«Gijón es, probablemente, la ciudad de Asturias más accesible. Orográficamente es plana y, sobre todo, ha tenido políticos con la suficiente empatía para escuchar nuestras necesidades»

Mónica Oviedo Sastre es licenciada en Derecho por la Universidad de Oviedo, pero, sobre todo, es una mujer luchadora y firme defensora de que la eliminación de barreras sea un hecho y de que la igualdad de oportunidades para las personas con discapacidad también lo sea. Es presidenta de CERMI Asturias (Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad), de COCEMFE Asturias (Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de Asturias) y de UMA (Unión de Discapacitados del Principado de Asturias). Ha sido nombrada Hija Predilecta del Principado este pasado mes de septiembre.
¿Cuándo nació COCEMFE Asturias?
En el año 1994, porque Mario García Sánchez, que es nuestro actual presidente de honor y fundador de UMA en el año 1977, consideró que había un movimiento asociativo disperso por Asturias que trabajaba y defendía lo mismo.
Así que crear una federación era mucho mejor.
Exacto, un conjunto con objetivos comunes para aunar proyectos.
Una muy buena idea. Lo fue y lo sigue siendo. COCEMFE nace de la unión de tres asociaciones: UMA de Gijón, Frater de Oviedo y DIFAC de Avilés. En estos momentos somos veintiocho asociaciones las que formamos COCEMFE.
Entonces, sus socios no son personas, son asociaciones.
Eso es. Las asociaciones representan a personas con una discapacidad física —como una lesión— o una discapacidad orgánica, que es aquella que afecta a un órgano.
Aquí en Asturias, ¿qué datos tenemos?
Más de la mitad de las personas que tienen discapacidad, un 11,4 % de la población, tienen una o las dos.
Mucha.
Dese cuenta de que somos una población muy envejecida. Nosotros aproximadamente representamos a unas 10.000 personas.
Un número muy importante.
Todas ellas con certificado de discapacidad, porque esa es la condición para recibir los servicios que ofrecemos.
¿Y qué prestaciones ofrecen?
Desde COCEMFE no repetimos lo que hacen las asociaciones, porque no tendría sentido. Nosotros nacimos con un programa de empleo, porque precisamente nuestro presidente de honor creó UMA ya que él era una persona con discapacidad, tenía un título universitario, pero la sociedad de aquella época no le daba trabajo; había un rechazo total.
¿Qué tiene él?
Poliomielitis. Es una discapacidad física visible y, a veces, eso era bueno y otras no.
¿Y a día de hoy ha cambiado?
Algo. Precisamente por eso nació el Servicio de Integración Laboral de COCEMFE Asturias, para luchar por los derechos de las personas que tienen discapacidad física. Además, somos colaboradores del Servicio Público de Empleo y agencia de colocación.
Por lo que entiendo que, en ese sentido, dan atención a la población en general.
Exacto, por la colaboración de la que le hablaba antes.
¿Qué programas tienen?
De colaboración, de acompañamiento al empleo, de formación…
¿Cómo funcionan?
A través de subvenciones de concurrencia competitiva de la Consejería de Industria y Empleo. Lo que hacemos es visitar empresas para contarles que tenemos este servicio y una bolsa de más de 2.000 personas con diferentes tipos de discapacidades en búsqueda de empleo.
Esas empresas les envían las ofertas de trabajo.
Eso es. Con esta colaboración vamos consiguiendo la inserción laboral de personas con discapacidad.
¿De qué empleos estamos hablando?
De todo tipo. Cualquier empresa que necesite personal puede dirigirse a COCEMFE Asturias y buscaríamos en nuestra bolsa de empleo —añado que es una selección gratuita— a la persona indicada, dos o ninguna, si no tenemos a nadie con las características pedidas.
Entiendo que tienen convenios con las empresas.
Más de dos mil. Eso quiere decir que cada día continuamos en la búsqueda de empresas para conseguir más convenios. Nosotros, para que se entienda, somos un proveedor de empleo: lo que tenemos es una bolsa de trabajo formada por personas con discapacidad, pero con total capacidad para desempeñar el trabajo para el que han sido seleccionadas por nosotros, a la hora de hacer nuestra propia bolsa de trabajo, nuestra ficha.
Es muy interesante.
Nosotros garantizamos que enviamos a una persona con los requisitos pedidos, porque nuestra selección está elaborada con el máximo detalle.
¡Uf, menudo trabajo! Además, usted siempre está ahí, en todo. ¿Duerme?
Sí, y voy al FICX, y bebo sidra, y salgo con mi pareja, con mis amigos. Viajo… Puede hacerse todo si se cree en ello.
Es una superwoman, sabiendo además que usted tiene una discapacidad.
Con 22 años tuve un accidente de coche.
¡Vaya!
Estaba estudiando la carrera de Derecho, pero tuve suerte porque no tuve un parón muy seguido. Tuve mucho apoyo, digamos informal.
No lo buscó.
Mi apoyo fue mi grupo de amigos y mi familia. Y el tránsito de no tener y, de repente, tener una discapacidad fueron los seis meses de hospital, en los que seguí matriculada en Derecho, porque por las tardes pedí permiso para ir a la facultad y, si se terciaba, a tomar una cervezina.
Pero no todo el mundo tiene esa actitud.
¡Ya!, pero mire, nunca me descolgué. Yo estuve todo el tiempo acompañada. Mientras estuve ingresada estaban mi familia y mis amigos, y eso me hizo no desconectar de mi vida. Eso sí, me di cuenta de que me tenía que sacar el carné de conducir, porque tenía una limitación muy grande. A mí no me inculcaron nada, yo misma me di cuenta de que para ir de la facultad de Gijón a Oviedo necesitaba coche. También tuve suerte de que contaba con buenas amigas en Oviedo y una de ellas, Bea, vivía con su abuela Maruja. Me acogieron en su casa.
Hizo unos cambios, pero muy apoyada, por lo que cuenta.
Tuve mucha suerte. Tenía capacidad económica, porque cobré una indemnización por el accidente; tenía un entorno maravilloso que nunca me desanimó para que continuara estudiando, al revés.
¿No pensó en jubilarse de aquello?
Tuve alguna duda, pero con dos frases de mi madre esa duda desapareció.
¿Encontró pronto trabajo, una vez terminada la carrera?
Empecé en la ONG Una ciudad para todos, luego también trabajé en el ayuntamiento, después me fui a Madrid a trabajar en un centro especial de empleo de la Fundación ONCE, en Móstoles.
Y cuando volvió…
Mario, el fundador de UMA, me llamó.
¿En qué año fue eso?
En 2004.
Me dice que hace veintiún años que está aquí. ¿Lo dudó?
Lo dudé un poco porque estaba trabajando en el ayuntamiento, muy cómoda, tenía mi vida… Era ya socia de UMA, pero para nada activa dentro de ella…
Mario la convenció.
Me llamó porque había elecciones y pensó en mí para renovar un poco todo. Bueno, quien pensó en mí fue Dolores, otra compañera de aquí.
A que se lo puso todo de color de rosa…
Eso es. Y de repente, elecciones para vicepresidenta de COCEMFE y para que estuviera allí todos los días. Y aquí estoy ahora, de presidenta.
¿Tiene relevo?
(Se ríe) Estoy en ello. Pero el tercer sector tiene esta falta de relevo generacional, no solo en COCEMFE. Y no es sano que una persona lleve veinte años. Mire, esto no es hereditario (se vuelve a reír), hay que oxigenar. Se necesita gente nueva.
Pero insisto, ¿hay alguien?
(Más risas) No pude hacer ni selección, nadie quiere. Tengo a varias personas en mi cabeza, ellas no lo saben, e intentaré con el tiempo ir hablando con ellas, porque es bonito representarse a uno mismo.
Pues sí.
No hay nadie mejor que una persona con discapacidad para contar su día a día, las necesidades, lo que les pasa… Desde luego, la persona que me sustituya tendrá el apoyo de nuestra gerente, Cristina Argüelles Montes, que es una persona excepcional y mi mano derecha. Sin ella no podríamos llevar a cabo todo lo que estamos haciendo, porque desde que ella está hemos crecido muchísimo en todo. Es maravillosa. Desde cuenta que aquí somos 120 personas.
Hablemos de barreras arquitectónicas. ¿Cómo está Asturias?
Asturias es toda una barrera, pero también lo es Cantabria, el País Vasco, el mundo… También tengo que decir que Gijón es probablemente la ciudad más accesible de la región. Orográficamente es plana y, sobre todo, ha habido en el ayuntamiento siempre políticos con la suficiente empatía para escuchar nuestras necesidades. Actualmente, en Gijón tenemos una época dorada para nosotros porque hay grandes colaboradores en la administración local, como, por ejemplo, Gilberto Villoria, en Infraestructuras Rurales y Urbanas, que es la persona más colaboradora que podíamos tener, con reuniones muy frecuentes comentando las barreras que los usuarios nos van indicando.
Y con el tiempo eliminan esa barrera.
Exacto, tanto en aceras, marquesinas, vados peatonales, mobiliario urbano, como en zona rural, que estaba muy abandonada y ahora no lo está tanto… También quiero ser justa y nombrar a Rodrigo Pintueles, en Medio Ambiente; a Guzmán Pendás; y a Pelayo Barcia. Este último nos prometió en campaña que nos devolvía la tarjeta de aparcamiento de personas con movilidad reducida, y así lo hizo.
¿Durante esta corporación se han hecho avances?
Pues sí. Nuestro objetivo es que todo lo que se haga nuevo no tenga barreras, y esa es una responsabilidad de la administración autonómica y local.
Eso, Mónica, es casi una petición para los Reyes Magos… Pero cuando, en algún momento de su vida, pueda dejar este cargo, ¿qué país, por ejemplo, le gustaría conocer?
No lo he pensado, pero seguramente improvisaré.