Su director ejecutivo, Pedro Luis Alonso, ha agradecido el galardón recordando que «más de cinco millones de niños mueren al año de enfermedades que no deberían matar»
El XLIII Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional ya tiene nombre propio. Reunido en el ovetense Hotel Eurostars de la Reconquista, el jurado a leído a las doce de esta mañana el fallo por el que el galardón le ha sido otorgado este 2023 a la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Desatendidas (DNDI, por sus siglas en inglés). Se trata del sexto de los ocho premios, y optaban a él más de treinta candidaturas de dieciséis nacionalidades.
Esta candidatura ha sido propuesta por Eduardo Díaz-Rubio García, presidente de la Real Academia de Medicina de España. Ha sido apoyada, entre otros, por Françoise Barré-Sinoussi, premio Nobel de Fisiología 2008, y Christos Christou, presidente internacional de Médicos Sin Fronteras, entidad que, de hecho, obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1991. Por ello, el epidemiólogo e investigador Pedro Luis Alonso, a la sazón director ejecutivo de la DNDI, ha agradecido un nombramiento que «ayuda a resaltar algo que quizás estamos empezando a olvidar y que es que hay una enorme agenda aun inacabada de equidad en salud en el mundo». No obstante, también ha puesto el foco en «otras agendas nome nos importantes, como el cambio climático o la seguridad», y ha recordado que «más de cinco millones de niños mueren al año de enfermedades que no deberían matar».
La Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Desatendidas es una organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo principal es descubrir y desarrollar tratamientos para enfermedades consideradas ‘olvidadas’ o desatendidas, y para otras relacionadas con la pobreza y el subdesarrollo. Fue creada en 2003 por el empeño de siete instituciones públicas y privadas: Médicos sin Fronteras, el Consejo Indio de Investigación Médica, el Instituto de Investigación Médica de Kenia, la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Brasil, el Ministerio de Salud de Malasia, el Instituto Pasteur (Francia) y el Programa Especial para la Investigación y Entrenamiento en Enfermedades Desatendidas de la Organización Mundial de la Salud. Además de su sede central, mantiene otras ocho en todo el mundo.
Marie-Paule Kieny es su presidenta y, desde 2022, Luis Pizarro es su director ejecutivo. La DNDI recibe financiación de entidades públicas y privadas. A lo largo de su historia ha recibido fondos de la Unión Europea (Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2017), la Organización Mundial de la Salud (Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 2009), la Fundación Bill y Melinda Gates (Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 2006), la Fundación Carlos Slim y la Fundación ‘La Caixa’, entre muchos otros. Según datos de la organización, una de cada cinco personas en todo el mundo (quinientos millones de ellas niños) sufre al menos una enfermedad desatendida. Su poca incidencia con respecto a otro tipo de dolencias provoca que el desarrollo de medicamentos o tratamientos para ellas no resulte rentable en términos económicos.
La estrategia de DNDI se basa en abordar el problema a través de colaboraciones con actores implicados en el sector sanitario que permitan la creación de tratamientos para esas enfermedades y el acceso a ellos de forma asequible. Con las compañías farmacéuticas crea proyectos de investigación, desarrollo y distribución de fármacos; acuerda proyectos de copatrocinio de estudios clínicos y trabajo conjunto con ministerios de salud e instituciones públicas; y colabora con centros de conocimiento e investigación de todo el mundo para llegar hasta las comunidades y pacientes afectados, cuya participación resulta clave para alcanzar el llamado ‘último metro’ del proceso.