Miles de personas acuden a la playa de Poniente para disfrutar de la hoguera y de los festejos paralelos; sin que se registrasen incidentes de importancia, los servicios de limpieza municipales se han apresurado a despejar el arenal esta mañana
Debería haber sido ‘la noche más corta del año’, como dicta la tradición… Pues bien, puede que a efectos prácticos, ese privilegio se lo haya llevado este año el pasado día 20, pero ayer, 23 de junio, miles de personas vivieron el paso del lunes al martes y, por tanto, la gran efeméride en honor a San Juan, como si, efectivamente, se tratase de la transición nocturna más breve de este 2025. Al amparo del crepúsculo, la magia de la cita, las aguas del Cantábrico y, desde luego, el fuego de la hoguera volvieron a dominar el escenario de la playa de Poniente, regalando a las legiones de asistentes, vecinos y foráneos, la oportunidad de quemar sus malas experiencias, rogar a las llamas el cumplimiento de sus anhelos y, por encima de todo, disfrutar en hermandad del que es uno de los últimos vestigios de aquel paganismo celta que, en tiempos remotos, dominó la región.
Pese a la cristianización que sufrió la fiesta tras la conversión de Roma a dicha religión, incluido el cambio de designación para homenajear con ella a San Juan Bautista, hubo mucho de ese lejano pasado en el ambiente que dominó la noche. El sonido mismo de las gaitas, aportado por las múltiples formaciones desplegadas en el arenas urbano, fue ejemplo palpable de ello, sin que faltasen aquellos dispuestos a bailar al son de las canciones interpretadas. A su alrededor, otros cientos disfrutaban de la cita a base de conversaciones, risas y bebidas en mano… Eso sí, con un ojo atento al reloj, pendientes de la llegada de las doce. Efectivamente, como el tiempo es un elemento inexorable, la medianoche, por fin, se alcanzó… Y la estructura de madera instalada por el Ayuntamiento, de trece metros de altura desde la base hasta la cúspide del mástil, rompió a arder.
Comenzó, así, la parte más simbólica de la cita. La misma que imprime a San Juan su característico carácter especial. Pese al cordón de seguridad tendido alrededor de la hoguera, no escasearon los que se animaron a bailar alrededor del fuego la Danza Prima… A distancia, desde luego. Así mismo, la empresa Pirotécnica Zaragozana también cumplió con su parte, potenciando el refulgir de las llamas contra el cielo nocturno con su propio espectáculo de fuegos artificiales, que levantó aplausos y ovaciones por igual. Y no importó que, al día siguiente, el que más y el que menos tuviese que incorporarse a su puesto de trabajo… La fiesta, convertida ya en una suerte de botellón, se prolongó durante buena parte de la noche, con grupos de jóvenes bebiendo y divirtiéndose alrededor de pequeñas fogatas, mientras los restos de la hoguera se consumían lentamente.
Y así continuó San Juan hasta que, con las primeras luces del alba, sólo los últimos rezagados y decenas de gaviotas quedaron sobre un arenal anegado de restos. Los mismos que, desde primera hora, se han apresurado a retirar los técnicos de la Empresa Municipal de Servicios de Medio Ambiente (EMULSA), dejando Poniente, nuevamente, lista para disfrutar del verano.