En una entrevista concedida a El Mundo, la alcaldesa se pronuncia sobre la «estafa» que fue el liderazgo del acusado, y sobre otros temas tan variados como el consumo de benzodiacepinas, el desajuste entre la cantidad de perros y de niños, o los acosos que ha sufrido

Carmen Moriyón no es una figura de cera. Tampoco una autómata construida expresamente para ejercer una cierta actividad médica, o una labor política concreta. Mal que les pese a algunos, y por obvio que pueda resultar a la mayoría, la actual alcaldesa de Gijón, y presidenta de Foro Asturias, es un ser humano, una persona dotada de virtudes y defectos, de emociones y sentimientos, de alegrías y de frustraciones… Y que, en algunos casos, hasta se permite llorar. Así se lo confesaba la propia regidora al periodista Zabala de la Serna, en el marco de una entrevista concedida recientemente para el diario nacional El Mundo, y que veía la luz este martes. Un coloquio breve y directo, aunque lo suficientemente preciso y oportuno para lograr que Moriyón desnudase su alma, y confesase ciertos detalles de carácter personal. Entre ellos, cuándo y por qué derramó sus últimas lágrimas.
«Fue el jueves de la semana pasada, después de acudir como testigo a la última sesión de un juicio que, para mí, resultó especialmente duro«, responde la alcaldesa a De la Serna, en referencia velada al proceso en curso contra el expresidente del Principado y fundador de Foro, Francisco Álvarez-Cascos, al que se acusa de apropiarse indebidamente de más de 181.648 euros de las arcas del partido. En el marco del mismo, Moriyón comparecía ante el tribunal el 9 de enero (un pequeño ‘baile’ de semanas debido, sin duda, a los varios días transcurridos desde la realización de la entrevista y su publicación) para aportar un testimonio convertido en toda una andanada contra la línea de flotación del procesado. Algo sobre lo que la gijonesa se reafirma ante El Mundo; aunque reacia a hablar del juicio, sí recalca que «el señor Francisco Álvarez-Cascos nos estafó política y moralmente. Nos dejó tirados. Tenía sus planes personales«.
«Me mandaban personas a vigilar a qué hora entraba en el hospital, si iba en coche oficial… Anónimos, pegatinas por las farolas… Fue un castigo permanente»
Carmen Moriyón, alcaldesa de Gijón
Así las cosas, no es de extrañar que Moriyón reflexionase con De la Serna sobre la diferencia entre las traiciones de los propios y las insidias de terceros, dejando bien sentado que las primeras «duelen más», si bien las segundas, en ocasiones, «son insoportables». En ese sentido, la regidora recuerda que, debido en buena medida a su compatibilización de la actividad política con la médica, «me mandaban personas a vigilar a qué hora entraba en el hospital, si iba en coche oficial… Anónimos, pegatinas por las farolas…«. Un panorama incómodo, prácticamente «un castigo permanente» que, sin embargo, entiende como «el precio de haber desalojado al PSOE de Gijón, un partido acomodado durante treinta años en la institución que llega a creerse que es la institución». Y no niega entender el desencanto de los ciudadanos de a pie con la política del momento. «Les entiendo perfectamente», sentencia.
Pero el coloquio con De la Serna da para mucho más. Sin ir más lejos, Moriyón resta importancia a la preocupación sobre el liderazgo mundial de España en el consumo de benzodiacepinas, alegando que «nuestra cabeza no siempre tiene todas las herramientas para gestionar el momento que nos toca vivir», aunque sí concede que es «un dato preocupante» que la cifra de perros supere a la de niños. Algo que, por otra parte, Gijón está tratando de revertir por medio de iniciativas como la ampliación de la Milla del Conocimiento, o la llegada a la ciudad de la Universidad Europea, apuestas todas de gran valor para que «la gente joven quiera venir a iniciar un proyecto de vida aquí«. En fin, una amplia relación de temas que pueden consultarse íntegramente en la entrevista en cuestión… Y entre los que figura, cómo no, el deseo de la alcaldesa de que el Real Sporting regrese a Primera División. «Lo daría todo… Dentro de la legalidad».