Cortar la cuerda por el lado del entrenador es una constante en la historia del fútbol y, por supuesto, en la del Sporting, casi desde la llegada del primer técnico profesional en la historia del club, el austriaco Karl Orth
El Sporting tendrá en breve su septuagésimo cuarto entrador en la historia, después de despedir a Abelardo Fernández, un nombre importante en la historia del club que logró el inesperado ascenso del “Sporting de los guajes” en la temporada 2014-15. Pero en el fútbol manda el presente y la mala racha del equipo de esta temporada culminó con el primer entrenador cesado por la nueva propiedad, Orlegi Sports.
Y es que cortar la cuerda por el lado del entrenador es una constante en la historia del fútbol y, por supuesto, en la del Sporting, casi desde la llegada del primer técnico profesional en la historia del club, el austriaco Karl Orth. En el año 1921 accedió Ismael Figaredo Herrero a la presidencia sportinguista y, al haber estudiado en Bélgica y hablar francés a la perfección, algo que propició que el Sporting disputara unos encuentros amistosos contra el Berna F.C. en Gijón,, negociaciones que llevó personalmente el propio presidente sportinguista con el técnico del conjunto suizo, que no era otro que el austriaco Orth, que, además de su lengua materna, hablaba igualmente francés. Una vez, el equipo suizo vino a Gijón, las relaciones entre entrenador y presidente se estrecharon de tal modo, que este, le pidió que se quedara a entrenar al Sporting ofreciéndole la misma cantidad de dinero que cobraba en Suiza. Únicamente existía un problema, el idioma. Karl Orth no hablaba ni una palabra de español. Se solucionó poniéndole un traductor, el delegado del equipo, Diego Orbón Cervero, que había estudiado en Francia, estaría presente en todos y cada uno de los entrenamientos y partidos, ejerciendo la citada labor. Y así se hizo y con éxito. Orth permaneció dos temporadas en Gijón en las que logró sendos campeonatos de Asturias de Primera Categoría y, además, ejerció de asesor de la selección asturiana que se proclamó campeona de España de selecciones regionales en 1923. Orth se ganó el cariño y el prestigio de la afición, aportó, además, novedades tácticas como la de jugar con un defensa central adelantado, que servía tanto para tareas de contención como de ataque, y en la que los medios deberían también colaborar atrás, sin limitarse a ser meros enlaces entre la defensa y los delanteros. Un 2-1-2-5, hoy impensable, pero que en su época resultó toda una revolución. Tras su marcha de Asturias, regresó a su Viena natal para entrenar durante cinco temporadas al que sería su último club antes de su retirada definitiva del fútbol : el Wiener A.F.C.
Tras su marcha, y después de un corto periodo de tiempo en el que el primer equipo fue dirigido por una comisión técnica, se siguió apostando por entrenadores profesionales y de prestigio, con la llegada de todo un ex jugador internacional de la selección que dominaba el panorama futbolístico mundial en esos momentos. Pero resultó un fracaso. Monegal accedió a venir un mes, con pago de sueldo incluido, para valorar si firmaba por el Sporting o no. Finalmente aceptó, pero con una serie de exigencias. La primera, que el club abriera un gimnasio, la segunda que los entrenamientos fueran siempre a puerta cerrada y la tercera que se le buscara una casa, a cargo del club, cerca del estadio. Ismael Figaredo accedió a todas, abrió el gimnasio poniendo a cargo de él al ex boxeador francés Frank Hoche (que vivía en Gijón ejerciendo como entrenador de un púgil profesional asturiano, el lenense José de la Peña), le alquiló una casa con jardín en las cercanías del Piles y el club publicó una nota en el diario El Comercio, anunciando la prohibición a los socios sportinguistas de acudir a los entrenamientos.
Algo que causó hondo malestar entre la afición. Por otro lado, la relación con los futbolistas de la plantilla tampoco cuajó. El míster uruguayo ponía los entrenamientos en función de sus apetencias puntuales, cambiando la hora a capricho, lo que provocaba serios problemas a aquellos futbolistas que compaginaban fútbol con trabajo (los profesionales aún eran minoría en la plantilla). El directivo rojiblanco Vicente Huici mantuvo una reunión, ejerciendo de mediador, entre jugadores y técnicos, llegándose a un acuerdo consistente en realizar dos sesiones. Una por la tarde para los que trabajaban y otra matinal, para aquellos cuya una labor era el fútbol. Un absurdo que venía acompañado de otros como el desconocimiento de las reglas europeas, distintas en algunos aspectos de las iberoamericanas. Monegal estuvo ensayando, por ejemplo, jugadas estratégicas en los saques de esquina, pero haciéndolo como se realizaban en Uruguay (el futbolista que lo botaba podía salir con la pelota jugada) por más que los futbolistas rojiblancos le avisaron, en repetidas ocasiones, de que en Europa no estaba permitido tal método. Otro punto de conflicto, fueron las carreras antes de comenzar lo que era el entrenamiento puramente técnico y táctico. Los jugadores debían correr durante una hora antes de empezar a entrenar con pelota, mientras Monegal parecía ajeno por completo a ellos.
Lo cierto es que, pese a las polémicas, los resultados afloraron. El equipo funcionaba y Monegal fue nombrado, además, seleccionador del combinado asturiano y, lo que es más importante, por iniciativa suya se fichó a un futbolista de otro equipo semi-profesional gijonés, el Athletic de El Llano, Ramón Herrera, al que años más tarde bautizarían en Madrid como “el Sabio”. Pero todo se acabó de torcer a raíz de unas declaraciones del uruguayo a un periódico deportivo brasileño en las que, preguntado por su experiencia europea, dejaba en muy mal lugar a la plantilla de jugadores que tenía a su disposición en Gijón, con críticas sobre la falta de calidad de todos ellos y la mala organización existente en el club. La citada entrevista trascendió y el Sporting cesó, por primera vez en su historia, a un entrenador. Fue el 24 de noviembre de 1925 y le sustituiría un gijonés, hombre de la casa que había sido jugador del club, Edmundo Morán. Ya con él en el cargo, el equipo se proclamaría nuevamente campeón de Asturias.