«En una de las escenas de la película (…) Maturin le dice a Aubrey que en la Marina siempre hay que escoger el “mal menor”, más o menos como los votantes de izquierda del siglo XXI»
Adoro ‘Master and Commander’, es una película que lo tiene todo: barcos, batallas, drama, amistad, franceses, Peter Weir, referencias a la teoría de la evolución y un Russell Crowe en estado de gracia (y guapérrimo, no nos engañemos). Tanto me gustó la película que cuando salí del cine me fui directa a las librerías y me hice con el primer tomo de los libros de Patrick O’Brian en los que se inspiraba la película, y de pasó descubrí que O’Brian es, quizás, el más austeniano de los escritores británicos del siglo XX. Al final me acabé comprando y devorando los veinte libros publicados en España y puedo dar mucho la tabarra sobre la vida en un barco de guerra británico durante las Guerras Napoleónicas. Pero es que además en mi cabeza las aventuras de Aubrey el Afortunado y del doctor Maturin se mezclan con las del Capitán Wentworth y el Almirante Croft, por lo que todo resulta absolutamente perfecto en mi Universo Literario Imaginario Austeniano. Como soy de ver y de releer muchas veces lo que me gusta porque me hace sentir muy cómoda revisitar lugares conocidos, me he visto ‘Master and Commander’ muchísimas veces, y siempre siempre me entra la risa cuando Aubrey arenga a sus marinos antes de enfrentarse al “Acheron” preguntándoles que si quieren ver una guillotina en Piccadilly Circus, porque me imagino que acabarían colgándome del palo mayor al oírme gritar entusiasmada: “Sí”. En otra de las escenas de la película, Aubrey le pregunta a Maturin cuál de los dos bichos que se arrastran por su plato -y que parece que han salido del pan que se va a comer- escogería. Maturin, que es un protodarwinista, responde que el más grande y apto, pero Aubrey, que tiene el sentido del humor de un niño de diez años, más o menos como yo, le dice -en la versión doblada al castellano, pues en inglés el juego de palabras es mucho más complejo y también alude a las relaciones sexuales- que en la Marina siempre hay que escoger el “mal menor”, más o menos como los votantes de izquierda del siglo XXI.
En política no importa si se tiene o no razón, lo que importa es lo que piensan tus votantes. Me explico: hace unos años participé de forma activa en Más Asturies; en ese momento pensamos, pues era un proyecto compartido por más gente, que era necesaria una alternativa en la izquierda a Unidas Podemos, un partido que pudiera recuperar el espíritu de la nueva política post 15M, ya que nos parecía que Unidas Podemos, tras el Pacto de los Botellines, se había convertido en un PCE 2.0 que no daba respuesta a muchos de los problemas y retos del nuevo milenio. Vaya por delante que he sido, al igual que una parte de mi familia, militante del PCE durante mucho tiempo y que, a pesar de las discrepancias, sigo sintiéndome muy cercana al partido y sobre todo a muchos de sus militantes. Sin embargo tras el 15M llegué a la conclusión de que quizás era necesaria otra forma de hacer política y, lo que es más importante, que era necesario huir de las organizaciones verticales tradicionales. Con lo de Más Asturies me equivoqué, da igual si en ese momento teníamos o no razón, los votantes nos dijeron que por ahí no era, y lo más inteligente es escuchar lo que te dicen y aprender de los errores. No pasa nada, a la política se entra siempre sabiendo que se tiene un pie fuera, y los ciclos políticos en España se suceden a tal velocidad que lo que en un principio puede parecer una buena idea, en dos meses es ya un proyecto caduco. Vivimos a golpe de crisis, titular, escándalo y susto constante y sin embargo ahí sigue IU, contumaz y resistente, como Aubrey el Afortunado, especialmente en Asturies, donde ha demostrado tener arraigo social, militancia y un proyecto político propio.
En estas últimas elecciones autonómicas, que Barbón sudó para ganar, se presentaron dos proyectos políticos a la izquierda del PSOE. Uno de ellos, Podemos, llegó desangrado por las guerras internas y con una candidata despreciada por los líderes de Madrid y que aun así logró sacar un escaño para ser expulsada del partido posteriormente. La otra alternativa, Convocatoria por Asturies, era, a todas luces, mucho más atractiva políticamente, pues esta coalición electoral parecía el ensayo general de lo que prometía que iba a ser el proyecto político de Sumar: una amalgama de partidos de izquierda diversos, con raíces territoriales, en los que IU sería el hilo vertebrador. Los resultados electorales, sin ser espectaculares, fueron mucho mejores que los de Podemos con nueve alcaldías, más de cien concejales y tres diputados, entrando, además en el gobierno asturiano. Luego llegaron las elecciones generales y desde los despachos de Madrid nos dejaron claro claro clarinete que era allí desde donde se pretendía hacer política en Asturies. Votamos en esas elecciones sin mucho entusiasmo porque la alternativa era un país con Abascal de vicepresidente, así que optamos por el bicho más pequeño, qué remedio. Y aquí estamos, como Moretti en Abril, esperando a que Sumar diga algo de izquierdas. O siquiera diga algo, sobre todo en Asturies, donde parece que no tienen ni siquiera intención de hacer como que tienen intención de tener algo parecido a implantación en el territorio o tener militantes o un proyecto político o un discurso o un algo.
A estas alturas no tengo muy claro cuánto más se puede seguir estirando el chicle del miedo a la derecha y si merece la pena seguir manteniendo estrategias pensadas en los despachos que claramente molestan a los votantes y simpatizantes mientras se ajustan cuentas con los antiguos compañeros de partido, se dan volantazos en temas tan sensibles como los medioambientales por un puñado imaginario de votos de algunas zonas rurales y se abusa de los nombramientos a dedo; ya va siendo hora de mostrar para qué se ha entrado en los gobiernos -tanto en el asturiano como en el central-. En medio de todas estas tensiones, tras varios fracasos electorales y a las puertas de las elecciones europeas y con el PP asturiano en pleno proceso de reconstrucción, es un suicidio político seguir ignorando el peso político y sentimental que tiene IU en Asturies así como la necesidad de construir un proyecto político potente y autónomo desde el propio territorio asturiano y no desde los despachos madrileños. No tendríamos que irnos muy lejos tampoco para saber qué es lo que queremos muchos de los votantes de izquierdas, basta con mirar el trabajo que están haciendo los dos concejales de Convocatoria por Asturies en Xixón. Muchos de nosotros estamos ya bastante cansados de que solo nos den a elegir entre el mal menor y las derechas mientras se renuncia a hacer políticas de izquierda y se opta por un absurdo tacticismo que solo conduce a la irrelevancia política, por lo que no parece muy inteligente seguir apelando a la responsabilidad del votante de izquierdas porque se nos está agotando ya la paciencia. Luego vendrán los lamentos y los lloros cuando veamos al barco hundirse porque el capitán estaba en su cámara ensimismado tocando a Boccherini mientras la nave se dirigía inexorablemente hacia los arrecifes