Docente, antropóloga y presidenta del Fórum de Política Feminista de Asturias, publica ‘Transgresoras, cinco años hablando de mujeres imprescindibles’, un libro que rescata del olvido las semblanzas de veinte féminas ignoradas que cambiaron el curso de la historia
Hagamos un pequeño ejercicio de cultura general. Sin presiones, sin más premio que el orgullo del saber, sin penalización para quien yerre. Un simple juego. ¿Alguno de los lectores sabría decir, sin buscarlo previamente, quién fue Sofia Kovalevskaya? ¿Y Harriet Tubman, a la que Hollywood ha dedicado alguna que otra película de calidad variable? Acerquémonos más a casa… ¿Qué decir de la piloñesa Veneranda Manzano, una de las figuras clave de la política nacional durante la Segunda República? En fin, probablemente los nombres anteriores, como los de tantos otros miles de mujeres que dejaron su impronta en la historia, hoy sigan diciendo poco al común de la población, eclipsados por la sombra de la primacía del sexo masculino en la construcción del relato. Sin embargo, sus obras, logros y legados están ahí, en el día a día, visibles para todo aquel que desee conocerlos en ese edificio mastodóntico y siempre cambiante llamado ‘sociedad’. Hace varios años que el Fórum de Política Feminista de Asturias se propuso rescatar del olvido a la mayor cantidad de esas féminas posible, visibilizando sus contribuciones, divulgando sus semblanzas y, de alguna manera, haciendo justicia con lo que fueron. Ejemplo de ello es el espacio ‘Transgresoras’, convertido desde 2019 en una pieza clave de la Semana Negra. Y ahora la antropóloga, docente y presidenta del Fórum, María José Capellín Corrada (Cangas de Onís, 1950) ha pasado al papel todas las aportaciones hechas en el mismo, aderezándolas con algunas nuevas. El resultado es ‘Transgresoras; cinco años hablando de mujeres imprescindibles‘, un volumen que recoge una veintena de biografías tan meritorias como poco conocidas, y que el próximo lunes, a las 19 horas, se presentará en el Centro de Cultura Antiguo Instituto de Gijón.
Cinco años, veinte visas, miles de anécdotas… Debe haber sido una obra magna construir este libro…
Bueno, el Fórum lleva desde 2000 en Asturias, aunque en la Semana Negra sólo estemos desde 2019. Fue una idea, la de visibilizar estas semblanzas, que surgió de la carencia de genealogías. Pensemos que, hasta hace no tanto tiempo, las únicas mujeres que daban nombres a calles eran santas, reinas… Pero ha habido, y hay, mucho más. Así que decidimos coger a las que habíamos llevado a la Semana Negra, y abrir la posibilidad de que las participantes en el Fórum hiciesen sus propias aportaciones, sugiriendo aquellas que les hubiesen impresionado. En fin, pensamos que sería interesante rescatarlas del olvido, que no se limitasen a seos veinticinco minutos de mesa redonda en la Semana Negra…
¿Alguna de esas biografías le sorprendió especialmente?
La de Catharina Helena Dörrien, una botánica alemana del siglo XVIII. EN aquella época a las mujeres no se les prohibía pintar en tamaño grande, así que ella se especializó en pinturas pequeñas, del tamaño de postales. Se hizo botánica y experta en insectos, que era lo que podía pintar, e incluso rompió más límites marchándose a la India para encontrar nuevos insectos y plantas. Desconocía su historia, pero me parece muy significativa. Al fin y al cabo, ¿a cuántas mujeres intentaron cortarles las alas y, aun así, consiguieron volar, aunque las desconozcamos? Recuperarlas es importante no sólo para las niñas y las chicas, para que tengan refrentes, sino también para los niños y chicos, porque se les ha quitado la mitad de los referentes. Es una pérdida importante en la construcción de la memoria, de las ideas, de los valores, de la belleza…
En su caso concreto, ¿cuáles fueron sus aportaciones al libro?
Rosa Luxemburgo, Harriet Tubman y Las Mujeres del Carbón.
Bien, bien… Y las razones de tales elecciones fueron…
Bueno, en el caso de Luxemburgo, yo misma provengo de una corriente femenina del mundo obrero, así que era fácil. De Tubman, figura clave del Ferrocarril Subterráneo que logró la libertad de miles de esclavos en los Estados Unidos antes de la Guerra de Secesión, me fascinó que una esclava analfabeta llegase a convertirse en una líder hasta ese nivel. En cuanto a Las Mujeres del Carbón, con la muerte de Anita Sirgo quise poner el foco más allá, en todas aquellas que participaron en aquel movimiento. Esas mujeres fueron capaces de mantener al mismo tiempo la lucha y el cuidado de la familia. Y, mira… Me gusta mucho el cuadro ‘El cuarto estado’, de Giuseppe Pellizza da Volpedo, porque la mujer que avanza lo hace llevando a un bebé consigo. Porta la vida en sus brazos. Es algo que me parece muy significativo de aquellas mujeres que no se rindieron durante la durísima posguerra.
En sus palabras parece detectarse un matiz de especial emoción al referirse a Rosa Luxemburgo. Tiene sentido; fue fundadora de los partidos socialdemócratas polaco y alemán, pieza clave en la oposición a la Primera Guerra Mundial, icono de la Revolución Espartaquista germana, abanderada del feminismo… Aún hoy son muchos los que la toman por referente desde las filas de la izquierda. ¿Cree que, efectivamente, Luxemburgo puede servir de inspiración en un momento de la historia como el que estamos viviendo, de aparente pérdida de derechos conquistados y avance de los radicalismos?
Personalmente, pienso que sí. En el caso de Rosa Luxemburgo, aparte de la historia coyuntural de la época, que es de una dureza tremenda, trascendió por muchos de los mensajes que transmitió. Las represiones contra su partido, los consejos y comités, los debates del momento, su misma idea de la libertad entendida como la libertad de los que piensan diferente… Y todo eso, en un momento de la historia de Europa en que los partidos tendían a eliminar a quien era distinto, o no pensaba de igual forma a ellos. Luxemburgo, por ejemplo, fue capaz de apoyar el levantamiento de Berlín aun a pesar de manifestarse en contra de él. Esa percepción de dónde estaban los objetivos, más allá de lo concreto… Esta sensibilidad, más allá del debate… En fin, creo que en ella hay muchas cosas recuperables en la actualidad.
¿Le preocupa el momento histórico que atravesamos?
Confieso que estoy realmente horrorizada con lo que veo. Cuando vi a Elon Musk haciendo el saludo nazi, me pregunté dónde estamos y hacia dónde vamos. Y no sólo por los millones de inmigrantes en Estados Unidos, por los negros y homosexuales, por los palestinos… Hay mucha gente en todo el globo para la que se avecinan tiempos duros. Nadie puede decir que se queda al margen de algo así.
¿Teme entonces que pueda llegar a perderse algo de lo ganado en estas últimas décadas?
Completamente. Le están dando la vuelta al discurso, pero nosotras tenemos que ser hábiles para evitarlo, para frenar esas distorsiones, y no caer en las provocaciones. Y no perdamos de vista un detalle: esto ya ha sucedido. Las conquistas en igualdad de la segunda oleada del feminismo parecían un avance incontestable en la década de 1920, pero luego llegó el fascismo, y se retrocedió. En contra de lo que solemos pensar, la historia no siempre va hacia delante, y ninguna conquista está lo suficientemente apuntalada como para que no haya que protegerla.
Y, aun así, concede que el momento presente es para las mujeres mejor que momentos pretéritos…
Tengo conciencia de éxito. Quizá el de esa igualdad sea el campo en el que tenga más claros los avances. Millones de mujeres dan fe de ello, pero… Repito: cuidado. Hemos avanzado, pero es preocupante que en la última década haya un retroceso en la percepción de la igualdad, un discurso hostil que es minoritario, pero relevante, y que puede hacerse aún mayor. Además, se da una especie de planteamiento de que el feminismo actúa contra los hombres, cuando es un avance que hombres y mujeres han realizado juntos. Es esa distorsión del mensaje de la que hablaba antes, porque el feminismo proyecta una imagen de mayor libertad construir un mundo diferente y claramente igualitario. Es algo que me preocupa muchísimo; en especial, por mis nietas y nietos, que pueden encontrarse que aquello que conquistaron sus abuelas y abuelos no perviva.
¿Cómo contribuir para tratar de evitarlo, para ayudar a que esos logros del ayer reciban la atención que merecen en el presente, y sirvan de inspiración para frenar semejante escalada?
Se siguen dando pasos en la buena dirección. Las universidades están recuperando la historia de las mujeres, y por otras vías se contribuye a construir un relato del pasado que tenga en cuenta qué hicieron, qué aportaron y por qué fueron trascendentales. Y eso es muy importante, porque omitir el papel femenino en la elaboración de la historia se ha convertido en algo casi automático. Piensas en una determinada época, y no son las mujeres relevantes de la misma las que te vienen a la mente. El siglo XIX fue una época muy misógina, y el discurso era tan brutalmente patriarcal, que hizo desaparecer a las mujeres. Eso no es equivalente a que no tuvieran historia. es que no tuvieran historia. Vete a cualquier convento anterior al Concilio de Trento, y verás el poder que podía llegar a acumular la abadesa…
No es algo de lo que sea fácil desprenderse…
Recuerdo una anécdota: viendo los castillos del Loira, en Francia, en uno me llamó la atención que se citaba como su constructor a un hombre que estuvo encarcelado antes, durante y después de las obras, y que fue su esposa la que lo coordinó todo en su ausencia. Es decir… ¡Que el castillo lo construyó ella, pero se le recuerda a él por ello! ¿Y qué decir de Cleopatra? Es fácil verla como el objeto de deseo de Julio César y de Marco Antonio, pero… ¿Como estadista y estratega, que es lo que realmente fue? Por favor… ¡Que hablamos de la faraona de Egipto! ¡De una mujer que fue capaz de mantener la independencia de su patria frente al poder de Roma! No acabamos de entender que la historia la han construido hombres y mujeres por igual.