«Le molestaba la suciedad en las aceras del barrio a esta italiana soñadora pero con el paso de los años y gracias a Marcos y a su hijo Enol terminó por enamorarse de Atocha y de las frecuentes escapadas a Caso»
La Asociación Vecinal Gigia de Cimavilla ofrece diferentes actividades en su sede de la Casa del Chino a lo largo del año. Desde yoga a pilates o teatro pasando por campeonatos de parchís, concursos de fotografía o mercadillos (como el de este fin de semana). Siempre hay algo que hacer, algo por descubrir en el Chino.
Los viernes de 9:30 a 10:45 de la mañana las danzas orientales, la expresión corporal y el burlesque conquistaban la Plaza de la Soledad para que unas «Diosas en movimiento» reconectaran con su cuerpo rodeadas de baúles con plumas, guantes y tacones. Divirtiéndose en una coreografía libérrima. De todas las edades profesiones y ocupaciones, altas y bajas, jóvenes y expertas.
Puso en marcha este curso de baile Mimi La Pomme, una moradora del barrio alto que responde al nombre de Mimma para amigos y familia. Mimi La Pomme quiso respirar saltando desde el vodevil americano al cabaret francés pisando de puntillas el music hall británico en ese desarrollo escénico de la parodia y la sensualidad conocido como Burlesque.
En estos «floridos» días de mayo, días de transición entre la primavera y el verano Mimi La Pomme o Mimma tomó la decisión de dar por finalizado el exitoso curso prometiendo nuevos retos a partir de septiembre. Mimma se topó con su pasión por el burlesque en Milán. Estudiando y dominando escenarios con la sonrisa por contraseña cual Joséphine Baker, Irene Smith, Liza Minnelli o Dita Von Teese. Cuando llegó a Cimavilla Mimma echaba de menos la energía cotidiana de Milán y los vientos de su tierra de origen y leyendas rodeada por tres mares: Jónico, Tirreno y Mediterráneo.
Ella es una siciliana indómita instalada a la vera del Cantábrico, alejada de Enna y sus lagos, los tomates de Pachino o un atardecer en el Teatro de Taormina. Le molestaba la suciedad en las aceras del barrio a esta italiana soñadora pero con el paso de los años y gracias a Marcos y a su hijo Enol terminó por enamorarse de Atocha y de las frecuentes escapadas a Caso. Buscando el abrazo entre la mar y la montaña. Sabiendo que esos instantes felices llegan si perseguimos con tesón todo aquello que nos despega del suelo, danzando a la vida misma.
¡Gracias Monchi por tu cariñoso artículo!