Andrés Ruiz hizo filigranas para tratar de justificar la desautorización de la alcaldesa a su partido, al PP, en la gestión de la obra y traslado del Albergue Covadonga. El presidente de los populares evita todo comentario crítico a Carmen Moriyón y sólo pone en entredicho las «formas» de desalojarlos del asunto mediante un vídeo en redes sociales. La lidia sigue su curso
Fue un cortometraje de seria B de apenas quince minutos que pasó con más pena que gloria ante un público que esperaba más acción, más reacción, más de casi todo. Salía a escena, en la sede de la calle de Álvarez Garaya, el protagonista, en este caso el presidente del Partido Popular de Gijón Andrés Ruiz, con la complicada misión de convencer a la concurrencia de que aunque el agua caiga a chuzos sobre su cabeza, y la de los suyos, nada hay que no se pueda paliar con un paraguas de dimensiones estratosféricas. El guión estaba escrito y perfilado hasta el último detalle en la sede ovetense de la productora popular. De hecho, hay quien dice, y debe de ser verdad, que el propio Andrés Ruiz y la portavoz municipal Ángela Pumariega fueron vistos ayer paseando a primera hora de la mañana muy cerca de la calle de Azcárraga. Tenían trabajo por delante. No en vano, unas horas después de la deseada comparecencia presidencial, era inaugurado en Gijón el Festival Internacional de Cine. La imaginación llena las salas, el tedio vacía las butacas, pero peor es aún cuando la indiferencia deja perplejos a los espectadores sin que les quede claro, siquiera, si lo presenciado en la pantalla, en este casi en el atril, se trataba de una reflexión surrealista, de una comedia o, simplemente, de un sainete con tintes dramáticos.
Comparecía Andrés Ruiz por primera vez en un tema realmente espinoso desde que es presidente del PP local allá por el pasado mes de febrero. Tenía que ejercer en esta ocasión de cirujano para tratar de suturar una herida que, a modo de mortal cornada, le propinó el día anterior a su partido la alcaldesa de la ciudad, la forista Carmen Moriyón. ¿El asunto? El controvertido traslado de los usuarios del Albergue Covadonga al antiguo Hogar de San José, en El Natahoyo, al menos durante dos años. El trueque ha caído como una bomba en el barrio y también entre sus vecinos de la zona de Poniente, y así se lo hicieron ver a la alcaldesa hace unos días en la más que ruidosa inauguración de la capilla de San Esteban. El rostro de Moriyón ante tan ‘cariñoso’ recibimiento vecinal era un poema. De alguna manera se veía venir que doña Carmen no se iba a tragar ese sapo y que frotaría la varita mágica para salvar el trance, aunque fuera, una vez más, haciendo una larga cambiada a sus socios del PP. La única duda era el tiempo y la forma de la lidia. Fue el jueves y, además, a las seis de la tarde, hora muy taurina, en forma de vídeo y a puerta gayola.
El PP local entró entonces, otra vez, herido de gravedad en la enfermería. Era la segunda vez en apenas un mes. La anterior cornada forista tuvo tintes menos dramáticos, al menos para algunos. Hablamos del frustrado traslado del Museo Nicanor Piñole, pero esa herida, aunque todavía abierta, ya se mueve, vía decenas de puntos de sutura, camino a la cicatrización. En eso andaban los populares locales cuando la alcaldesa les atiza otro puyazo y anuncia que asume toda responsabilidad futura sobre el traslado del Albergue Covadonga, o sus usuarios, al Natahoyo, gestión que depende de manera directa de la Fundación de Servicios Sociales y del edil del PP Guzmán Pendás. Justo es reconocer que el actor protagonista de la comparecencia sanadora del PP no lo tenía fácil. Justificar que te quiten a través de un vídeo tus atribuciones y competencias y tratar de vestirlo de coordinación ‘lagarterana’ exige muchas sesiones de verborrea parlamentaria y de eso, es cierto, Andrés Ruiz está más que versado.
Se le veía tenso, nervioso, moviendo el flequillo de manera reiterada. Entre el público presente en la sala, tres de sus concejales (no estaban Jorge Pañeda y Rodrigo Pintueles), el secretario general David Cuesta y la coordinadora Cristina Villanueva. Todos conocían el guión escrito de antemano y no cabían sorpresas internas. Tampoco hubo al final de la proyección ovación alguna del respetable. Silencio. El mismo silencio que Andrés Ruiz sostuvo al ser cuestionado sobre si los planes de la obra del Albergue se mantenían. Lógico, porque eso ya es cosa de la alcaldesa. El PP nada tiene que decir ni pito que tocar. Eso sí, el presidente local aseguró, como único elemento de crítica hacia Foro, que a su partido no le gustaron las formas (véase el video) utilizadas por la alcaldesa para quitarles las atribuciones. Al cambio, y en símil futbolístico, como ir perdiendo diez a cero y que los jugadores masacrados monten un escándalo porque en el último minuto el árbitro les pite un penalti en contra. En resumen, se esperaba una escena de Rambo y los espectadores se quedaron saboreando en sus labios la miel de la cestita de Caperucita. ¿Habrá obras? ¿habrá el anunciado traslado? ¿quedará todo como está a la espera de tiempos mejores? El cuestionario, para recibir respuestas claras, mejor remitirlo por correo ordinario, y certificado, a la dirección de la Alcaldía que, a la vista está, es donde se lidian los toros. Cuando se trabaja con actores secundarios o con maestros del toreo con estoques de madera lo más fácil es que se salga de la plaza a almohadillazos.
