüismo.
Antes se empezaba muy tarde en piragüismo, no te dejaban competir ni hacer piragua antes de los 12 años. Mi inicio estuvo ahí, cuando iba a cumplir 13. Durante el verano, en casa me dieron la opción de empezar en piragüismo o ir a unos campamentos que había de Ensidesa. Me decidí por la piragua y estuve hasta los 18-19 años. ¿Qué pasó? En esa edad no nos concentraban a las mujeres, había un seleccionador que no quería mujeres en el equipo porque decía que trastocábamos y despistábamos a los chicos. Llevaba tres años ganando en todo lo que competía: Campeonatos de España, el Sella, regatas nacionales, alguna internacional… Me sentí frustrada y lo dejé. Estuve de entrenadora en el club Los Gorilas durante unos años y de cara a Barcelona 92 contrataron a técnicos húngaros. Hungría tenía un equipo femenino potentísimo junto con Rusia y Alemania y el seleccionador español dijo que iba a llevar todo el equipo completo a la olimpiada, lo que incluía a las chicas. Empecé a entrenar en Trasona con el equipo de Nico Torrados y les dije: ‘Siempre entrené a nivel de club. Quiero que seáis claros conmigo, si voy a poder entrenar a nivel de equipo nacional o no tengo una base o físico para ello’. Me hicieron unas pruebas físicas en el Patronato Deportivo Municipal de Avilés y me dijeron que tenía potencial, pero que llevaba ocho años sin hacer competiciones y que lo iba a notar. Fue una amiga y mi hermana las que me liaron, me metí y al final conseguí salir del piragüismo por la puerta delantera porque mi salida anterior había sido por la de atrás.
“La prueba clasificatoria para Barcelona 92 competimos con una K4 que nos dejó el equipo ruso y en la que nunca habíamos subido”
¿Cómo se vivía en un mundo de hombres?
Muy complicadamente (risas). Para Barcelona 92 hicimos una especie de centro de alto rendimiento en Trasona y eran ocho chicos y yo la única chica. Hubo que pelear mucho porque el equipo masculino estaba muy asentado, tenía unos privilegios y al llegar el equipo femenino, vimos que teníamos que estar obteniendo resultados en todas las pruebas internacionales en el preolímpico y todas las miradas se posaban en nosotras porque teníamos claro que si no entrábamos en alguna final de la Copa del Mundo o del Campeonato del Mundo no nos iban a llevar a la Olimpiada, teníamos esa amenaza encima. Éramos un equipo bastante fuerte mentalmente, físicamente trabajamos muy duro y al final esas cinco chicas conseguimos ser las primeras en una olimpiada en piragüismo.
Ustedes tuvieron menos tiempo para prepararse, peor material y entrenadores de inferior categoría.
Tal cual. Para quitarnos de delante nos trajeron a un entrenador de un club vasco, el Santiagotarrak y los chicos tenían un entrenador húngaro. El material del que disponíamos era el que iban dejando los chicos. De hecho, en el último Mundial ellos tenían dos K4 y no nos dejaron la embarcación que tenían como suplente. La prueba clasificatoria para la Olimpiada competimos con una K4 que nos dejó el equipo ruso y en la que nunca habíamos subido. Tuvimos un enfrentamiento también con la Federación Española porque la segunda embarcación de los chicos tampoco nos la querían dejar para Barcelona, pero tuvimos la suerte de que al primer equipo de hombres les compraron material nuevo y nosotros heredamos el que tenían ellos.
“Asturias fue una de las comunidades que más voluntarios aportó en Barcelona 92. Fue impresionante”
La vida es una caja de sorpresas y cuatro años después en Atlanta 96 usted fue la entrenadora del equipo masculino.
(Risas) Con aquellos que nos estuvimos pegando por todo resulta que luego pasaba a ser su entrenadora. El presidente Pachi Perurena me lo planteó: ‘El entrenador que está de ayudante de Alexander Nikanorov con los chicos lo va a dejar y queremos que estés tú’ y después de pensarlo decidí probar. Los tres primeros meses fueron un poco de tanteo, tanto por mi parte como por la de ellos. Vieron que estaba técnicamente también muy preparada, sabía de lo que hablaba porque conocían toda mi trayectoria y lo que habíamos luchado para llegar a una Olimpiada. A partir de enero-febrero ya no hubo ningún problema. De hecho, en muchos entrenamientos el entrenador ruso no estaba, me quedaba sola con ellos y nunca tuve un problema. Al contrario, siempre me apoyaron a tope.
¿Le entristece haber sido una pionera que no ha tenido continuidad?
Muchísimo. Es penoso que después de Atlanta 96 sigamos igual porque no hay ninguna mujer que haya entrenado a ningún equipo masculino en España a este nivel. En clubes sí, pero a nivel de equipo nacional, quitando el sub23 que tiene a una chica andaluza Natalia, en el absoluto seguimos igual que estábamos. Ninguna mujer está con un equipo ni masculino ni femenino.
“Es penoso que después de Atlanta 96 sigamos igual en el piragüismo. Ninguna mujer entrena a ningún equipo masculino en España a nivel de equipo nacional”
En Barcelona 92, finalista en K2 y semifinalista en K4. ¿Se valoran más los logros cuando pasa el tiempo?
Sí, porque en aquel momento teníamos más expectativas en el K4 que en el K2. De hecho, los tiempos que teníamos y el resultado de la final del Mundial era mejor la K4 que el K2. Cuando pasa el tiempo y piensas que con tres años de preparación y el barco oficial solo el último año han conseguido todo eso te das cuenta de que es la leche. Además, no solo fue la final de K2 porque nos quedamos a décimas de las medallas por un cambio de viento. La pista de Barcelona está al lado del mar, estaba subiendo la marea y entre una prueba y otra había 15 minutos. Tuvimos la mala suerte de que la primera prueba dio viento de espalda y la nuestra de medio lado. Con esas décimas a las rumanas las habíamos ganado en el Mundial. En ese momento estábamos muy decepcionadas, pero 30 años después piensas que con una embarcación con la que llevábamos un año nos metimos en una final y unas semifinales y es algo que, en la actualidad, es impensable.
Una cita plagada de asturianos…
En Barcelona a todos los niveles: deportistas, entrenadores, fisioterapeutas, médicos… Por ejemplo, en piragüismo había muchos asturianos: el jefe de instalaciones, gente que estaba en la pista… Fue una pasada. Y luego en la pista, muchos piragüistas porque era importante en una cita así que las personas que estuvieran en cada deporte supieran de qué iba el deporte para conocer la importancia de que no te suelten o que te den mal una salida. Fue impresionante. De hecho, Asturias fue una de las autonomías que más voluntarios olímpicos tuvo.
¿Qué le pasó en la villa olímpica con la Familia Real?
(Risas). Todo el equipo español estábamos en una de las torres y tuve que volver a la habitación porque se me había olvidado algo. Las compañeras estaban esperándome abajo y yo iba corriendo con la pala, toqué el ascensor y cuando se abrieron las puertas veo al príncipe Felipe, actual rey. No sabía si hacer la venia, saludar y él empezó a reírse porque me vio cómo iba. Bajamos hablando, me preguntó cuando competíamos y me dijo que estarían sus padres, fue muy amable, pero el susto fue morrocotudo (risas). No fue el único porque luego me pasó algo en la Villa Olímpica con su hermana, con Cristina. Venía en bicicleta a visitar al hermano e iba con el gorro, las gafas y de repente casi se cae. Me dio tiempo a engancharla para que no cayera y cuando vi quien era le dije: ‘¡Uy, perdona!’ (risas) y me contestó: ‘No, no. Gracias a ti que casi me caigo’.
“Las instituciones se acuerdan de nosotros cada cuatro años el día que vienes para hacerse a foto y carretera”
Lo cierto es que usted pertenece a una generación que consiguió mucho, pero sin embargo Asturias no ha sido una tierra de reconocer el trabajo de los olímpicos. ¿Comparte el diagnóstico?
Sí. Fui miembro del primer grupo de personas olímpicas que hicimos la Familia Olímpica del Principado y desde 1998 tengo guardada toda la ropa y la pala de Barcelona 92 y de Atlanta 96. Desde que se instauró, la asociación ha buscado una sede para hacer un museo olímpico con todo lo que tenemos: embarcaciones, palas, material de todos los deportes, arcos, antorchas… y tocamos a muchos ayuntamientos, federaciones para que apoyaran y estamos en el 2022 y seguimos sin nada. Las instituciones se acuerdan de nosotros cada cuatro años el día que vienes para hacerse la foto y carretera. Yo sí tuve varios reconocimientos en mi pueblo, en Candás: hicimos como un recorrido con la llama olímpica, este año me reconocieron como mujer del concejo, pero el Principado y demás solo es cada cuatro años a bombo y platillo con los asturianos que van a la Olimpiada. A veces, si tienes suerte te hacen una pequeña recepción y ya está, se acabó.
¿Resulta frustrante romper barreras y al llegar a casa encontrarse con la indiferencia?
El problema es que no saben venderlo porque con los olímpicos que hay en Asturias, viendo el número de población que somos… Esto mismo lo tiene Cataluña y le estarían sacando un partido impresionante. Tanto que se hacen museos en toda Asturias, ¿sabes la cantidad de gente que se podría atraer a Asturias y que vayan a visitar el Museo Olímpico? Los colegios, asociaciones y además, con la premisa de que sea un museo vivo, cuando son los Premios Princesa de Asturias puedes traer al galardonado en deportes o ahora que se va a celebrar el Torneo de Tenis Playa de Luanco. El partido que se le puede sacar es amplísimo. No lo entiendo, la verdad.
¿Cómo vivió aquella situación con las trabas para la creación del Museo Olímpico?
No daba crédito porque estamos llevando y haciendo todo, ellos solamente tienen que dejar una sede, nada más. El Principado tendría que decir algo ya que los ayuntamientos nos daban largas. No saben sacar partido al olimpismo en Asturias y se está perdiendo mucho dinero para la comunidad desde el aprovechamiento que puede dar un Museo Olímpico.
Por cierto, Candás también llamada villa de olímpicos. Le viene como anillo al dedo.
Sí, otro reconocimiento que hizo el Ayuntamiento en este caso también la alcaldesa Amelia Fernández. Hay unos paneles a las entradas de Candás y ahí figuramos los olímpicos del concejo. Presta mucho cuando pasas por ahí y dices: ‘Mira donde estoy’ (risas). En Carreño siempre me valoraron muchísimo y es la excepción que confirma la regla porque lo vemos, por ejemplo, con Dacal. Su propio Ayuntamiento no reconoce el mérito que es una medalla olímpica. Sin embargo, Dacal en Carreño sí tuvo reconocimiento porque nació allí y figura en el panel. Carreño siempre nos valoró mucho. También es verdad qye hablamos con Carreño para el tema del Museo Olímpico, hubo buenas palabras y seguimos como estábamos.
Tras la élite, volvió a Candás donde trabaja como conserje y es profesora de gimnasia en el polideportivo municipal. Un ejemplo más de que los deportistas no tienen la vida resuelta.
No, para nada. De hecho, tuve compañeros en otros concejos que valoraron como puntos los años que estuvieron en la alta competición e hicieron las oposiciones de conserje municipal, como funcionario; yo no. Estoy con una empresa que saca a concurso el ayuntamiento cada cuatro años, que si les da la gana te llaman o no. Cuando vine estuve trabajando media jornada en la piscina de la misma manera, una empresa que ganó un concurso. En eso sí estoy dolida con Carreño porque en otros ayuntamientos sí se volcaron más con los olímpicos que tuvieron. Lo que hacen los olímpicos no deja de ser un reconocimiento que haces a tu país porque si estás preparando la competición no puedes estar buscando trabajo ni estudiar. De hecho, cuando era entrenadora hicimos un convenio con la policía y el Ministerio de Defensa para que los deportistas de alto rendimiento tuvieran unos puntos cuando se presentaban a las oposiciones y hay muchísimos policías nacionales piragüistas.
La Junta Directiva ya está disuelta. ¿Qué balance hace de este tiempo?
Los primeros años trabajamos muy duro. Hubo que contactar con muchos olímpicos porque no había un listado de todos los que éramos. La Federación de Halterofilia, cerca del Grupo Covadonga, era la sede de la Familia Olímpica porque como estaba Agustín Antuña allí colocamos el despacho. Al principio estábamos muy motivados y empezamos a buscar sedes, pero después de seis años fue muriendo porque veíamos que no había interés. Lo dejamos y ahora volvemos a retomarlo, empezando de cero, con la misma ilusión y con gente fresca. A ver si ahora se consigue.
Junto a usted estaban Joaquín Alonso, Ramón Gallego, Agustín Antuña, Herminio Menéndez, José Antonio Cecchini, Alfonso Menéndez y Jorge David López. Si vamos al deporte, menuda alineación, ¿no?
¡Menuda alineación! Con ese equipo hubiéramos llegado a donde hubiésemos querido. Mira las medallas que se trajeron para Asturias, las finales olímpicas… Por eso te digo que es una pena que no se valore todo eso y que las generaciones que vienen no sepan lo que hay aquí. Cuando voy a dar alguna charla a algún colegio de Candás, los críos no saben nada de mí. Me dicen: ‘Tú eres la que trabaja en el Polivalente’, pero cuando les cuentas un poco tu currículum, les enseñas la pala, las medallas que tienes quedan alucinados. Esa historia no se puede perder y sería lamentable que sucediera. El primer sitio en el que debe enseñarse es en los colegios.
Precisamente junto a Herminio Menéndez ingresó en el Salón de la Fama que creo en 2020 la Federación Española.
Sí, ingresé como entrenadora del equipo masculino, como un hecho histórico, por desgracia y seguimos igual. De hecho, en el discurso lo dije. Miré a todos los responsables y les sonrojé un poco diciendo que era lamentable que estuviéramos en 2020 y que todavía siguiéramos con esas tonterías de que una mujer no puede entrenar a un equipo absoluto, tanto masculino como femenino, en canoa o kayak. De hecho, nuestro primer seleccionador, que no concentraba a las damas, nunca se subía a una piragua (risas).
¿Confía en que la nueva hornada de olímpicos pueda transmitir a las generaciones venideras el papel de Asturias en las citas olímpicas?
Sí. De hecho, cuando me llamó Agustín para decirme que querían contar conmigo como vocal le dije que no tenía tanto tiempo, pero me explicó que esta gente viene con muchas ilusiones, muchas ganas y también hacen falta veteranos para enfocar un poco lo que se hizo. Ahora mismo son personas que tienen muchas ganas y hacía falta un relevo porque nosotros estábamos muy decepcionados, ya habíamos hecho todo lo posible. Creo que, en la actualidad, incluso en Gijón hay edificios nuevos que pueden ser sede del museo tranquilamente, si se quiere.
“Me queda la espina de no haber estudiado más. En mi etapa el seleccionador te decía que estudiabas o entrenabas. Cuando estuve de entrenadora lo cambiamos”
¿Ha llegado a temer que todo lo que han hecho por el deporte acabara en el olvido definitivo?
No, porque gracias a los medios de comunicación cada cuatro años salimos a relucir los antiguos y los modernos. Eso hay que agradecéroslo muchísimo, cada cuatro años sois como un reloj, ahí estáis. También hay libros de olímpicos. Además, la próxima Junta Directiva va a ser un revulsivo porque viene con ganas y aire fresco para volver otra vez a tocar a muchos ayuntamientos y al Principado.
¿El piragüismo le ayudó a forjar su carácter?
Totalmente. Los 13 años de ahora no son como los de antes. Te ibas sola a Madrid, tenías que competir, concentrada, ponían palos en la rueda para que no siguieras… Gracias a Dios todo eso que pasé me vale en la vida porque nunca veo que algo no se pueda conseguir, sigo siendo muy peleona y me gusta. Estuve en la Federación Asturiana hasta que dimití por discrepancias con el actual presidente. Había unas guerras internas entre él y la española y veía que eso no iba a buen fin, pero tenía configurado un equipo femenino juvenil, este año lo metimos en Trasona y había también otro proyecto de cara a ser la directora técnica de Asturias, un equipo desde la base para ir trabajando y metiendo gente en el equipo nacional como sucedía antes. Eso hay que conseguirlo otra vez porque hay un vacío a nivel de equipo nacional que hay que suplirlo de alguna manera.
Más allá del Museo, ¿le queda alguna asignatura pendiente, alguna espinita clavada?
La del trabajo, no haber estudiado más porque en mi etapa el seleccionador te decía que estudiabas o entrenabas. Sin embargo, cuando estuve de entrenadora hicimos un convenio con la Federación para que la gente pudiera estudiar y entrenar. Existían unas academias o estudiabas por la UNED y los entrenamientos los cuadrábamos un poco con las épocas de exámenes. Me hubiera gustado haber estudiado fisio. Sí saqué el título de entrenadora nacional, pero era fácil; en aquella época algo más complejo no me lo permitían. Si hubiera estudiado seguramente todas aquellas promesas que te hacían cuando venías de Barcelona 92, que nunca se cumplen, no me hubieran hecho falta y ahora estaría trabajando de fisioterapeuta en algún sitio.
Que entrevista tan interesante y que pena que no tuvieses oportunidad de seguir en ese deporte por el que tanto hiciste , eres única luisa 💪
Que alegría verte después de tanto tiempo, un abrazu amiga. Soy Antonio Vázquez.