Las pruebas digitales y el testimonio de la víctima bastan para lograr una condena por violencia de género

Una mujer víctima de violencia de género en Asturias ha conseguido justicia gracias a una reciente sentencia que condena a su expareja por delitos de coacciones y vejaciones injustas cometidas en el domicilio familiar.
El acusado fue condenado tras quedar acreditado que acosó de forma continuada a la víctima, enviándole más de 200 mensajes de texto y humillándola reiteradamente en el hogar que habían compartido.
La resolución judicial impone al agresor una pena de siete meses de prisión —sustituible por trabajos en beneficio de la comunidad—, además de la retirada del derecho a portar armas durante dos años y, como medida más relevante, una orden de alejamiento que le prohíbe acercarse a la víctima, devolviéndole la tranquilidad perdida.
Este caso, gestionado por el equipo de Servanda Abogados, destaca por la manera en que se ha construido la prueba. Como sucede habitualmente en los delitos de violencia de género, no existían testigos presenciales. Sin embargo, como explica la abogada gijonesa Nuria Lavín, responsable de la acusación particular, ello no ha impedido la condena:
“Las pruebas periféricas, como los mensajes de texto, las grabaciones de voz o los vídeos, han sido fundamentales para respaldar el testimonio de la víctima. Este caso demuestra que no siempre son necesarios testigos directos para que la justicia actúe”.
Desde el inicio del proceso, la víctima contó con la protección del sistema regional de casas de acogida, concretamente en la Casa Malva. Además, aunque la defensa pueda interponer recurso contra la sentencia, la orden de protección dictada por el juzgado continúa vigente, garantizando la seguridad de la víctima mientras dure el proceso.
“Escuchar y creer a la víctima importa”, subraya Lavín. “La justicia comienza a responder con mayor sensibilidad y rigor ante estos delitos. Proteger a tiempo puede cambiarlo todo”.
La letrada destaca también la importancia de contar con asesoramiento jurídico especializado desde el primer momento, así como con un equipo profesional capaz de traducir en pruebas legales lo que ocurre en la intimidad del hogar, lejos de miradas ajenas.
Este caso deja un mensaje claro y esperanzador: incluso en contextos en los que la violencia se ejerce sin testigos, es posible obtener justicia. Las herramientas digitales —mensajes, notas de voz o vídeos— pueden convertirse en pruebas clave cuando se presentan correctamente ante el tribunal.
“La palabra de la víctima, cuando está bien respaldada, puede abrir el camino hacia la justicia”, concluye Lavín.