“Es muy distinto cuando la pareja o la familia acompaña en el proceso de dieta, versus cuando la persona tiene que hacer comidas aparte”, explica el profesional gijonés
El nutricionista gijonés Marcos Fernández está ahora en su “verdadero inicio del año”. Tras un verano de excesos, sus pacientes se ponen las pilas este mes de septiembre para reducir esos kilos de más. Fernández, con más de ocho años de experiencia, comenta que después de las vacaciones, las personas “buscan retomar sus objetivos de salud”.
Según él, aunque enero es conocido por ser el mes de los propósitos de Año Nuevo, las personas encuentran más difícil cumplir sus objetivos nutricionales en ese mes. Esto se debe a que enero está aún muy cerca de las festividades y los gastos económicos, lo que genera un efecto rebote. En contraste, septiembre ofrece un período más estable, sin interrupciones importantes, lo que facilita el enfoque en los objetivos nutricionales. «La gente empieza con muchas ganas en enero, pero entre la resaca económica y la festividad de Reyes, es más difícil sostener esos propósitos», señala.
El nutricionista también aborda la creciente preocupación de que llevar una alimentación saludable hoy en día es caro. Explica que, desafortunadamente, los alimentos más accesibles económicamente suelen ser los menos saludables. Aunque es posible ajustar el gasto sin comprometer la calidad nutricional, el profesional hace hincapié en que «lo barato suele ser lo más insano». Recomienda equilibrar las porciones y ajustar los horarios de comida para evitar la necesidad de comprar productos costosos sin sacrificar la salud.
No se puede menospreciar el impacto que tiene el entorno social y familiar en el seguimiento de una dieta. Fernández comenta que, a menudo, las personas deben enfrentarse a la presión de amigos, familiares o incluso de sus parejas para mantener una dieta saludable. Tener un apoyo sólido puede marcar una gran diferencia en el éxito de la persona: “Es muy distinto cuando la pareja o la familia acompaña en el proceso, versus cuando la persona tiene que hacer comidas aparte”.
Además, señala que el 70% de sus pacientes son mujeres, quienes tienden a preocuparse más por su salud alimentaria que los hombres. En este sentido, tener un entorno que apoye los cambios de hábitos es crucial para el éxito a largo plazo.
El consumo de alcohol, especialmente en entornos sociales, es un desafío importante para muchas personas. Aunque no tiene beneficios significativos para la salud, el nutricionista explica que lo más importante es mantener una dieta balanceada en el día a día y no preocuparse por un consumo esporádico de alcohol: «El problema surge cuando el consumo de alcohol se vuelve cotidiano». También destaca el mito del vino tinto como un antioxidante beneficioso, señalando que se necesitaría consumir una botella entera para obtener los efectos antioxidantes del resveratrol, lo que hace que los daños del alcohol superen cualquier posible beneficio.
Otro alimento que ha cambiado drásticamente en las últimas décadas es el pan. Fernández explica que el pan de hoy en día, debido a la industrialización y a los procesos rápidos de fermentación, ya no tiene la misma calidad nutricional que el que consumían generaciones anteriores. «El pan actual se ha convertido en un aporte de calorías innecesarias», señala, añadiendo que en una sociedad que cada vez se mueve menos, es importante reconsiderar el consumo de este alimento básico.
En cuanto a las comidas preparadas que encontramos en supermercados, advierte que aunque se venden como opciones «saludables», muchas de ellas no lo son. La falta de control sobre los ingredientes y el proceso de cocción hace que pierdan la mayor parte de sus nutrientes. Si bien pueden ser una opción en situaciones puntuales, no deben convertirse en una solución diaria.
Al hablar de la cultura gastronómica asturiana, Fernández reconoce que muchos de los platos típicos de la región, como el cachopo y la fabada, están cargados de calorías. En la cultura asturiana, se valora el comer en abundancia, lo que va en contra de uno de los principios clave para la longevidad: comer menos y moverse más. Aunque estos platos son deliciosos, el nutricionista hizo un llamado a consumirlos con moderación para evitar problemas de salud a largo plazo.
Fernández también se muestra a favor del ayuno intermitente, una práctica que, si está bien guiada, puede tener múltiples beneficios para la salud. Este tipo de alimentación promueve el reciclaje celular, lo que a largo plazo podría contribuir a la longevidad. Sin embargo, advierte que es importante adaptar el cuerpo poco a poco y evitar cenas tardías, ya que estas pueden interferir en los procesos de reparación del organismo.
Finalmente, el nutricionista recomienda el consumo de cacao puro como un aliado contra la ansiedad por el dulce, especialmente en esos momentos de adaptación por cambio de dieta: “El cacao puro aporta triptófano, que ayuda a generar la serotonina, el neurotransmisor que controla la ansiedad”.