
La vicepresidenta de la Sociedad de Artesanía Contemporánea de España (SACO) es una apasionada del art déco y de los materiales cien por cien sostenibles, con los que trabaja

Mamen Diego es desde el pasado mes de junio la vicepresidenta de la Sociedad de Artesanía Contemporánea de España (SACO). Nacida en Venezuela, pero de padre asturiano, llega a Gijón con catorce años, donde reside desde entonces. El negocio textil de su padre hace que tanto los materiales como el patronaje y la técnica del teñido le llamen la atención desde muy temprana edad, así como los viajes que realizaba este por todo el mundo para adquirir las telas más demandadas y exclusivas a las que luego le daban forma y color en las fábricas familiares. En esta entrevista nos habla de su vida, inquietudes, de su pasión por lo art déco y los materiales cien por cien sostenibles, que es con los que trabaja.
Así que su afición por lo artesanal y la elaboración de materiales le viene de cuna.
Me gustaba mucho el interiorismo, pero me casé muy joven. Conocí a mi marido, Juan Atorrasagasti, a los 16 años y hasta hoy.
¿Tiene hijos?
En tres años tuve tres hijos, así que no me quedó más remedio que esperar para comenzar con mi sueño. Me presenté a un curso en el Centro de Estudios de Técnicos Superiores de Diseño Industrial y de Interiores, que equivalía a una FP1. Me dieron plaza y ese fue mi primer título. Más adelante, cuando se pudo hacer la carrera en Oviedo, la saqué.
Y se pone ya a trabajar.
Me empezaron a salir obras de interiorismo, pero lo que más me gustaba de mi trabajo era la parte técnica y sobre todo cómo funcionaban los materiales.
Explíqueme eso.
Observar cómo funcionan los materiales, sobre todo entre ellos; su durabilidad… Toda esa visión es la que más me interesa.
Luego hablaremos de sus “materiales”, antes cuéntenos cómo llegan a sus ojos para interesarle tanto.
Comienzo a ir a ferias por Europa y ahí es donde encuentro la diferencia. Es cuando empiezo a investigar sobre ellos, porque no hay formación de cómo tratarlos para poder llegar a crear algo con ellos.
La siento muy cabezona, con perdón, y eso que su cara es de ‘buenina’.
Lo soy (se ríe) y además tengo cara de antigua. Yo, es que despisto mucho porque la gente, no sé qué piensa…, que soy pija, pijísima y ‘tontita’.
Ahora que lo dice, yo que veo pelis de Hércules Poirot, tiene el mismo perfil que la mayoría de las protagonistas, y sí pijo, pijo.
Llevo toda la vida demostrando que no lo soy (risas).
Si supieran que trabaja con cuadrilla de hombres a su mando…
Sí, y flipan porque la línea del cabreo la traspaso fácil, y sobre todo si no se hacen las cosas bien.
Así que engaña, ¡eh! ¿Y en su casa?
(Carcajada) Les desconcierto bastante. Fíjese que yo soy más bien de perfil bajo.
Cierto, no es histriónica, ni llamativa en las formas…
No me gusta la exposición, aunque me gusta mucho hablar en público. El año participé en una mesa redonda en el congreso Ars Textum de Zaragoza y este lo haré yo sola en una conferencia, contando mi proyecto.
¿Cuál es?
Siempre enfocado al mundo del interiorismo, pero un producto hecho con materiales cien por cien sostenibles, que ya se utilizaron durante el Art Déco. En este siglo, Peter Marino, que es un arquitecto americano, volvió a utilizar este tipo de materiales.
Que me imagino que serán muy caros.
Porque son artesanales y hacerlos requiere muchas horas. Para entendernos, son artículos de lujo.
Hablamos de la paja.
Ya se empezó a utilizar en el siglo XVII, como recurso ante la escasez de maderas exóticas.
Usted lo que hace es marquetería…
Efectivamente. Bien para recubrir superficies, objetos o para combinar también con otros materiales. En el siglo XIX, el interiorista Jean-Michel Frank recuperó todos esos materiales poniéndolos nuevamente de moda.
Y usted, que nació en el siglo XX y que vive en el XXI, los ha vuelto a recuperar. ¿Le hubiera gustado vivir en aquella época?
Sí sobre todo porque son materiales sostenibles, a los que no hay que demostrar que lo son. Si esos materiales han durado tantísimos años, yo quiero que los míos puedan estar en un museo dentro de otros tantos.
Teniendo en cuenta que tenemos otro tipo de vida.
Nosotros ahora tenemos que luchar contra las calefacciones, contra los aires acondicionados…, que no limpiamos con plumero… Ese tipo de cosas.
¿Y cómo hacer?
Ahí es mi trabajo de investigación para diferenciarme un poco de los franceses, que son los artesanos de verdad. Solo aplican el material.
No entiendo muy bien.
Si quiere una mesa revestida de este tipo de material, usted tiene que proporcionarles esa mesa.
Usted lo hace todo.
Correcto. Esa es la parte técnica, que es la que a mí me gusta.
Aquí tiene su taller en Deva, es lo que hace.
Empecé muy poquito a poco, con el galuchat (piel del pez de los mares del sur que en vez de escamas tiene perlas de marfil) hace ya nueve años.
Que es un tiburón.
Eso. Luego pasé a la paja de centeno y ahora de escanda; más tarde al pergamino, que es la piel de cabra u oveja.
¿Tiene patentes?
Son patentes menores, de modelo de utilidad con extensión internacional a Francia.
Y también tiñen esos materiales.
Estamos tiñendo en frío. Mire, nosotros tenemos una asociación de artesanos, pero diferentes a otras. Somos cinco personas y Juan Carlos Santos, que es el teórico.
¿Y quién son?
Raúl Mouro, Manuel Persa de Art Bio, Natalia de Woodic, Paz Mesa y yo. En septiembre u octubre haremos una exposición casi con seguridad.
Para terminar, ¿su taller puede visitarse?
¡Claro que sí! Me avisan y allí estaré.
Solo un detalle más. ¿Cuánto tardan en hacer…?
¿Un metro cuadrado (en paja)? Diez días.