Marcelino Torrontegui, fisioterapeuta COE en siete Juegos Olímpicos
“En Asturias no se cuidan los pequeños detalles, no vendemos el producto que hay y es increíble porque llegas a unos Juegos y siempre hay asturianos”
“Ver a mi hija Carlota en unos Juegos sería la hostia, algo increíble porque supondría la continuidad de la saga Torrontegui en el olimpismo”
Marcelino Torrontegui (Albandi, 1964) es de los que para poco y cuando lo hace busca algún proyecto nuevo en el que zambullirse. Este verano ha estado en el campeonato de España de Natación con el Canoe, los Juegos Olímpicos de la Juventud con el COE, la Vuelta a Burgos con el Quick-Step y ahora se encuentra en el campeonato de Europa de ciclismo en Múnich. Le queda el Mundial de ciclismo en Australia y no descarta su participación en la Vuelta a España. “Estoy en mi salsa, lo que quiero es moverme”, asegura con una sonrisa mientras no para de saludar gente en su Candás natal. Ve con ilusión el retorno de la Familia Olímpica del Principado y tiene claro el significado del olimpismo: “Es lo más grande”.
Siete Juegos Olímpicos a su espalda. Pocos en Asturias pueden decir eso…
Sí, ya estoy en un número bastante alto. Me considero un afortunado por haber podido ir a siete Olimpiadas. Es la suerte que he tenido.
Su andadura empieza en Atlanta 1996, pero ¿dónde estaba Marcelino Torrontegui en Barcelona 92?
Acabando un Tour de Francia y sufriendo porque me gustaría haber participado. Me fui a ver a mi mujer a Inglaterra porque estaba estudiando. El ciclismo profesional no se adaptó hasta los siguientes Juegos y me comía el alma no poder estar en Barcelona formando parte de la cita. Sin embargo, mira ahora todo lo que he vivido.
¿Barcelona es una espinita clavada?
Era joven. Siendo como soy de Candás, un pueblo de olímpicos, todos tenemos el espíritu deportivo y olímpico entre ceja y ceja. Unos juegos en tu país tienen que ser lo más grande, algo increíble. Estaba yendo con la selección española de ciclismo, había debutado en mi primer mundial en 1991 y era un objetivo más dentro de la suerte de ser una persona que va a sumar con los deportistas. Es duro no estar en los Juegos de tu país.
¿Podía imaginar que su vida estaría vinculada a las Olimpiadas?
No y es un placer y un honor. Ahora tengo la suerte de que el Comité Olímpico Español confía en mí. Estoy en la Comisión Científico Médica y ya escojo ir a Juegos. Hace 15 días estuve en los de la Juventud, donde compiten los futuros deportistas que van a llegar a unos Juegos Olímpicos y fue una experiencia espectacular. El espíritu olímpico es muy grande y si te llama todo lo relacionado con el deporte como a mí, vivir cualquier cosa, cualquier evento organizado que tenga el espíritu olímpico es increíble.
Atlanta 96, Sídney 2000, Atenas 2004, Pekín 2008, Londres 2012, Río 2016 y Tokyo 2020. ¿Con cuál se queda?
Me quedo con momentos en todas. Quizá como asturiano, la medalla de Samu porque como la planificamos, había tanto gallo en el corral, torear con ellos fue una experiencia para la que no tengo palabras. Trabajar con Llaneras en las cuatro medallas olímpicas que ha sacado fue impresionante, la primera de Induráin y Olano… Cuando vas con tanto caballo ganador no lo disfrutas tanto como, por ejemplo, la de Samu o en los últimos Juegos el oro con Alberto y Fátima en tiro, la gente de balonmano que tenemos suerte de colaborar con alguno y estar a su lado en todas sus medallas olímpicas. Los Juegos Olímpicos son como una espiral, te va cogiendo y empezar el primer día de competición con una medalla de oro en ruta fue un subidón para toda España y para el equipo olímpico español. Eso da un empuje extra a todos.
“Cuando empiezas a trabajar en el deporte tienes mucho ego, estás con uno bueno y crees que eres tú el bueno cuando es al revés”
Lo que pasa que usted es un poco brujo porque un año antes ya le había dicho que ganaría.
Porque sabía las características del gran equipo que teníamos y las posibilidades de Samu. Es un corredor muy inteligente, como todos los que había ahí, pero quizá tiene un plus como Óscar (Freire) que es la intuición para moverse. Los otros ganan por pelotas y él gana por pelotas y por intuición. Era una carrera que le venía como anillo al dedo y al final ganó como ganó porque con los que de los diez que esprintaban, ocho se lo meriendan, pero el día que tenía que ganar ganó.
Dice Samu Sánchez que la camilla es donde te confiesas con un masajista. Son como una madre para los deportistas.
Y viceversa porque igual que se confiesan con nosotros, nosotros nos desahogamos con ellos. Es decir, las camillas crea un vínculo muy especial entre paciente y terapeuta y al revés. Ahora estoy viviéndolo con la natación, de nuevo con el ciclismo con el Quick-Step… Generas un vínculo muy especial porque ellos te necesitan y tú también. Al final hay esa simbiosis de la que todos nos aprovechamos.
¿Piensa en París 2024? Sería la octava cita y se convertiría en el asturiano que ha estado en más Olimpiadas en la historia.
No lo sabía. Si Dios quiere y no me pasa nada, estaré ahí seguro. Sería un honor ir a los octavos y habría que pensar en los novenos, en Los Ángeles (risas).
¿Uno evoluciona con el paso de las citas olímpicas?
Sí, disfrutas más de las cosas, es la vida. Cuando empiezas a trabajar en el deporte tienes mucho ego, estás con uno bueno y crees que eres tú el bueno cuando es al revés. Tienes la suerte de estar, pero habría mil que estarían como tú y pasaría lo mismo: ganaría igual. Maduras como la vida misma y le quitas importancia a muchas cosas que cuando eres joven se la dabas.
¿Qué es para Marcelino Torrontegui el olimpismo?
Es lo más grande, quizá porque la grandeza de los Juegos es que todo el mundo es igual. He visto a Messi, Usain Bolt, Nadal… Comen todos en el mismo comedor, duermen en los mismos pisos y la medalla de Nadal vale lo mismo que la de la Adriana Cerezo (taekwondo). Todos tienen ese momento de gloria y es igual para todos. Luego vuelves a la cruda realidad y es que a mucha gente se le olvida hasta dentro de cuatro años, pero los que están a pie de playa todos los días van a estar siempre en el candelero. Esa es la diferencia.
“El olimpismo es lo más grande, quizá porque la grandeza de los Juegos es que todo el mundo es igual. En una cita olímpica el deportista se abre y se transforma, es uno más”
Usted empieza en el ciclismo, pero a partir de la cita de Londres pasa al COE.
Fui a Sídney con la Federación y estoy muy agradecido a Alejandro Blanco y a Ricardo Leiva. Ambos me metieron en el grupo del COE para temas médicos. Ahora soy un miembro del Comité Olímpico Español y tomo mis decisiones.
¿Qué deportista le ha sorprendido más en el trato?
¿Sabes qué pasa? Que ahí dentro son todos iguales. Tú hablas con cualquiera por la mañana, te saluda. Sabes que soy un poco culo inquieto y todo el mundo me conoce. Estando en Londres me decía Gasol: ‘¡Te veo en todos los sitios!’ Se crea un vínculo y una conexión especial. Otra de las cosas que me impresionó es cómo disfrutó de la Villa Olímpica la selección del fútbol a pesar de tantos gallos que había en Londres. Todos te sorprenden gratamente. ¿Por qué? Porque no tienen los prejuicios que tienes cuando estás en tu deporte: fútbol, baloncesto… Uno de los extranjeros que me llamó la atención fue Djokovic. El deportista se transforma y es persona más que deportista, es uno más. Fuera tu deporte, tu entorno te absorben y tienes una coraza que en unos Juegos los quitas. En una cita olímpica todo el mundo se abre.
¿Tiene la sensación de que su trabajo pasa desapercibido?
Me siento uno más como yo creo que todo el mundo se tiene que sentir, es decir, todos aportamos lo mismo: uno tiene que ser el conductor del tren, otro el de la taquilla… cada uno tiene su función, pero somos todos iguales. Evidentemente hay alguien que es mucho más importante: el deportista y nos debemos a él porque si no hubiera deportistas no estaríamos nosotros en los Juegos. Somos un elemento más del engranaje de las Olimpiadas, pero me siento súper respetado porque todo el mundo me saluda, me conoce, vas a ver a los jueces, a los técnicos, hay es un patriotismo muy grande.
Ya sé que en su casa es tabú, pero ¿su sueño ahora es ver a su hija en unos Juegos?
Sería la hostia, pero cada día está más lejos o más cerca. Este año no anduvo como se esperaba, pero igual el año que viene sí. Sería increíble que la saga siguiera, no estaría mal.
“El gran triunfo del olimpismo asturiano será la entrada de los voluntarios porque aportan muchísimo, igual lo viven mucho más que los que estamos dentro y va a ser un empuje muy grande”
Le pregunto por la Familia Olímpica del Principado que ahora cambia su Junta Directiva. Entra una nueva hornada liderada por Jorge García y me consta que el trabajo entre bambalinas ya ha comenzado. ¿De esta será la vencida?
Pienso que sí y me gustaría poner en valor el trabajo de la Junta saliente. Se trata de un equipo que ha trabajado muchísimo en pro del olimpismo y, especialmente, Agustín Antuña, una persona que siempre ha estado pendiente de la evolución de todos los olímpicos asturianos y ayudando a que la llama olímpica nunca se apague. Hay otra gente en el olimpismo que no se reconoce: los voluntarios. Son personas clave en los Juegos y es impresionante lo que aportan. Lo veo cuando vamos fuera: gente que te ayuda, están ahí, sufren y el gran triunfo del olimpismo asturiano va a ser la entrada de los voluntarios porque aportan muchísimo, igual lo viven mucho más que los que estamos dentro y será un empuje muy grande. Evidentemente se madurará bien y ahora con las tecnologías será más fácil hacer cosas. La Familia Olímpica estaba cerrada a los deportistas, técnicos y todo lo que conlleva ser voluntario es tan importante como nosotros, estamos en el mismo nivel.
Más de dos décadas y Asturias sigue sin el ansiado Museo Olímpico. ¿Los políticos tienen que dejar de ponerse de perfil?
¿Sabes qué pasa? Los políticos tienen muchas cosas que hacer. Los Juegos Olímpicos duran 15 días, normalmente la gente se sube al carro 15 días antes y 15 después de que haya triunfos, pero el trabajo que conlleva tendría que ser hasta federativo. Durante el ciclo olímpico cada federación es la que tiene que ir generando esa ilusión para que los políticos estén más involucrados. Echar solo la culpa a la clase política es un error porque la culpa la tenemos todos. Es lógico que cuando más destaca una cita olímpica es dos semanas antes, durante los Juegos y dos semanas después, pero la labor debe ser diaria. Más que los políticos, tenemos que ser todos los que estamos relacionados directamente con el deporte los que generemos ese sentimiento de apoyo.
Usted que lo vive desde otra óptica, ¿piensa que son de los que se colocan para la foto y hasta ahí?
Cuando hay un resultado aparece todo el mundo, pero también hay dirigentes deportivos que están muy involucrados y sufren mucho por los deportistas día a día. Nosotros tenemos un presidente como Alejandro Blanco que se preocupa de los deportistas, de los exdeportistas… Estamos hablando del deporte de élite, pero las ayudas que tienen para la formación, estudiar en la universidad privada o exámenes de acceso, másteres… Lo que pasa es que no se habla, no sabes todo el trabajo increíble que hay detrás por parte de mucha gente. Por ejemplo, las becas Podium. Se está trabajando mucho en el perfil del deportista que está en un centro, quiere estudiar, ganar algo de dinero para subsistir, hacer su carrera y cuando acabe seguir la vida normal que lleva todo el mundo. En ámbitos privados hay mucha ayuda, igual en los públicos tendría que haber un poquito más de apoyo a la gente que estudia porque no todo el mundo hace deporte, va a una Olimpiada y está ganando tres millones de euros; mucha gente gana muy poco a o nada y tienen que sufragarlo los padres. Hay cosas a las que se les podría dar una vuelta de tuerca, pero hay otras ayudas que son bastante importantes.
Existe una frase unánime en todos los entrevistados: los olímpicos asturianos han quedado en el olvido. ¿Se suma a ella?
No porque cuando nos vemos entre los olímpicos asturianos es especial. A nivel social, es la vida y el deporte. Cuando estás en primera línea todo el mundo se acuerda de ti, pero cuando ya no estás en el Sporting, el Oviedo o de preparador físico en el Málaga la mitad ni te conocen. El deporte es una trituradora, mientras estás ahí bien, pero cuando pasas aparece otro. En unos Juegos a los cuatro años llega otro y es posible que se acuerden, pero cuando han pasado 16 años como leo en alguna entrevista es más complicado. Para eso está la Familia Olímpica y cuando te encuentras te vienes arriba y vuelves a ser el mismo.
¿Conoce algún caso de un territorio de la dimensión del Principado con tanto potencial cada cuatro años?
En otras comunidades cuidan un poquito más las cosas. Cuando estaba en Andalucía nos han cuidado a todos los que íbamos a una Olimpiada. Antes de los Juegos de Pekín, el alcalde de Málaga con la Junta vendió el producto y me quedé asombrado. En Asturias no se cuidan los pequeños detalles, no vendemos el producto que hay y es increíble porque llegas a unos Juegos y siempre hay asturianos. Voy al avión con la bandera, pasando la listilla y nada más hablar escuchas asturianos. Por poner un ejemplo. Málaga lleva mucha menos gente a unos Juegos Olímpicos que Asturias y son más de 1,7 millones de habitantes. Asturias tiene gente del deporte en todos los lados. En los últimos Juegos me paró un deportista de una selección de Sudamérica porque me conocía y cuando le pregunté su historia me contó que era asturiano, pero estaba con un país sudamericano. Los asturianos estamos en todos lados.
¿Debería incorporarse una Consejería de Deportes al organigrama regional? La mayoría de las comunidades autónomas la tienen.
No tengo mucha idea de cómo funciona eso. Siempre tiene que haber alguien que lleve deportes en el Principado. Ahora está Aída Nuño, pero a partir de ahí hay que ver los recursos que hay, los que quieras dar al deporte o a su promoción y las ayudas a niveles federativos. Hombre, si apuestas con dinero se puede hacer mejor siempre.
Planteaba en una entrevista reciente Ángel Fernández que Perlora podría ser una Villa Olímpica para deportistas.
Perlora podría ser la hostia. Para la gente que quiere hacer cualquier deporte o concentraciones, Asturias puede ser increíble porque hay instalaciones. Eso sí, tiene un problema muy grande: las comunicaciones, eso te mata. La gente quiere ir a sitios que tengan buena comunicación, muchos vuelos, buenos accesos y en eso estamos muertos. Sin buenas comunicaciones por mucho que fomentes el deporte, no sale. Tú puedes hacer una gran Perlora para los deportistas, pero no hay buenas conexiones y en muchas ocasiones son caras. Tenemos gente, experiencia, instalaciones, pero en las comunicaciones estamos muy por detrás. En Andalucía, Cataluña o Madrid tienes alta velocidad, conexiones aéreas con distintas partes del mundo y en ese capítulo nosotros salimos perjudicados.