“Tokyo 2020 ha sido la mejor experiencia, la que más me ha llenado dejando al margen Barcelona”
“España y Asturias no sacan el rédito suficiente de la presencia de grandes profesionales trabajando en eventos a nivel mundial”
Jorge García (Avilés, 1972) está a punto de cerrar la puerta de los Juegos Olímpicos. Tras seis citas (Barcelona 92, Atenas 96, Pekín 08, Londres 12, Río 16 y Tokyo 20), el avilesino quiere dejar paso a los jóvenes, aunque antes le quedará otro ‘debut’: los Juegos Paralímpicos que arrancan en el país asiático el próximo 24 de agosto. García es de esos ‘fontaneros’ del triatlón, aquellos que trabajan, pero no luce tanto. Pieza clave en el desarrollo del deporte, charla con miGijón antes de volver a hacer las maletas.
Descríbame la sensación de estar en unos Juegos Olímpicos.
No hay evento deportivo más grande en el mundo, entre otras cosas, porque tiene mucho significado: la unión entre pueblos, entre continentes y eso se vive cada cuatro años. No se puede comparar con nada porque es el único evento donde confluyen todos los deportes. Es algo grandioso, espectacular.
¿Ustedes son los que velan para que los deportistas puedan lucirse?
De alguna manera sí. Hay deportes donde el concepto es más arbitral, por ejemplo, el tenis donde el juez dice si la bola ha entrado o no. Sin embargo, en otros como el nuestro hay una labor de interacción mayor con la parte de la dirección de carrera, cada deporte tiene una singularidad. Suelo decir que somos los que preparamos el terreno de juego para que los deportistas puedan competir. Dentro de eso, hay personas que se dedican a que se cumpla el reglamento y sancionar si fuera necesario y otras se ocupan de partes operacionales.
¿Son la ‘cara B’, esa parte que el público desconoce?
Totalmente, lo que pasa que en algunos casos la ‘cara B’ es más visible. El fútbol en los Juegos requiere el mismo número de árbitros que en la final de un Mundial. Sin embargo, natación a lo mejor despliega en total unos 100 efectivos y nosotros somos 38 personas. Cada deporte es muy singular.
¿En qué consistía su día a día?
Todos los deportes tienen al menos un delegado técnico, lo que el Comité Olímpico Internacional llama un ‘international delegate’. En triatlón éramos tres y somos los primeros que hemos ido a dejar todo el trabajo preparado con el comité organizador para que cuando lleguen los oficiales la parte de la ejecución de la carrera esté lista. Nuestra tarea era planificar ese trabajo para el día de actividades oficiales: entrenamientos, registros, reuniones técnicas y competición. Es una labor mucho más de coordinación.
Vamos, lo suyo es como la Champions League.
(Risas). Dentro de este colectivo sería como ser el árbitro de una final del Mundial de fútbol, no hay nada por encima. Nuestro concepto no se asimila directamente al arbitraje ya que eso lo aplican los oficiales, pero en el símil sería algo así. Para nosotros tiene una gran responsabilidad porque hay que tomar decisiones en función de condiciones climatológicas, cuestiones muy técnicas que además en Tokio por las altas temperaturas ha habido que trabajar con mucha anticipación para mitigarlas. Por ejemplo, en la carrera femenina tuvimos una tromba de agua descomunal y estuvimos en el límite de utilizar el día de reserva para aplazar la competición. Todo esto te obliga, no a estar en tensión en Tokio, sino a trabajar durante más de dos años para preparar bien el evento.
Seis JJ. OO. a su espalda. ¿Cómo ha cambiado aquel voluntario que empezó en Barcelona 92 y ha cerrado su carrera en Tokyo 2020?
Con Barcelona para muchos empezó todo. Hoy seguimos teniendo una enorme amistad porque nos cambió la vida. Descubrí el triatlón gracias a mi tarea de voluntario en los Juegos de Barcelona, de lo contrario no lo hubiera descubierto. Entré en el triatlón cuando era un deporte joven, estaba creciendo y entre mucha gente lo hicimos crecer más. Tuve la oportunidad de ir a los Juegos de Atenas y fue un desencadenante. Por circunstancias me puedo considerar un privilegiado que ha podido estar en cinco Juegos Olímpicos dentro del triatlón. Ahora toca dejar paso a otra gente para que continúen abriendo camino porque no tenemos que ser un deporte que se atasque con las mismas personas en los mismos sitios durante muchos años, nos hacemos mayores.
Permítame que apele al orgullo patrio. Cuando alguien ha llevado el nombre de Asturias en seis olimpiadas ¿qué piensa?
Muy pocas personas pueden decir lo mismo. Me siento orgulloso de llevar el nombre de Avilés y Asturias por el mundo, siempre he sido una persona humilde, discreta, no me gusta contar este tipo de cosas porque me da vergüenza, pero lo entiendo. En muchas ocasiones me lo han reconocido en Avilés donde me siento muy querido porque, al final, entiendo que hay que ser realista: Asturias no ha tenido mucho que ofrecer alrededor de los JJ. OO. porque somos una región pequeña con poco desarrollo deportivo, poca población y todo lo que sea llevar nuestra bandera por el mundo, tenemos que hacerlo.
Ya puede decir que ha acudido a más JJ. OO. que Saúl Craviotto.
Pero ellos lo ganan mejor que nosotros, son los deportistas y tenemos que dejarles el terreno abonado. Cuantos más vayan a la cita, mejor porque significa que habrán conseguido mucho. Es cierto que soy realista y, por otro lado, lo que yo tengo detrás es muy difícil de tenerlo, pero me gustaría que sirviera como ejemplo para que otros trabajaran con el mismo estímulo y pasión para lograr un objetivo alcanzable, con eso me conformaría. En Tokio he coincidido con otra juez de remo y te enorgullece cuando encuentras a alguien de Asturias. En Río, durante la ceremonia de clausura, me encontré con Ramon Gallego, con el que mantengo una estrecha amistad, con Pablo Carriles… Generas una familia alrededor de este colectivo porque somos tan pocos que te mantiene unido y eso es muy importante.
¿Ha sido su cita olímpica más extraña?
No, ha sido la mejor sin duda alguna, la que más me ha llenado dejando al margen Barcelona, han sido unos Juegos ejemplares. Ver la pasión e ilusión con la que han trabajado los miembros del comité organizador y los voluntarios, es estímulo y motivación suficiente como para salir a morder y hacer la mejor de las carreras posibles.
Algunos de los grandes deportistas como Fernando Alarza o Javier Gómez Noya no resultan extraños a los asturianos ya que han corrido y rodado por las calles de Avilés. ¿Qué le ha faltado al combinado nacional para obtener mejores resultados?
Suerte. España ha sido el mejor país en los Campeonatos el Mundo en los últimos 20 años, desde que Iván Raña ganó en Cancún y toda la suerte que hemos tenido haciendo resultados de otro planeta nos ha faltado en los Juegos Olímpicos. Tuvimos mala suerte con la estrategia de Atenas 2004 cuando Iván (Raña) era el favorito, en Pekín con Javier Gómez Noya cuarto y Raña quinto, la buena suerte en Londres con Javi (Gómez Noya) en la plata, pero la mala suerte en Río donde Mario (Mola) no tiene una buena carrera y Javi (Gómez Noya) se lesiona a dos meses de los Juegos. Tampoco han sido los mejores Juegos para otros deportistas en el triatlón de alto nivel porque todos llevamos un año y medio atípico.
¿Y qué me dice del calor y la humedad?
También, y la falta de adaptación. No se ha podido viajar con antelación cuando la previsión de los equipos era hacer concentraciones previas en Tokio y Japón durante cinco-seis semanas. No todos los cuerpos reaccionan igual.
“En Tokyo coincidí con una juez de remo, en Río con Ramón Gallego y Pablo Carriles… Te enorgullece cuando encuentras a alguien de Asturias”
“Avilés es la ciudad de Asturias que mejor ha sabido entender que el deporte también es una vía de negocio”
Le hablaba al inicio del trabajo que el público no se para a analizar. ¿Hay que dar más visibilidad a la tarea de directores, oficiales o voluntarios?
España no saca el rédito suficiente de la presencia de grandes profesionales en el deporte trabajando en grandes eventos a nivel mundial. Lo mismo extrapolado a Asturias. Cuando tienes fortalezas y conocimientos, hay que contarlo porque a los sitios no se llega por la cara bonita, se llega por trabajo, dedicación o profesionalidad y eso no lo sabemos contar. Es un defecto general.
Hemos hablado de Tokyo 2020, pero su trayectoria todavía no ha acabado. Le queda la cita paralímpica. ¿Cambia mucho?
El planteamiento de trabajo es el mismo. Las carreras sí son diferentes, a nivel operacional la tipología de los deportistas no es la misma. Será una experiencia nueva porque son mis primeros Juegos Paralímpicos.
¿El desgaste de los años se va notando?
Me muevo por motivaciones y necesito proyectos que me empujen para adelante. No me siento desgastado, todo lo contrario. Soy muy ambicioso y trabajaré por proyectos que se necesiten para el deporte y su desarrollo. Si desgastara, todo lo que hemos vivido con la puñetera pandemia, no nos hubiera permitido salir adelante y ha habido que tirar de un carro muy difícil.
Y cuando acabe la cita olímpica una nueva temporada en la FETRI. Esto es un no parar.
Nos tocan dos meses y medio seguidos un fin de semana tras otro. Hay proyectos muy ilusionantes y nos toca trabajar y hacer que el triatlón sea un deporte referente en España como creo, honestamente, que lo es.
Usted ha llevado el nombre de Asturias por el mundo, pero también ha situado Avilés en el mapa del triatlón. Más allá de que sea avilesino, ¿es la ciudad que mejor ha sabido entender que el deporte también es una vía de negocio?
Claramente en Asturias sí y no me corto en decirlo. Fuera hay ciudades que lo han sabido entender antes y han caminado. Avilés lo ha entendido porque para desarrollar los proyectos solo hay una vía: el trabajo entre federaciones e instituciones. Tienen que ser proyectos ganadores, que posicionen la imagen de marca de las ciudades en el exterior. En el deporte por poca inversión la rentabilidad es altísima, es como cuando inviertes en bolsa o construcción. Gracias al deporte se consiguen rendimientos que no somos capaces de analizar la fortaleza que tienen.
Tanto es así que volverá en noviembre con un Campeonato del Mundo de Duatlón. Ya he perdido la cuenta de cuantos lleva Avilés en la última década.
Lleva campeonatos desde 2014, con la excepción de 2020, pero como somos muy listos en 2021 recuperamos el terreno perdido y repetimos que también es importante (risas). Va a suponer una inyección económica para la ciudad descomunal.
¿Es de los que puede decir que es profeta en su tierra?
No me gusta. Me gusta trabajar porque creo en los proyectos. Es más, no hemos tirado por algunos porque no había camino. Sí soy consciente de que he sido demasiado valiente, pero estaba seguro de que no iba a fallar la ciudad. Difícil fue el Mundial de 2016, pero más el Campeonato de España del pasado mes de abril cuando en Asturias no se había hecho ningún evento de envergadura en más de un año. Son decisiones arriesgadas, pero si tienes las personas con las que puedes caminar de la mano y te acompañan, es lo mejor que te puede pasar y Avilés no lo dudó nunca.