El autor presenta su nueva novela, «París despertaba tarde», ambientada en «los locos años 20»
El escritor Máximo Huerta presenta su novela más reciente, «París despertaba tarde», una narrativa que transporta a los lectores al vibrante escenario de la capital francesa durante los felices pero complejos años veinte del siglo pasado. En esta entrevista con Canal Prestosu de la Fundación Caja Rural de Asturias., Huerta comparte cómo esta novela, vinculada pero no como continuación directa de su anterior éxito «Una tienda en París», nos sumerge en la atmósfera de Montparnasse, destacando la figura icónica de Kiki de Montparnasse y la protagonista Alice Humbert. La trama se desarrolla en un París en plena efervescencia, mientras se prepara para acoger los Juegos Olímpicos, y desentraña una realidad que va más allá del glamour superficialmente asociado a la época.
El autor revela que la inspiración para retomar estos personajes surgió de un encuentro fortuito en la ciudad de París, donde se topó con dos jóvenes mujeres vestidas como falleras cerca de la Basílica del Sagrado Corazón, un momento que lo llevó a reflexionar sobre la continuidad de sus historias. Detrás del aparente esplendor de la era, Huerta explora temas oscuros y conflictivos, como la explotación de mujeres, así como la búsqueda de amor y aceptación en una sociedad que imponía normas rígidas y roles predefinidos.
La novela también aborda la temática de la escritura como una herramienta sanadora, citando a uno de sus personajes que afirma: «Escribo para perdonarme». Huerta enfatiza el poder terapéutico de la escritura, señalando cómo esta actividad puede servir como una forma de procesar y liberar emociones, algo respaldado por la recomendación de psicólogos. Al reflexionar sobre la comparación entre los años 20 del siglo pasado y la actualidad, el autor sugiere que, a diferencia de la espiritualidad alegre y la experimentación de antaño, la época actual se caracteriza por una búsqueda frenética de afecto y relaciones efímeras: «De nuestra época recordaremos la ausencia de cariño y la necesidad de gustar, da igual a quién».