Las tres asturianas que decidieron casarse consigo mismas en Gijón no han dejado de recibir llamadas para dar a conocer los detalles sobre el día que les «cambió la vida para siempre»: «Dar voz a otras personas pesa más que el posible agobio»
«Hoy 6 de julio voy a casarme, es una fecha que marcará un antes y un después ya que hoy decido comprometerme más que nunca conmigo misma, porque para que te traten con amor y respeto, primero te tienes que amar y respetar tú la primera, y esto es lo que quiero prometer aquí hoy delante de todos vosotros: prometo amarme, respetarme, cuidarme, valorarme y escucharme, prometo perdonarme y hacer lo que me resulte agradable y beneficioso para mí, prometo seguir mis sueños, pasiones y propósito de vida, prometo quererme con todo mi corazón todos los días de mi vida y poner mi felicidad por encima de todo». Vanessa García pronunció estas palabras el sábado. Eran parte de los votos que sellaron su compromiso consigo misma ante 30 invitados, 7 cámaras y la atenta mirada de las otras dos novias que también se tomaron a sí mismas en matrimonio ese día en Gijón.
En efecto, estas tres mujeres asturianas decidieron celebrar de manera conjunta su «sologamia», esta forma tan particular de compromiso que parece ganar fuerza desde hace años en distintos países del mundo. Al otro lado del altar ese día estaba Teresa Astay, la mujer y amiga que inicialmente las inspiró a dar el paso como persona que lleva casada consigo misma de hace años y quien ofició el evento como maestra de ceremonias para acompañarlas en su propio rito nupcial. «Primero nos agarró de las manos, tocó el cuenco tibetano, nos leyó unas líneas que había escrito a cada una y terminó haciendo registros akáshicos», rememora García. Ella recuerda con muchísima emoción una experiencia que para ella resultó ser igual que una ceremonia convencional: «Era igualito a casarse, el momento de dirigirme al altar fue increíble, ver allí a todos los invitados de pie, los nervios… Y el decir: «por fin llegó el momento tan esperado»».
«Siento algo totalmente diferente hacia mí misma que es difícil de explicar con palabras, distinto a cómo era antes»
Todo pasó muy rápido ante los ojos de la novia, pero esa fugacidad no ha restado los efectos reales de adquirir el ansiado compromiso simbólico de quererse a una misma para siempre. «El cerebro ya estaba asimilando que me iba a casar, pero ahora sí que sí, siento algo totalmente diferente hacia mí misma que es difícil de explicar con palabras, distinto a cómo era antes; al final esto no deja de ser un evento de alto impacto y a nivel psicológico tiene unos efectos importantes«, razona. Procesar todas las emociones vividas le llevará tiempo, por eso un fin de semana de desconexión a solas entre Asturias y Cantabria, tal y como ha planeado para estos días, será un buen comienzo. Los allí presentes también hicieron sentir a las novias que estaban experimentando «la magia» del ritual y les hicieron ver que «para muchos fue especial de corazón».
Y es que a fin de cuentas, Vanessa siempre incide mucho en la idea de que lo que gira en torno al acto de casarse con una misma «no va tanto de entender, se trata de sentir» como ocurrió a sus amigos y familiares presentes aquel día. Esa reflexión le sirve también para hablar de las reacciones que ha desatado su decisión desde que se convirtiese en noticia, y que se encuentra dividida entre «los que se animan a hacerlo» y aquellos que lo critican. Ella encaja de forma muy positiva estas últimas, ya que «a estas alturas del partido» considera que sus explicaciones están dadas «de todas las formas posibles». «Bienvenidos sean los comentarios, tanto los que nos apoyan como los que no», zanja.
Razón no le falta, ya que accedió a celebrar su boda ante la atenta mirada de los medios que invitaron al evento. Su enlace en concreto, ha sido uno de los pocos, sino el único con estas características, en emitirse en directo en televisión: «Me casé ante siete cámaras, pero en aquel momento para mí solo estábamos la maestra de ceremonias y yo». Vanessa ha asumido la labor de visibilizar y naturalizar una decisión como el matrimonio simbólico con uno mismo con mucha voluntad, ya que así considera que puede «dar voz a todas aquellas personas que no se atreven». Y así ha sido ya que, antes, durante y después del enlace su teléfono no ha parado de sonar para responder a entrevistas como esta. Y tras el impacto inicial, «el dar ánimo a otras personas pesa más que el posible agobio», además de sentir que «todos los profesionales trataron con muchísima delicadeza el evento y nos permitieron vivirlo a tope».
El mundo se acaba….